Hell and Back

Las ferias están a punto de ser embargadas, nadie quiere gastarse ni una moneda disparando a patos de goma mugrientos o montando en una casa encantada a punto de derrumbarse. Tres amigos que llevan toda su vida trabajando en las oxidadas atracciones acaban en el Infierno por una especie de apuesta. Mientras unos buscan la salvación de otros, y algunos se ponen tibios de alcohol para demonios durante el proceso, el Demonio tiene un plan magistral para tirarse al ángel más frígido del Paraíso.

Cansado, agotado, harto; así me encontraba ante el televisor con media hora por delante. Casi con el trimestre completo, la producción terrorífica del año no ha destacado en ningún aspecto. Salvo honrosas excepciones, entre las que destacaría “Southbound”, el 2016 parece un calco al año anterior en cuanto a cine de género se refiere: cintas repetitivas con poca calidad técnica o argumental. Con semejante estado de ánimo, uno anda ya saturado tras decenas de reseñas cuya razón de ser es más injustificable que las propias películas de mierda a la que acompañan, me resultaba imposible acudir al terror para cubrir ese rato de bendito sofá. ¿Fantasmas, demonios, asesinos? Repasaba los diferentes títulos que tengo pendientes, ¡miles!, y todo auguraba un aburrimiento de proporciones bíblicas si no consumía lo de siempre. Hasta que mis ojos dieron con una comedia animada€ que me llamó mucho la atención durante su fase promocional: ”Hell and Back”, obra en la vena de ”Southpark”, mi serie de animación favorita. ¿Podía ser?, ¿y si estaba ante el nuevo ”Team America”? Humor negro, tacos, escatología… y muñecos animados en stop motion, todo al servicio de una historia con fuertes componentes fantásticos, un viaje al Infierno más pasado de rosca que pudiese imaginar. La cosa pintaba realmente bien como desintoxicación al cine basura que me persigue allá donde vaya. ¿Habrá sido una elección acertada?

Suenan las sirenas, una vez pasado el mal trago reconozco mi tremendo error, ”Hell and Back” vale muy poquito como comedia, sólo su entrañable y decadente diseño merecen echarle un vistazo superficial. Entonces, si es una comedia sin gracia, ¿a qué viene traerla a esta plaza? En primer lugar, la temática es perfectamente viable dentro de Almas Oscuras: un infierno con demonios salidos y almas en pena fosforescentes. Dentro de las limitaciones propias de un producto independiente, “Hell and Back” puede presumir de un diseño artístico genial. Muñecos cabezones con una aureola “naif” propia de los años cincuenta, rodeados de las retorcidas formas de un Ray Bradbury puesto de LSD. Así que la ambientación corresponde más al cine de género que la correspondiente a muchas otras películas que han pasado por estas páginas virtuales. Con respecto a la atmosfera: sin queja, pero la realidad es que esta reseña obedece a la utilidad. Ojalá sirva como advertencia para aquellos que, liándose un peta, ven en la obra de Tom Gianas y Ross Shuman una posibilidad de partirse el ojete a base de sal gruesa. ¡Error! A años luz de “Dos colgados muy fumados”, u otros productos de consumo para fiestas casera, “Hell and Back” puede presumir de ser un producto fallido, pero simpático a la vez.

Tres capullos que viven en una feria venida a menos acaban, sin saber muy bien como, en el Infierno. Allí su amistad será puesta a prueba mientras unos buscan a Orfeo, acompañados de una diablesa sexy, y otro será sacrificado en un ritual televisado por todo el Inframundo. Entre medias de esta road movie infernal: desventuras con poco ritmo, chistes sobre bragas usadas, alcoholismo, el sexo de los ángeles, el tamaño de los penes y demás espectáculo chusco. Todo inocuo debido a la ausencia de mala leche genuina y, peor todavía, humor funcional. Por mucho que ver a los protagonistas deambular por un infierno colorido, lleno de ecos a Tim Burton, sea una delicia visual para los enamorados de la stop motion clásica, los actuales aficionados sabrán verle un montón de deficiencias técnicas debido a su limitado presupuesto.
Por si fuera poco, la cinta resulta tediosa en la gran parte de sus compases, y eso es un grave pecado. Lastrada por un puñado de personajes sin carisma, tremendo defecto cuando estamos hablando de una película donde el mismísimo Lucifer tiene un protagonismo especial, la hora y media de duración alberga, como mucho, dos o tres gags realmente divertidos; problema que viene provocado por el lamentable guión de Tom Gianas, Zeb Wells y Hugh Sterbakov, muchas manos para una historia simple ni donde los típicos perdedores usados como reclamo pueden arrancarnos una sonrisa sincera. Algo sorprendente, cuando uno juega con la incorrección política y la escatología, creo que ya tiene un par de escalones ganados siempre que sea fiel a sí mismo. Por ejemplo, “Agente Contrainteligente”, la cual tuve el placer de ver el día de su estreno, es una gran mierda, pero también es tan pasada de rosca que resulta imposible no reírse durante buena parte del metraje. ¿Tan difícil es dejarse llevar por la mala baba?

Por ahí pululan, poniendo unas voces que tampoco destacan en lo más mínimo, una Susan Sarandon que ya ha vivido sus mejores años, Bob Odenkirk, sin poder aprovechar siquiera la interpretación de un Belcebú falto de energía, y Mila Kunis, experta en esto de poner voz a dibujos animados, ella es Meg en “Padre de Familia”. Nada destacable, ni el doblaje ni los muñecos consiguen transmitir la magia que, por ejemplo, sí tenía “Team America”, llegando a estar la animación, en determinadas escenas, muy cerca de resultados amateurs.

En resumen, olvidaos de “Southpark” o de otras animaciones para adultos. No sólo por la falta de mala leche, también porque el ingenio brilla por su ausencia, y una comedia debe estar muy cuidada en sus diálogos, aquí desprovistos de chispa en todo momento. Insisto en que como dato salvador quedan los decorados, el diseño en general, muy entrañable y con aires a cine de los cincuenta.
Ninguna sorpresa, aun sin ser un fanático de “Robot Chicken”, pues algunos capítulos me parecen mera paja mental, “Hell and Back” no llega a la altura de los peores momentos de dicha serie. Una pequeña decepción que, al menos, me ha hecho tener ganas de volver a ver una película de terror. ¡Total! Si hay mierda en todas partes, ¡mejor probar la de siempre! Uno ya se ha hecho con sus matices.