Crónicas del Festival de Sitges. Días 7 y 8
De muertos pedorros, fantasmas japos... y Miike

A estas alturas del festival, se agradece levantarse algo más tarde para acudir a la sesión de satanismo matutino en la Tramuntana. A Dark Song contaba con muchos elementos para llamar mi atención. Un feeling mumblegore británico muy de mi gusto. Teorización de los rituales más oscuros y un Steve Oram en un papel más que atrayente. Todo ello cocido a fuego lento, gestando una tensión ambiental demasiado malsana como para considerar (como parece que muchos hicieron) que sus fallidos dos minutos finales tiran por tierra todo el trabajo previo. Absolutamente recomendable.
Corriendo como si no hubiera un mañana, nos fuimos al Auditori para un cambio de registro tan loco que pensábamos que nos iba a condicionar el visionado. Pero por suerte, Swiss Army Man, atrapa desde antes siquiera de que aparezca el título en pantalla. Si bien es más que posible que no se trate de la mejor película del festival (tampoco existe una verdad universal para poner tal etiqueta), el premio, desde luego, ha caído en buenas manos. Amén de que se trata de una entrega realmente valiente de cara a una futura distribución, de cara a una peli que esconde mucho más de lo que tanto caca-culo-pedo-pis aparenta.