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Rift

Grietas por todas partes

Rift

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Jennifer es una recién diplomada en periodismo que ha encontrado lo que podría ser el caso de su vida. Hace diez años, seis estudiantes murieron en un edificio de apartamentos que la universidad alquilaba a estudiantes. Antes de dicho crimen sin resolver, en 1972, la enorme casa se cerró por la muerte en extrañas circunstancias de una chica. Un asesinato que algunos achacan a sectas satánicas. Jennifer penetra en la casa para descubrir poco a poco que dichos casos pueden tener una espectral conexión entre sí.

¡Qué confuso puede ser el cine de terror! Uno se sienta delante de la pantalla y espera ser atrapado por una historia escalofriante, pasar un buen/mal rato y alejarse hora y media de la realidad a base de sustos, sangre y mucha tensión. Entonces, el motor del proyector arranca con su misterioso sonido herrumbroso y vemos las palabras malditas: “basado en hechos reales”. Aquí nos inquietamos y nos retorcemos en nuestro asiento pero no debido a la impaciencia por ver que nos ha deparado LazRael Lison, director de exótico nombre que cuenta en su haber con la producción de Psych 9 – otro fallido intento de thriller sobrenatural -. No, se trata de pura inquietud ante la sensación de que estamos ante otro bodrio de dimensiones cósmicas. Siempre he bromeado con mis amigos sobre el hecho irrefutable de que al cine de terror nunca le ha sentado demasiado bien el dichoso cartelito de “basado en hechos reales”. Está bien, no es una afirmación 100% cierta, pero no me negaréis que, dentro del cine de bajo presupuesto, la dichosa coletilla suele esconder películas infumables. Si entramos además en el caso concreto que hoy nos ocupa, la situación se agrava particularmente: ¿una película de edificios encantados que intenta aprovecharse de una tragedia supuestamente acaecida en la realidad? Lo único positivo del invento es que sus responsables se hayan abstenido de utilizar “el falso metraje” como técnica para desarrollar la historia.

Rift intenta contarnos la típica historia del edificio con mala fama de una forma no lineal. Algo que me parece muy inteligente sobre el papel, pero que desgraciadamente, por falta de medios y talento, queda expuesto en pantalla con un nivel de confusión que derrumba cualquier interés por este proyecto independiente. Farragosa y lenta, le sobran varios minutos de una primera mitad que perfila a unos personajes que no necesitan presentación alguna.

Comenzamos la trama de una forma en parte atractiva: una estudiante de periodismo se mete de cabeza en un caso sin resolver que incluye una serie de asesinatos alrededor de un edificio, Town Creek, que se encuentra cerrado. Sin más preámbulos vamos viviendo la investigación de Jennifer (Darcy Fowers, Messengers 2) y a través de ella iremos viviendo varios flashbacks relacionados con los recortes, fotografías y entrevistas que nuestra protagonista ha realizado. Aquí encontramos el primer fallo: una falta de autenticidad flagrante. Se nos presenta a Jennifer dentro de un cuarto de revelado del edificio (no entiendo porque permanece ¡22 días! en dicho cuarto cuando no le aporta nada a su búsqueda) y sus divagaciones y elucubraciones toman forma física en pantalla presentándonos la historia. Una historia que, por otro lado, se ve venir en cada uno de sus pasos. Salvo cuando se insertan otros espacios temporales, que por lo desordenado de su exposición provocan mucho mareo y poco desarrollo real de la historia, pero algo de curiosidad (¿¡qué carajo pasa aquí!?)

Aun me parece más triste esta falta de energía a la hora de contar una historia, cuando el núcleo central de la misma tan solo es un grupo de jovencitos fumetas encerrados en un inmueble al acecho de una fuerza sobrenatural, cuyo origen tenemos más claro nosotros que el propio director. Porque incluso en un momento dado se atreve a coquetear con el slasher para despistarnos. ¡Ah, amigo LazRael! Se te ve venir de lejos. Poner a tus personajes a ver películas de terror malas demuestra lo barato de tus efectismos. Entonces, si con los ingredientes de toda la vida no consigues hacer una tortilla de patatas al menos redonda, es que eres muy torpe.

¿Quién es el testigo sin ojos? ¿Qué demonios le pasa al clásico “loco que avisa del peligro”? ¿Resucitan los cadáveres que el forense sodomiza? ¿La policía de aquella pequeña ciudad sabe hacer algo más que comer donuts? ¿Qué le sucede a la chica negra? ¿Puede ser alguien tan tonto como para usar un ascensor si no hay luz en el edificio? ¿Y que es de la mejor actriz, la pequeña perrita “Mimi”?

Una profusión de preguntas que a media película ya te tienen agotado. Por si fuera poco, la historia, incluso su desenlace, no tienen nada nuevo que ofrecer. No solo predecible si no además mal contada. Los pequeños fallos arguméntales, que en otras producciones modestas pueden hasta resultar encantadores, aquí toman un cariz patético por la pésima dirección de LazRael Lison. No me gusta despreciar el trabajo de un profesional, y menos de uno que está empezando, pero creo que falta seriedad y emoción en las distintas tomas que nos muestra del edificio. Adicionalmente, el acabado barato de la película (que con un presupuesto de un millón y medio de dólares se merecía mejores efectos especiales) restan eficacia a las tomas de los pasillos del edificio por donde corren los estudiantes acechados por fuerzas de ultratumba. Algún momento puede ser interesante porque la falta de luz dentro de un edificio semi abandonado ya crea la atmósfera perturbadora que buscamos en una cinta de este estilo. Pero no solo existen grietas en las desconchadas paredes de los apartamentos, como decía, las más evidentes las encontramos en el guión, incapaz de seguir orden o concierto alguno.

Al menos los actores no están todo lo mal que podríamos esperar de un elenco de segunda fila. Tal vez se deba a que los personajes son más comedidos de lo habitual. Los saltos temporales, el claro protagonismo que adquiere el edificio y lo oscuro de las tomas, ayudan a que los personajes queden en segundo plano y no se conviertan en el eje principal de Rift, a pesar de encontrar los mismos tópicos definiendo a unos personajes bastante planos. Probablemente un defecto de forma antes que la verdadera intencionalidad de su director, que en última instancia se pierde un poco a la hora de explicar la trama satanista de fondo.

Ya podéis ver que Rift es otra pérdida de tiempo pese a un par de detalles sugerentes: el edificio y el loable intento de narrativa fragmentada. No obstante, olvidaos de pasar miedo o al menos saltar de la silla. Ni siquiera los efectos sonoros, bastante desdibujados, consiguen realzar los escasos sustos que Lison traslada a la pantalla. Ha querido usar los mismos viejos trucos que Grave Encounters, por ejemplo, plasma con más pulso. Solo recomendable para noches insomnes y completistas masocas, como un servidor.

Tráiler

Lo mejor: Algunos tramos de la ambientación gracias a la escasa iluminación y tétrica atmósfera del "edificio encantado".

Lo peor: La confusa narrativa, intenta ser algo diferente solo siendo capaz de confundir y marear al espectador.


Vuestros comentarios

1. 01 jul 2012, 15:22 | Andromeda

Gracias Bob, el tema de los edificios abandonados y los fantasmas me suele enganchar, me ahorraste hora y media de aburrimiento ;)

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