Holy spider

Qué mejor forma de cerrar el año que con la reseña de una de las mejores cintas que veréis el próximo. Desgraciadamente no es de terror, aunque lo que cuenta es escalofriante. Holy spider es un thriller basado en acontecimientos reales y también es un valioso film denuncia, que contiene momentos sumamente perturbadores. Por si lo dicho anteriormente fuera poco, además es el último film del director iraní Ali Abbasi: responsable de las notables Shelley y Border, que este año también firmará episodios de la adaptación a televisión del videojuego The last of us.

La acción se sitúa durante el 2001 en la ciudad sagrada de Mashhad, lugar de peregrinación en Irán. A la localidad se traslada una joven periodista (Zar Amir-Ebrahimi) decidida a informar sobre una serie de asesinatos que tienen como víctimas a mujeres, en su mayoría prostitutas. Pronto descubre que las pesquisas para cazar a la "araña sagrada", nombre por el que se conoce al asesino, no son un asunto prioritario para la policía pues, la mayoría del país considera estos crímenes un acto de limpieza moral y tienen al autor de los mismos como a un héroe. Mientras nuestra protagonista presiona para cerrar el cerco del psicópata, éste, un exsoldado padre de familia, se siente cada vez más desatado en su locura.

El cine árabe no escatima en denunciar sus desigualdades, aunque siempre tira de metáforas y segundas lecturas para evitar problemas con las autoridades políticas y religiosas. Recientemente directores como Mohammad Rasoulof han decidido dejar las sutilezas a un lado y gritar a pleno pulmón las injusticias. En el caso de Rasoulof su terrorífica denuncia de la pena de muerte en La vida de los demás, le ha llevado a estar condenado en arresto domiciliario; su suerte hubiera sido mucho peor de no ser por la visibilidad internacional que le otorgó el ganar en Oso de Oro en Berlín. Un caso que no es el único, como mostraba Mani Haghighi en Pig, donde un director condenado por el régimen iraní a no rodar cine por su posicionamiento político, era testigo de cómo un asesino en serie iba decapitando a otros compañeros de profesión. Abbasi, cuya carrera se ha desarrollado en Dinamarca, decide dar un bofetón a mano abierta al régimen demostrando con su film que, a pesar de varias medidas cosméticas, Irán, como pasa también con el régimen catarí, dista mucho de ser un país democrático y la situación y consideración a sus mujeres es prácticamente medieval.

Las mujeres en Holy spider sufren todo tipo de vejaciones y el realizador las enfrenta sin miramientos, construyendo momentos realmente descarnados y otros impensables en occidente. Así, sus primeros diez minutos, contienen uno de los retratos más sórdidos y duros que recuerdo de la prostitución femenina; comienza con una mujer desnuda, cubierta de moratones (entendemos que de clientes pasados), vistiéndose en su dormitorio mientras su hijo que es apenas un bebé contempla la televisión, después la veremos cambiarse de ropa en un baño público ante la mirada de asco de otras mujeres a las que ella responde con vergüenza; acto seguido, la contemplaremos en un plano absolutamente explícito practicando una felación a un cliente... Unos minutos iniciales inéditos en el cine de esas latitudes. Y, cuando el asesino haga su aparición, la cámara tampoco se esconderá, para que entendamos claramente el acto tan abyecto que es quitar la vida a otra persona.

Pero lo que causa tanto o más miedo que nuestro asesino es el decorado de fondo donde transcurre el film; un país y una cultura que con el paso de los minutos se muestra más hipócrita y traicionera; un entramado social que es la tela perfecta para que esta araña arrastre a sus víctimas y a los familiares de estas a una pesadilla. Y luchando como David contra Goliat tenemos a su protagonista, actuando con el convencimiento de que sólo atrapando al asesino logrará que una pequeña parte de la población reflexione sobre la maldad de esas acciones.

Al mismo tiempo que la cinta presenta a la protagonista conocemos al asesino, magníficamente interpretado por Mehdi Bajestani, un psicópata que está descargando su instinto asesino con lo más desfavorecido de la sociedad, pero que esconde una bomba de relojería a la que le falta poco para ampliar sus criterios de caza. Su sed de muerte se ve alentada con el feedback de vecinos y líderes religiosos que no censuran sus fatales acciones.

Estos son los ingredientes que maneja con maestría visual Ali Abbasi. El director filma muy de cerca las acciones. Nos coloca siempre en el corazón de las escenas. Una inmersión que hará que la tensión crezca cada vez más conforme la joven periodista se implique más de la cuenta en la caza del asesino.

Para aquellos que conozcan la serie La caza (The fall), este Holy spider les traerá aromas de aquella. Tanto en el devenir en paralelo de la protagonista y el asesino, como en la sociedad ultraconservadora en la que se mueve la intriga. Y, como en la serie, el resultado es más que notable.

Como podéis imaginar, la película no se ha podido filmar en Irán, y está, como también lo está La vida de los demás, prohibida en ese país, aunque los directores saben que será vista por una buena parte de la población de manera clandestina en la privacidad de sus hogares, creando una pequeña gota de la ola que confían algún día cambie las cosas. Director y actriz no paran de recibir amenazas de todos los pelajes mientras la cinta triunfa en festivales y nominaciones perfilándose como una potente candidata al Oscar a la mejor cinta de habla no inglesa.