Por fin. Por fin nos volvemos a plantar en ese momento del año. La primera rueda de prensa. La de presentación del cartel —este año más escueta que de costumbre— que ejerce de pistoletazo de salida al ansia de los que somos asiduos a todo lo que deriva de esos 10 maravillosos días que cada Octubre nos hacen olvidarnos un poco de la realidad. De hecho para vivir otra realidad tal vez hasta más estresante, pero otra realidad al fin y al cabo.

El simple hecho de conocer las intenciones, el rumbo, y la mera existencia de una nueva edición del Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya pone en vereda a público, prensa, industria y demás asistentes habituales. No es para menos. Y este año lo hacen a partir de un fenómeno de masas de los gordos como es STAR TREK, que adoptan como leitmotiv para celebrar el 50 aniversario de la serie original. Y como imagen: uno de los carteles más directos de los últimos años (Obra, de nuevo, de la agencia China), que a su vez no pierde la esencia minimalista por la que el festival ha querido ser representado en los últimos años.

Cuando hace unos meses me enteré de la —por aquel entonces— futura existencia de El otro lado de la puerta la verdad es que se me antojó muchísimo. Y más lo iba haciendo a medida que iba apareciendo material promocional en la red. Por suerte me negué a ver el tráiler, porque uno ya sabe cómo funcionan estas cosas. El problema llegó con las primeras opiniones. Absolutamente desalentadoras. Un servidor, que además es fácil de convencer, y mis ganas, nos vinimos abajo. Al final resulta que internet casi me hizo un favor.

Mi medidor del hype alcanzó tantos picos distintos previos al visionado que la verdad es que ya no sé hasta qué punto fui condicionado o no. Para bien o para mal. La cuestión es que allí estaba yo, en una sala de cine abarrotada de adolescentes chillonas, duros novios de gorra dada la vuelta y mucha luz de móvil. Y pese a todo… disfrutando de la peli que tanto se me había antojado.

Mola mucho empezar tu estancia en Almas Oscuras hablando de una una peli que esperas con ganas desde hace ya… Lo que no mola tanto es que la peli en cuestión no esté a la altura de tus expectativas, que por otro lado es cierto que eran algo excesivas. Y es que The Signal, que yo al menos me tomé como su predecesora, me pareció una locura fascinante. Ya sabemos que en esto del indie horror: metido uno, metidos todos. Y la simple presencia de Jacob Gentry (y de mi querido AJ Bowen como conexión facial entre ambas) me hacía ya salivar.

Y de repente, pese a compartir el marco de la sci-fi low cost, me encuentro con dos mundos casi opuestos entre una y otra. Así pues, al poco rato de haberme embarcado en Synchronicity (Antes siquiera de haber entrado realmente en la película, que no fue pronto) ya desconecté totalmente de previas y pasados posibles para adentrarme en su atmosfera Blade Runner wannabe. Pues si la peli pone poco énfasis en algo es en esconder la fuente de la que más gusta beber. Y está claro que a para Gentry lo de la distopia de Ridley Scott es pasional. La película se dibuja básicamente en azules, contraluces, neón y demás estampas en las que sueñan los androides tras contar las ovejas eléctricas. Teniendo pues en cuenta que la película presenta un futurismo enrevesado en una trama de puro cine negro, poco queda por esconder.