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Cuaderno de bitácora Sitges 2021: 9 y 10 de octubre

El público vuelve a las salas

Sábado 9 de octubre

El primer fin de semana, que coincidía como cada año con el posterior puente de la hispanidad, supone siempre un aumento de afluencia de público. Con ello también aumentan las prisas, las colas y la logística se vuelve más compleja. Pero hay que reconocer que después de un año tan triste como el anterior, daba gusto ver las calles y las salas llenas de aficionados al fantástico y curiosos ocasionales que venían a disfrutar de su cita ineludible de cada año.

Veneciafrenia

De hecho, esto se hizo especialmente patente en el primer pase del día. El estreno mundial de la nueva película de Álex de la Iglesia sucedía a las ocho y cuarto de la mañana y bajo una tímida lluvia. Pero eso no pareció acobardar a nadie y nos encontramos con una asistencia absolutamente masiva a la sesión despertador.

La película, por desgracia, supuso una gran decepción para muchos. Pero no para un servidor. Si bien es cierto que se trata de una de las películas más imperfectas del director en los últimos años, hay en ella muchísimas de las cosas que sus fans disfrutamos. Veneciafrenia se inicia como un slasher de manual, cargada de personajes que piden a gritos una bofetada con la mano abierta, pero sorprendentemente bien interpretados por la mayoría de su elenco y especialmente por parte de Ingrid García Jonsson, Silvia Alonso y un Cosimo Fusco que vuelve a encarnar a un imponente villano. Pero de la Iglesia nunca quiso encorsetar su película -de hecho, él mismo dijo en la rueda de prensa que no la considera ni un slasher ni un giallo ni siquiera una película de terror, pero si una película de género- así que esta fluctúa a medida que avanza entre diversos géneros, acercándose incluso a thrillers muy anclados a la propia ciudad como Amenaza en la Sombra. Todo ello siempre bajo el prisma grotesco del humor negro made in de la Iglesia. Una mezcla difícil y nada homogénea, es cierto, pero es que a fin de cuentas el elemento natural del bilbaíno siempre ha sido el caos.

Además, los habituales detractores de los terceros actos del director se encontrarán con una sorpresa. Posiblemente tampoco les parecerá agradable, pero desde luego el discurso habitual no podrá ser usado en este caso.

Historias Para No Dormir: La Broma + El Doble

Por la tarde volvíamos a la sala Tramuntana a por el segundo bloque de las renovadas Historias Para No Dormir de Prime Video.

Abríamos con la revisión de La Broma de la mano de Rodrigo Cortés. De nuevo nos encontrábamos ante una reinterpretación cuya deriva partía de la base de la historia original de Chicho. Esta vez, Cortés empieza con una actualización que pese a reimaginar sus personajes mantiene una base muy literal respecto a su predecesora. Sin embargo, el guion derivará hacia unos derroteros que, en busca de originalidad, terminan lastrando el conjunto. De hecho, la propia historia original funcionaba de un modo mucho mas coherente y único (pese a emplear tropos comunes de esta clase de thrillers). Donde si brilla esta actualización es en los habituales diálogos ácidos e irreverentes escritos por Cortés, que además en manos de unos Eduard Fernández y Nathalie Poza sublimes engrandecen muchísimo el resultado.

El cierre de esta (hipotética) primera temporada vino de la mano de Rodrigo Sorogoyen y su revisión realmente alejada del material original. El Doble se aparta del thriller (por que terror ha habido más bien poco hasta ahora) y así el director construye, a la vez que adapta a Ray Bradbury, su propia versión minimalista de Blade Runner 2049 (con una pizca de Enemy) emulando sin pudor la reconocible (y muy de moda) estética de Dennis Villeneuve. Su relato pandémico de ciencia ficción utiliza muy acertadamente sus entornos de un modo absolutamente cerebral para construir un embrollo alejado de la simplicidad de los demás episodios. Es un disfrute ver a Sorogoyen sintetizar el lenguaje de esta forma, pero a su vez el conjunto termina viéndose absorbido por un exceso de artificio.

The Amusement Park

Sin duda, uno de los pases más especiales de esta edición. La sección Seven Chances programa siempre oportunidades únicas. Y poder asistir al “estreno” de una película de George Romero a día de hoy debería causar mucho mas revuelo del que causó.

Eso sí, el Prado se encontraba a la máxima capacidad permitida para el evento. Fue realmente emocionante escuchar el eufórico aplauso unánime del público cuando el nombre del director apareció por primera vez en pantalla. Fue curioso darse cuenta de que estábamos todos en una sala de cine viendo por primera vez una película rodada hace casi cincuenta años, que además pertenece a uno de los directores que los fans más añoramos. Todos vitoreábamos aquel cartel de créditos por primera vez.

La película pertenece a la vertiente mas autoral (una que ha sido invisibilizada con demasiada frecuencia) de Romero, que cuando recibió el encargo de la Lutheran Service Society of Pennsylvania todavía contaba con tan solo dos películas en su filmografía. Una de ellas era la, a día de hoy, archiconocida Night of the Living Dead. Pero aquella organización religiosa no pareció tener especial interés en sus trabajos pasados cuando le encargó al director una película de cariz publicitario para concienciar al público sobre el maltrato sistemático que sufre la población de la tercera edad.

Romero cumplió, desde luego, pero el resultado obviamente no tuvo nada que ver con lo esperado por los luteranos, que se encontraron con una pesadilla alegórica, irónica y surrealista en pantalla. La visión retorcida del director aterrorizó a sus artífices, y la película fue guardada bajo llave hasta día de hoy que ha sido rescatada por Suzanne Deschent-Romero, la propia viuda del director. Esta decidió remasterizar en 4k la película original para que el mundo pudiese disfrutar de aquel pedacito de locura puramente artesanal que el maestro construyó en su primera etapa. Realmente emocionante.

Domingo 10 de octubre

El primer domingo de esta edición prometía un crescendo de películas casi matemático. Pero nos encontramos con mas de una sorpresa por el camino.

Eight for Silver

Empezábamos el día en Tramuntana un poco a ciegas. Habíamos leído opiniones muy tibias de esta Eight for Silver de Sean Ellis a su paso por festivales como Sundance. Pero había algo en su propuesta licántropa clásica que nos daba buena vibra.

Y, efectivamente, hicimos bien de seguir nuestro instinto. Pues nos encontramos con un punto de vista conocido pero muy por encima de lo solvente. Un cuento gótico y atmosférico que aborda el mito desde la leyenda. Maldiciones gitanas, tierras encantadas y buenas dosis de terror con vocación comercial. Un ritmo pausado pero firme y sobre todo un gusto por lo ambiental que empapa con gracia la dirección de Ellis. La solemnidad con la que se aborda el guión en lo verbal contrasta con lo desvergonzado de sus momentos de terror más puro en que nos encontramos con referentes tanto del terror comercial más actual como algún momento que es puro Carpenter y una delicia para los fans de los efectos prácticos. Un pequeño caramelito para los amantes del terror entretenido y sin pretensión.

Broadcast Signal Intrusion

Las opiniones recogidas en el primer pase de Broadcast Signal Intrusion no vaticinaban nada bueno. Pero nosotros optamos en mantener nuestra fe en Jacob Gentry y confiar en que su participación junto a David Bruckner en nuestra querida The Signal (2007) no fuese tan solo fruto del azar. A fin de cuentas, su anterior Synchronicity (2017) tiene también nuestra simpatía.

Sin embargo, Gentry parece seguir buscando una voz propia a la que aferrarse. Este nuevo trabajo tiene muchas cosas a su favor, pero por desgracia, ninguna de ellas se corresponde con lo que el público busca en la película. Lo que prometía ser una historia de terror puro de tono a medio camino entre el snuff y el creepypasta es en realidad un trhiller de investigación paranoica de estilo absolutamente noventero. Una vez aceptado esto, uno puede disfrutar de su estilo referencial (lo de la banda sonora a base de jazz suburbial casi experimental es una maravilla) en que la urbe y sus misterios devoran a un Harry Shum Jr. desesperantemente falto de garra. La narrativa en forma de puzle con pocas ganas de ser montado tampoco ayuda a recuperar la simpatía de un espectador, a estas alturas, desmoralizado. Desde luego es innegable que Gentry ha tratado de mantenerse fiel a si mismo y es muy posible que estemos ante una de aquellas propuestas que funcionan mejor fuera del marco de un festival como Sitges.

Lamb

La flamante ganadora de esta edición del festival, pero todavía no teníamos ni idea.

Mucha incertidumbre antes de enfrentarnos a la primera película como director del islandés Valdimar Johannsson. La promoción con la que A24 ha jugado a la hora de presentar la película al mundo ha pecado de excesiva y diluye el misterio contenido en primer acto, pero también es cierto que estamos ante un trabajo prácticamente imposible de mostrar al mundo sin recurrir a su vuelta de tuerca.

Si habéis llegado hasta aquí sin tener ni idea de que os estamos hablando (difícil a estas alturas): seguid así. Enfrentaros a ella sin tener la más mínima idea de lo que vais a ver, pero enfrentaros a ella. Lamb terminó en mi personal lista de favoritas de esta edición (y del año en general, por el momento) y también en la de la mayoría de asistentes al festival. Y es que tras el aparente gimmick se esconde una película inclasificable que se atreve a abarcar lo inabarcable y, para colmo, salir airosa de la pirueta. Un cuento oscuro y con tintes de terror, pero focalizado en los dramas de lo humano. En que el elemento fantástico sirve de conductor para hablarnos de nuestros miedos más primitivos y a su vez para construir una historia que funciona a la vez en lo mundano como en lo trascendente. Incluso, a veces, este es utilizado como nota de humor extraño que genera la risa nerviosa más elocuente. Todo ello desencadena en una conclusión final tan críptica como sorprendente. Johannsson además saca muchísimo partido a sus interpretes (incluidos los pertenecientes al reino animal, que como bien dijo Joaquín Reyes en la rueda de prensa del palmarés: “están mejor que muchos actores”), especialmente de una Noomi Rapace capaz de exteriorizar lo más íntimo y a su vez enfrentarse a situaciones tan reales como el participar en el nacimiento real de un cordero en pantalla.

The Sadness

Firme candidata a convertirse en la gamberrada festivalera de esta edición, The Sadness venía referenciada bajo el aviso de herir todas las sensibilidades posibles. Música para los oídos del público de Sitges y a su vez una expectativa realmente atrevida por cumplir.

¿Es The Sadness la película mas burra de Sitges 2021? Nos arriesgaríamos a decir que sí. ¿Contiene lo nunca visto en otras películas de estas características? En absoluto. Y es que la barbaridad de pandemia que Rob Jabbaz desata sobre Taiwán, en que sus infectados dan rienda suelta a sus deseos y obsesiones mas oscuras, hace check en numerosos lugares comunes del género. Pero bien es cierto que el quid de la cuestión en este caso no está en el “que”, sino en el “como”. Pues Jabbaz juega a sobrecargar cada una de las atrocidades que se suceden en pantalla -que bien es cierto que están rodadas del modo más festivo posible- de un sentimiento de culpa y desesperanza atroces que tiñen las casi dos horas de metraje. Un tono casi imposible pero que sorprendentemente funciona y da pie a que la película se sienta incluso trascendente pese a su componente lúdico diseñado específicamente para proyecciones de medianoche como las que han convertido en templos el Retiro y el Prado.

Que nadie se decepcione al leer esto. The Sadness contiene fluidos de suficientes indoles como para hacer que incluso el fan mas curtido se estremezca en mas de un momento (ojo a la secuencia del metro y su capacidad de helar la sangre mediante el tratamiento de la histeria colectiva). Lo que podríamos considerar, por definición, un placer culpable.


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