Estás aquí: Página de inicio » Artículos » Cuaderno de bitácora Sitges 2021: 11 y 12 de octubre

Cuaderno de bitácora Sitges 2021: 11 y 12 de octubre

Punto álgido e intermedio

El primer lunes de siempre produce sensaciones extrañas. Nos acercamos al ecuador y eso significa tanto que queda mucho por delante como, a su vez, que el tiempo avanza a un ritmo frenético durante el festival.

Lunes 11 de octubre

Halloween Kills

Nos levantábamos prontito, pero con energías, ya que tocaba desayunar con el bueno de Michael Myers. Siempre es un placer volver a Haddonfield, pese a las incertidumbres (generalmente justificadas) que despierta el estreno de una nueva secuela de la saga (independientemente del timeline).

De Halloween Kills habíamos leído de todo. Bien, mal, regular… pero en lo que coincidían absolutamente todas las opiniones era en que no nos iba a faltar bodycount. Y efectivamente, esta secuela de la secuela intenta suplir sus carencias con una dosis descomunal de muertes a cuál más loca y truculenta. Obviamente eso se agradece. La película es puro divertimento para fans, pero precisamente su búsqueda desesperada de conectar con la película original mediante el resurgimiento de personajes secundarios con ínfimo peso tanto en la trama como en la saga la desinfla. Eso y, a su vez, la condición de capitulo intermedio. Pues su accidentado desarrollo alarga subtramas de un modo vergonzante. Ni siquiera su intento de radiografiar la América post-trump, que a nivel conceptual resulta realmente interesante, termina de funcionar por culpa de un guion que fuga por todas partes.

Pese a remar un poco a contracorriente, servidor es confidente defensor de la anterior secuela de David Gordon Green y esta nueva entrega se le queda algo por debajo, pese a ofrecer a los fans aquello que más anhelan: un Myers desbocado haciendo lo que mejor se le da. Halloween Kills funciona modo de divertimento, pese a tratar de ir más allá.

Knocking

A veces el descubrimiento de películas pequeñas que pueden representar el surgimiento de nuevas y muy interesantes voces en el género puede resultar un placer complicado. Knocking es uno de aquellos casos que funcionan de lujo en festivales del estilo Sundance, en que los códigos del indie más puro atraen a miles de seguidores. Pero luego su presencia en festivales de genero algo más generalistas (en cuanto a estilos) pueden jugarles una mala pasada por no cumplir unas expectativas que muchos se autogeneran.

También es cierto que esta no es una película para ver a las once de la mañana tras casi una semana de visionados non-stop, pero a Sitges se viene a jugar. Y pese a que su ritmo nos lo puso difícil, fuimos bastantes los que descubrimos en Knocking una propuesta más que interesante. La clave está en el buen equipo que forman su directora Frida Kempff y su protagonista Cecilia Milocco, que crean un universo interno fascinante a la hora de retratar de un modo tremendamente personal la lucha contra la enfermedad mental y el estigma que esta genera. Muchos caminos nuevos nacidos de un personaje brillantemente matizado corporalmente por su interprete. Knocking surca de manera brillante los recovecos del thriller obsesivo desde un punto de vista intimista pero emotivo y emocionante. Todo ello sacando buen jugo de una falta de recursos que no la hace caer en el habitual desaguisado de guión.

Barbaque (Some Like it Rare)

A Sitges venimos a ver cosas como esta. El adjetivo festivalera está a día de hoy tan vacío como, a su vez, es certero. Barbaque (Some Like It Rare) responde a la definición de un modo exacto. De hecho, cumple mucho mejor con su propósito que la irregular The Trip (I Onde Dager), que vimos pocos días antes y prometía ser el crowd pleaser sitgero del año. 

La premisa clásica de Barbaque la hace ya de por si encantadora. Pero, además, su actualización temática la convierte en más que la enésima repetición del concepto base. Aprovechando que los dueños de una carnicería al borde de la quiebra deben deshacerse del cadáver de un vegano, estos deciden no solo iniciar una divertidísima orgía de sangre, sino también un repaso por casi todos los colectivos ofendibles posibles. Fabrice Eboué, director, guionista y protagonista de la película, se cachondea de todo lo cachondeable de un modo tan directo e irreverente que solo puede ser sano. Sus personajes abrazan lo estúpido y absurdo con una autoconsciencia capaz de convertir una comedia aparentemente transgresora en una simple catarsis colectiva tan eufórica como olvidable. Y esto lo decimos a modo de elogio.

Beyond the Infinite Two Minutes

Doble sesión de Prado para dos de las revelaciones de esta edición. Por motivos muy distintos.

Beyond the Infinite Two Minutes nos robó el corazón a base de risas y una gestión de las ideas magistral. Si antes hablábamos del indie como un nicho de códigos cerrados, en esta ocasión lo hacemos como una propuesta pequeña que a partir de lo fresco de sus ideas y elementos formales consigue conectar con toda clase de públicos. Pese a que su propuesta de ciencia ficción minimalista juegue con los desbarajustes temporales mediante una apuesta muy concreta, lo bien llevada que esta está hace que sea imposible no rendirse ante su humor, su inventiva y lo adorable de sus personajes. A lo largo de su corto metraje uno se pregunta más sobre la gestión del rodaje, la escritura del guión y la mantención de la continuidad que sobre el concepto en sí. La intención de Junta Yamaguchi y Makoto Ueda (director y guionista respectivamente) no es sembrar la duda en el espectador, sino hacer que este disfrute de un continuo destello de genialidad casi perfecto. Digo casi, porque la incursión de cierto recurso en el tercer acto hace que la convencionalidad haga acto de presencia por primera y única vez en toda la película.

Mad God

Menuda voladura de sesos. Phil Tippett nos hizo acabar el día en lo más alto con su combustible para pesadillas. Treinta años de proyecto desmedidamente personal sintetizados en hora y media de stop motion de otra dimensión. Literalmente.

Es impresionante ver como el paso del tiempo queda impregnado en la obra de Tippett. Solo un proyecto tan dilatado en el mismo podría contener tan desmesurada obsesión por el detalle y la capacidad de dedicarle tantísimo a lo que aparenta ser tan poco. La lógica de Mad God, al igual que lo hace la de los sueños y las pesadillas, huye de la convencionalidad de la producción cinematográfica. La libertad es absoluta y la maestría está a la altura, pues Tippett consigue emocionar, disgustar, fascinar e intrigar a través de una narrativa aparentemente vacía, pero cuya gestión emocional se encarga de ser suficientemente elocuente como para mantenernos al filo del asiento. Más que una película, una experiencia. Somos conscientes de que esa frase ya huele a cerrado, pero es un olor que casa a la perfección con la propuesta. La mugre, la putrefacción, la viscosidad y la decadencia son partes importantes de la forma en que Tippett hace expresarse a su pesadilla de diseño. Y todas ellas nos llegan con una intensidad que las hace casi tangibles. Pues no solo el trabajo de animación de los personajes y escenarios es soberbio, sino también el uso del lenguaje cinematográfico aprovechando los mismos. Olvidaros de planos fijos y dinamismo por montaje. En Mad God hay suficiente filigrana y fluidez orgánica como para que el mal sueño consiga colarse poco a poco en nuestros cerebros para ya no abandonarnos jamás. Y perdonad que me ponga romántico, pero al final estamos hablando de una oda a los infiernos tan horripilante como bella y uno se emociona.

Martes 12 de octubre

El día de la hispanidad, el festivo que siempre supone la llegada de público más masiva a Sitges. Por alguna razón que nosotros atribuimos a la mera casualidad la programación de la fecha suele ser menos atractiva, pero este año nada más alejado de la realidad. Incluso pudimos ese día ver un par de títulos TOP de este año.

Superhost

Está feo levantarse temprano en día festivo, pero no en la dimensión paralela que supone el festival. Nos acercamos al Retiro a las ocho y media de la mañana para otra propuesta pequeña dispuestos a dejarnos sorprender.

E hicimos bien. Superhost nos proporcionó un pequeño chute de credibilidad en las nuevas generaciones de cineastas. Las nuevas tecnologías siempre han alimentado al género y con la llegada del found footage esto se ha intensificado. En la película de Brandon Christensen se usa la obsesión por el medio, en este caso el vlogging, de forma parecida a como se usó en sus inicios la necesidad de seguir grabando en el terror POV. Y, al igual que pasa en los metrajes encontrados que tantas alegrías y disgustos nos han dado, esto no siempre funciona igual de bien. Pese a todo, la película se las ingenia para gestionar esta necesidad de un modo orgánico y bien integrado en el guión. Pero donde Superhost realmente marca la diferencia es en la elección de una villana magnífica. Gracie Gillam interpreta a una Rebecca absolutamente alocada y desquiciada manteniéndose siempre en un nada sutil reconocimiento de un carácter real que lo hace aún más desconcertante. Salvando mucho las distancias, su personaje funciona por momentos como lo hacía el de Mark Duplass en la maravillosa Creep.

Belle

Llegaba el momento de uno de los platos fuertes de esta edición marcada por títulos de animación de tal envergadura que trascendían la sección Anima’t para acabar en la sección oficial (como fue también el caso de Mad God).

Mamoru Hosoda, un habitual del festival que nos visitaba además en persona por primera vez, ya arrasó con su reinvención de La Bella y la Bestia en el festival de Cannes. Y no es de extrañar, pues la carrera del director lleva años creciendo meteóricamente, pero es posible que Belle sea su obra más madura y pulida. Una especie de actualización 2.0 de su propia Summer Wars que presenta un universo absolutamente descomunal con un desbordante número de ideas visuales maravillosas. La música ayuda además a hacernos conectar con una narrativa fluida y mucho más medida de lo que habitualmente nos encontramos en animes de este calibre. Pese a que es altamente probable que Belle os haga llorar en algún momento, la imposición de lo lacrimógeno está a años luz de otros títulos del director como son El Niño y la Bestia o La Chica que Saltaba a Través del Tiempo. En este sentido, la grandilocuencia con la que se acerca a proyectos de animación de la mayor envergadura posible (si Disney, estamos hablando de ti) le sirve también para abordar todas sus temáticas -es costumbre del director concentrar diversas películas en cada largometraje-, algunas de ellas realmente potentes y sorprendentemente crudas. Y, pese a ello existe en Belle un autocontrol a la hora de abordar la emoción más desbordante que hacen que esta impacte de un modo todavía más evocador. Una de las joyas de este año.

The Innocents

El cine nórdico lleva años siendo un referente del poder de la producción europea, pero este año está siendo especialmente prolífico en cuanto a género.

The Innocents era otro título que venía especialmente bien referenciado de su paso por Cannes, donde el terror y el fantástico suele producir siempre rechazo. Pero es que este segundo trabajo de Eskil Vogt, que debutó con Blind en 2014, es por méritos propios una de las propuestas más únicas del año. Sin abandonar nunca la narrativa visual fría (pero en este caso nada distante) que caracteriza esta clase de cine, Vogt crea su propia visión de algo que podría considerarse cine de superhéroes pero que está realmente más en la onda de títulos como Carrie o Thelma, de la cual fue guionista. El punto de vista se centra en el de un grupo de niños y la libertad con la que utilizarán estos poderes que, además de conectarlos entre sí, les permite dar rienda suelta a su oscura inocencia. La película cruzará en más de una ocasión líneas que no debería cruzar para, lejos del mero morbo, construir unos personajes tan desgarradores como reales en su irrealidad. En su propuesta visual reside además gran parte de su potencial, pues Vogt no abandona jamás lo mundano a la hora de mostrar hechos que escapan totalmente a lo ordinario. La ambientación urbana, sumada a una puesta en escena calculada al milímetro, hacen que la realidad jamás se salga de la ecuación para poder construir mediante ella una pesadilla subyacente que se lucha frente a los ojos de los adultos que no ven nada. Una película poderosa, pero realmente difícil para el espectador.  

Tres

Cerrábamos al día con la que sea posiblemente la propuesta española del año en cuanto a fantástico. Y que su primer acto no lleve a nadie a engaño, Tres es una película de género aún que esté superpuesta sobre un drama sin el cual no tendría sentido.

La holgada carrera como cortometrajista de Juanjo Giménez Peña, que le llevó a optar al Oscar en 2016 con Timecode, queda patente e implícita en la gestión de las ideas de su primer largometraje. Muchos conceptos tratados con minuciosidad de los cuales se extrae un desarrollo cíclico que nunca deja tramas por cerrar. Lo intimista de su propuesta hace que casi todo el peso de la película recaiga en el tratamiento de la desincronización, que se ejecuta con minuciosidad suficiente para darle al espectador un motivo para dejarse fascinar y a una pareja protagonista que está despampanante. Miki Esparbé ejerce de bálsamo en el mundo de cuestionamiento y negatividad de Marta Nieto, que carga con un personaje realmente difícil. La minuciosidad con la que se deconstruye su psique choca frontalmente con lo explosivo de su carácter. De dicha convulsión nacerán las pistas que nos llevarán a adentrarnos en su universo mediante el cual la película reflexiona sobre la desconexión ante un mundo que avanza a un ritmo distinto al nuestro. Una propuesta peligrosa para presentar en el festival, ya que contiene muchísimos elementos que pueden disgustar al fan más acérrimo, pero a su vez perfecta para hacer de Sitges su casa.


Vuestros comentarios

Escribe tu comentario:

¡ATENCIÓN! El formulario de comentarios utiliza un sistema de previsualización con el objetivo luchar contra el spam. Por lo tanto, tras pulsar el botón PREVISUALIZAR no olvides pulsar el botón ENVIAR para dar de alta definitivamente el comentario.


Si desea incluir un spoiler indique use las etiquetas [spoiler] y [/spoiler] para enmarmar el texto que se ocultará.