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The Lure

Pescado con setas mágicas

The Lure

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 2/5

En una Varsovia alternativa dos sirenas, de esas que comen hombres literalmente, se unen al grupo musical de un cabaret para pasar unos días entre los humanos. Allí, las emociones humanas – amor, codicia, deseo – terminaran por tensar su hermandad hasta los límites de un cuento de los hermanos Grimm.

No tengo ni puñetera idea de qué narices he visto. Algunas veces me siento en este estado tras ver una película por mera desidia – o la ingesta de sustancias ilegales –, pero en este caso, por muy profundo que haya sido el intento de análisis, me siento incapaz de descifrar o volcarme con un producto que cuesta definir siquiera. Quizás lo más adecuado sea decir que “The Lure” es un musical tragicómico con elementos fantásticos de fondo, donde la idiosincrasia de un país como Polonia queda patente en esa levedad, gente dotada para el humor negro, para tratar temas tan, aparentemente, profundos como son la maternidad, el amor, el sexo o la muerte. ¿Será que he perdido cualquier atisbo de sensibilidad con los años? ¿Qué hay que ser polaco para comprender los guiños culturales de los que, quizás, esté repleta esta obra? Un enigma que tuvo cierta repercusión en el festival de Sundance de este año, pero que, dada la espiral de sinsentido a la que se abandona, termina por ser un mero corolario de belleza muerta, falto de esencia.
Eso incluso a pesar de sus dos encantadoras protagonistas, Marta Mazurek y Michalina Olszanska; las cuales van más allá de dos cuerpos bonitos y se zambullen a la perfección en una simpática combinación de complementarios, Oro y Plata. No conocía de esta falta de pudor polaca, una espontaneidad a la que añadirá confusión al espectador acostumbrado al cine anglosajón.

Lo primero que convendría destacar sería la ausencia de elementos terroríficos. A lo sumo unos destellos consustanciales, antes que premeditados, salpicando parte del metraje, hora y media extenuante debido a un montaje carente de elegancia. Pecado no venial cuando hablamos de una película protagonizada por dos sirenas caníbales. Lejos de la reciente “Siren”, donde también esta figura de leyenda intenta representar la voracidad y lujuria femenina de forma muy sui generis, “The Lure” apuesta por una visión desenfadada donde la historia, especialmente dispersa, se someta a lo visual. Una estética que, además, se aleja nuevamente del horror para abrazar el estilo de autor pop que Wes Anderson ha convertido en sello personal. Quizás esa lejanía con cualquier lectura macabra se deba a la presencia tras la cámara de Agnieszka Smoczynska, directora debutante de una prestancia fuera de toda dudas. Sin embargo, es el guión, escrito por un tal Robert Bolesto, el que prefiere tratar el material más escabroso con una pretenciosidad “kitch” rayana ocasionalmente en lo estúpido, obstinado en emular una visión cercana antes con el cine del gran Kusturica que con el terror que nos gustaría, al menos en “Almas Oscuras”.

Quizás demasiados estilos: comedia de trazo procaz y surrealista a la par; romanticismo freudiano; erotismo rocambolesco y cabaretero de toques sáficos; drama hermético teñido de crítica sociopolítica; y esas gota de terror que sólo aluden a la condición caníbal de nuestras sirenitas de manera tangencial.
Tal y como dicta la leyenda, estas criaturas marinas se alimentan de los machos de nuestra especie tras seducirlos con sus cánticos melodiosos, y aquí entra de lleno el verdadero género al que se acoge “Córki dancingu”, título original del film, aproximadamente “hijas del baile” en castellano. Ese género sería el musical, hasta sus últimas consecuencias. Es decir, a través de variados números musicales, mejores y peores, la trama avanza renqueante hasta su agridulce final, fiel reflejo de esos mitos que, aquí normalizados como si hablásemos de tradiciones de andar por casa, muestran una historia de amor sin segundas lecturas. Vamos, que en el sexo y el amor todo vale hasta que las diferencia se pagan caras. Una interpretación fría hasta cierto punto, pero que tendría su encanto si, durante el trayecto, tanto tributo a los ochentas, unos alternativos donde se ubica temporalmente “The Lure”, no opacase a los personajes dentro de situaciones poco graciosas o incomprensibles para el espectador foráneo. Probablemente todo se reduzca, y merece la pena compararla con una grande como es “Liza, the Fox Fairy” o un pequeño clásico moderno como “Lo”, a que “The Lure” no consigue ser graciosa, aunque el humor vaya por barrios.

Básicamente nuestras sirenas, Silver y Golden, se unen a un cabaret por el mero placer de hacerlo, como si de unas vacaciones pagadas se tratase. Desapegadas a los sentimientos humanos, aunque no haya mucho humano “real” a su alrededor, se dejan llevar divertidas por una espiral de emociones ajenas y propias. De tal forma, terminan enamorarse de un rubio bajista, en el caso de Silver – la más sensible de las hermanas – y a devorar víctimas en el caso de Golden – la más sensual y depredadora de ambas –. Por el camino conocerán a un tritón que ha renunciado a sus cuernos con tal de tocar en un grupo de punk, no se sabe muy bien porque motivo, y a una serie de personajes indefinidos de explosivas reacciones que no catalizan con claridad la influencia de estas dos criaturas. Las cuales deberían ser motor de cambio en su entorno, y no meros rostros que mostrar en números musicales, además no tan trabajados como su tráiler nos hizo creer. Más en concreto en el apartado vocal; quizás la adaptación de temas clásicos de la época disco/wave al polaco, con unas letras carentes de significado, hagan mella en este apartado.

No obstante, es innegable la calidad de “The Lure” si hablamos de su faceta visual. Mención especial a unos efectos especiales y maquillajes merecedores de todos los premios habidos y por haber. Una gozada ver como se exhiben nuestras sirenas ya sea en forma humana o completa, no podrían ser más creíbles. Destacable el sacrificio por amor de Silver, sito en una sala de operaciones, durante el cual asistiremos a una de las escenas más originales y bellamente rodadas de lo que llevamos de década, sobrecogedora incluso asumiendo la escasez del trasfondo y los continuos saltos temporales que no ayudan en nada a esa narrativa carente de emoción de la que hace gala Agnieszka Smoczynska. Un diseño de producción de escándalo, seguramente auspiciado por las intenciones internacionales de la obra, pese a ser, insisto, un producto tremendamente local.

Aislando el factor de exotismo, que lo tiene y muy atractivo, poco queda por indagar sobre estas dos sirenitas. Los distintos personajes que las rodean van y vienen sin demasiado peso específico, quizás lastrados por esa idiosincrasia descabellada que no he sabido apreciar/interpretar. Los actores tras las máscaras creo que han realizado un buen trabajo, tampoco sabría decir porque llego a esta conclusión cuando sus diálogos parecen a veces escritos al azar. Pero lejos del problema de no seguir una línea lógica en lo emocional, ellos lucen creíbles y rotundos dentro de su extraño circuito de reacciones. Eso sí, no me preguntéis mucho por sus nombres y currículos, pues desconozco el panorama polaco en ese aspecto. Si queréis podemos hablar de bandas punk y oscuras de dicho país – 1984, Made in Poland, Varieté, Siekiera, Madame, DHM, One Million Bulgarians, Aurora –, pero de su industria cinematográfica sé más bien poco.

Resumiendo: es fácil entender, dada su exuberancia, que haya llamado la atención en ciertos festivales donde los críticos y el público buscar ser eyaculados sobre sus retinas. Nada que objetar en la construcción formal de este musical glamuroso, mucho más dinámico y atrapante que cintas tan cacareadas como “The Neon Demon” – parece que no sepa hablar de otro referente –. Sin embargo, como película de terror puede resultar un chasco de padre y muy señor mío; además de resultar tan controvertida como una kołduny de carne humana, seguro que sabrosa para paladares más afinados que el mío. Yo no pagaría un złoty por volver a este cabaret.

Lo mejor: Su puesta en escena, una delicia visual.

Lo peor: La mezcla queda aguada en todas sus partes... ¿habrá que ser Polaco para entenderla? ¿Hay algo que entender?


Vuestros comentarios

1. 14 ene 2017, 02:15 | paulcrosnier

Hay que darle su oportunidad se psicodélicamente buena, por los momento.

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