Caleidoscópico despertar sexual
La primera pregunta a la que uno se enfrenta cuando comienzan los títulos de crédito de Amer es: ¿estoy viendo una película del 2009 o este sofá tiene la capacidad de viajar hasta los años setenta cual Delorean tuneado? Uno capea tan estúpida cuestión como puede y se dispone a ver una secuencia de imágenes, sin apenas diálogos, con la mente lo más abierta posible. Al poco, llega la sorpresa ante la potencia visual de los cuidados planos, ante cada enfoque estratégicamente dispuesto y frente a una etérea fotografía, más propia de un mal sueño que de una película.
Continuamos nuestro visionado y nuevas preguntas nos acosan cuando nuestra mente racional acomete el intento de interpretar las diferentes escenas y las obsesiones que estas reflejan. ¿Intentará el director expresar alguna rara metáfora con los abundantes primeros planos de los ojos de los actores? ¿Esta despreocupación por hilar los fotogramas en una secuencia lógica, es un insulto a nuestro inteligencia, encomiable acicate por despertar nuestros sentidos dormidos, o solo una distracción para esconder el discurso vacío de Amer? Confuso, mejor dejarse llevar por la espectacular atmósfera malsana que empapa el metraje de este homenaje al giallo italiano de los setenta. Olvidémonos de tramas y diálogos que aclaren lo expresado en pantalla, nos abandonamos a la debilidad física impuesta por el mundo onírico y sensual que esta película franco-belga despliega sin dificultad, aunque con un estilo experimental que a ratos puede resultar tan molesto como pedante…
Hélène Cattet y Bruno Forzani cogen el toro por los cuernos, escribiendo y dirigiendo esta metáfora sobre el despertar sexual femenino, su plenitud y las diferentes obsesiones que componen la mente de un ser humano. Algo de frustración emana de los personajes pero no os puedo asegurar que mis interpretaciones sean validas en un contexto tan psicodélico.
En este discurso demasiado ambicioso, y que a mi entender se queda en el camino a la hora de trasladarnos las alegorías sexuales que insinúa, se utiliza un lenguaje visual críptico y exagerado, en puro y directo homenaje a las primeras cintas de Dario Argento. Pero no nos engañemos, no estamos tratando con un giallo al uso; digamos que utiliza toda la imaginaria del controvertido subgénero italiano, de fuertes connotaciones góticas y románticas, pero solo en el sentido de ejercicio de estilo. Desde el principio la confusión se hace reina de un desarrollo argumental que no existe. Circunstancia, que a pesar de mi escaso conocimiento sobre el giallo italiano de los setenta, nunca me ha parecido el único leitmotiv del mismo. En Amer falta una vuelta de tuerca más en el plano psicológico; sin lugar a dudas, antaño tenía más peso el desarrollo de personajes y del misterio, fuese cual fuese, en el que se basaba el guión. Sin embargo, Amer se presenta únicamente como un viaje alucinatorio de primer orden, un descenso al surrealismo más artístico. Un viaje, que aún sin trasfondo, recorremos en compañía de Ana, su protagonista, a través de tres momentos claves en su vida. Un periplo que nos descubre lo intenso de la sexualidad femenina y la floración de unos encantos que igual que una planta carnívora; atraen y asustan a partes iguales…
Lo mejor: El innegable tributo a un cine, el giallo, totalmente conseguido. Un desarrollo visual hipnótico, malsano, sensual y acompañando a esta explosión de imágenes, una ambientación sonora de pesadilla... solo hay que dejarse llevar
Lo peor: Más allá de interpretaciones personales, es innegable una falta de discurso, una ausencia de contenido argumental alarmante, que vestida de colores y bonito artificio puede resultar a ratos pretenciosa y pedante