Paradise Hills

Se presenta en el Festival de Sitges “Paradise Hills”. Película de ciencia ficción española rodada en ingles y con reparto internacional, firmado por Alice Waddington, que debuta en el largo tras una amplia trayectoria en el mundo de la fotografía de pasarela y diseño de moda. No es de extrañar que la puesta en escena de esta cinta sea su principal valor.

La rebeldía de Uma (Emma Roberts) a contraer matrimonio con un potentado heredero termina por sentenciar su futuro; Su familia toma medidas desesperadas para domar a la joven, que será confinada contra su voluntad en un centro de reeducación dirigido por la enigmática Duquesa ( Milla Jovovich). Paradise Hills es una isla en mitad de ninguna parte, donde tras unas enigmáticas terapias las chicas parecen transformarse de la noche a la mañana. Todo muy misterioso…

El guion, que firma a dos manos el español Nacho Vigalondo y Brian DeLeeuw, nos presenta un futuro irreal, a medio camino entre el cuento de hadas y el steampunk, en el que se desarrolla una aventura de chicas, que tratan de oponerse a su “normalización” en un mundo de roles estereotipados. Mensaje feminista que contrasta, y creo que es un acierto, con la ultra estilizada puesta en escena de los personajes.

La actriz Emma Roberts (sobrina de Julia Roberts) encarna a esta rebelde empeñada en desentrañar los misterios de la instalación junto con su grupo de amigas. La chicas tratan de insuflar oxígeno a unos personajes un tanto artificiales, con los que es complicado conectar. Creo que esa conexión es el principal escollo del título. Es tan atractivo para el ojo como frío en su presentación. Gran parte de la culpa de ese frio es su fotografía estática; donde todo parece moverse con lentitud y donde priman los planos abiertos en los que las actrices parecen atrapadas. Visualmente remite a las composiciones de Alma-Tadema, aunque su peculiar diseño de vestuario, quizás el principal valor de esta particular propuesta, nos lleva a un mundo claramente influenciado por la estética gyaru y la visual-kei. Termina de transmitir ese aire irreal la arquitectura, a medio camino de la estética de Escher y la de Chirico.

Desgraciadamente esa distancia con el espectador se combina con un misterio bajo en tensión, que tiene como consecuencia la indiferencia de la platea en la parte central de la historia; y que remonta en la conclusión, pero no con la suficiente fuerza para que el recorrido sea memorable. La resolución de su misterio, y del flashback que narra toda la historia, nos regala un giro final con cierta crítica social que tampoco termina de encajar.

Alice Waddington sigue la senda de directores como Tarsem, cuya influencia es innegable. Por su parte la trama nos recuerda a “La cura del bienestar” o a “Las poseidas de Stepford” (1975) a ratos, a otros a “Alicia en el país de las maravillas” … una extraña mezcolanza para un extraño resultado.