La Perfección

Desde el pasado mes de mayo podemos ver en Netflix una de las películas que más expectativas generó el año pasado en el Fantastic Fest: La Perfección (The Perfection, en su versión original), de Richard Shepard.
Uno de los mejores consejos que puedo daros es que, si no la habéis visto, casi es mejor que lleguéis a ella como yo llegué, sin leer o tener ni idea de lo que hay ahí, ya que llegar a La Perfección a ciegas os servirá al menos para que su trama, sus giros y los ases que se guarda en la manga funcionen mejor.

Partiendo de un arranque poderoso, conocemos a Charlotte (Allison Williams, la que antaño fuese una de las ‘Girls’ de Lena Dunham, ya mostró sus dotes como tarada ilustre en Déjame salir de Jordan Peele, y aquí sigue explorando ese perfil), violonchelista prodigiosa y atormentada tras una mala racha vital. La joven irá en busca de Elizabeth (Logan Browning), la nueva alumna estrella de su antigua escuela, la más prestigiosa academia musical de la historia del cine de horror. Y mira que tenemos reciente el remake de Suspiria…

Pero Shepard nos engaña… y nos engaña porque La perfección, en sus primeros 40 minutos, más o menos, es uno de los thrillers más brillantes y perturbadores que he visto recientemente. Parece, por esos 40 minutos iniciales, que vamos a ver un duelo entre dos rivales compitiendo por la fama y el reconocimiento (¿una especie de Cisne Negro quizá??), una batalla psicológica en la que la traición y la envidia se entremezclan con el deseo y el sexo.

Pero no. Después de esos 40 minutos de brillantez absoluta, empieza la verdadera película, que es de todo menos seria. Comienzan a sucederse una serie de rocambolescos vaivenes y flashbacks que terminan por situar la película en un ambiente infernal, algo absurdo e inesperado. Su constante búsqueda de giros locos van convirtiendo poco a poco a la cinta en una muy bizarra (y para mi muy divertida) fiesta del género, pero con la que puede que no todos estén contentos.

Como digo, la cinta sabe que puede tomarse en serio a sí misma lo justo y necesario, pero no por ello se corta a la hora de satirizar y criticar ciertas actitudes relacionadas con el elitismo de las academias artísticas, el utilitarismo al que son sometidas las jóvenes promesas hasta que éstas dejan de ser útiles. Y llamadme loca, pero ¿soy yo la única que ve la alegoría religiosa?, esas frases como “tocar el cielo”, “lograr la perfección”, “soportar cualquier sufrimiento para lograr el divino fin”…ese profesor endiosado, creyendo ser la luz que guía a esas chicas…muy creepy todo, no?

Y así, con un giro que vira del thriller erótico al fantastique puro, termina por convertirse en un viaje que merece la pena experimentar. ¿Es una gran película? En absoluto, pero es una de esas locuras que no sería posible producir para la gran pantalla y que funcionan de forma perfecta en una plataforma como Netflix. Es en definitiva una película sorprendente, atípica y arriesgada, recomendada para gente sin prejuicios, que no creará consenso, pero ni falta que le hace.

Espero que os guste el espléndido concierto de violoncelo, y si son dos violonchelistas, mejor que una!!!