Colossal

Las cosas como son, no tengo ni pajolera idea de lo que es un Kaiju. Lo poco que sé es que son monstruos estilo Gozilla —que es el referente por antonomasia—, y que los Power Rangers copiaron este estilo para sus cutre-peleas con robots gigantes vs. monstruos de por medio. Pero imagino que algo cercano a todo esto es en lo que tenía en la cabeza Vigalondo cuando ideó algo como Colossal: ni más ni menos que robots gigantes vs. monstruos igualmente gigantes, paseándose por una ciudad asiática cualquiera y destruyéndolo todo a su paso. Entiendo el rechazo que, en algunos sectores, está generando Colossal, un filme que, de facto, basa toda su campaña publicitaria en esponsorizar a su actriz protagonista (Anne Hathaway) para que el público acuda en masa a verla (probablemente esa sea la razón por la que uno se puede pasear por los cines de Madrid con pases para ver algo como Colossal). Y la colosal sorpresa con la que se encontrará gran parte de ese público es, precisamente, ESTO; una película titulada Colossal que, si bien tiene en su haber a un monstruo y un robot de dimensiones colosales, el verdadero protagonismo lo asumen dos seres humanos perdedores de tamaño estándar. ¿Tiene sentido? ¿No lo tiene?

Pues es probable que no tenga ningún sentido… Colossal no deja de ser un oscuro drama fantástico con tintes de sci-fi y con sus propias reglas reformuladas. Para que luego nos quejemos, continuamente, de por qué tenemos que soportar producciones del estilo de Alien Convenant, para nada innovadoras o que son la enésima secuela de “lo mismo de siempre”. Pues mirad, aquí tenéis al Colossal de Nacho Vigalondo para daros un festín de monstruos… diferentes. Ni terroríficos, ni letales como un xenomorfo, ni causantes del apocalipsis… pero igual de monstruos al fin y al cabo.

Era evidente que Vigalondo no iba a ofrecernos una monster movie al uso (de haberlo hecho, para muchos, hubiera sido decepcionante). De nuevo, el centro de atención de la polémica y la discordia se ha situado sobre un guión repleto de giros y dobles lecturas sobre el que se han vertido opiniones y sentencias desorbitadas. Obvio que Colossal no os va a ofrecer el caos o la destrucción de una película del corte de Gozilla (en cualquiera de sus infinitas versiones), pero tampoco es la quinta enmienda de la moralina ni un simple lienzo sobre el que reflejar valores feministas. He leído cosas como que Colossal busca empoderar (“empowerment”: dar poder) a la mujer; sin embargo creo que solo porque Gloria (personaje al que da vida Hathaway) sea la única persona del grupito de amigos que plante cara al matón, no hace de la obra de Vigalondo un panfleto que aborde cuestiones de género. En realidad Colossal es una película que trata sobre el bullying indistintamente del género; de hecho en varias escenas de la película vemos como las acciones de bullying se acentúan en personajes masculinos, lo cual me lleva a la conclusión de que poner el acento en el género es un intento innecesario de llamar la atención y de querer vender un producto de manera errónea.

En el fondo no deja de ser un nuevo giro de tuerca al sempiterno matón de colegio (y en este momento me acuerdo, por ejemplo, del Chris Hangersen de Carrie). Que Gloria sea mujer y sea víctima de bullying por parte de un hombre, ni va a cambiar el papel de la mujer en el cine, ni tampoco es el eje sobre el que gira la película. ¡Atención Spoilers! La gracia de todo el asunto está en ver los destrozos que generan dos personas desenfrenadas y repletas de odio cuando beben sin control Fin Spoilers. Y ahí es donde Colossal, me pareció muy, muy grande.

En cuanto al resto, a mí el Colossal de Vigalondo me ha dejado alucinado. Su humor negro —muy negro— es realmente meritorio; y Vigalondo sabe darle a los efectos especiales ese grado de cutrez exacto que le otorga a su película un encanto innegable. El monstruo aparece en escasas escenas de la película, limitando su verdadero protagonismo a un par de momentos puntuales bastante potentes. El resto de apariciones “monstruosas” son, en su mayoría, retransmisiones a modo de noticias, reservándose lo mejor para el final. Y, por supuesto, no puedo más que alabar la actuación de la impecable Anne Hathaway, lejos de los ñoños papeles que protagoniza asiduamente en la cartelera. En Colossal nos muestra a un personaje que se siente real y con el que es fácil empatizar. Lisa y llanamente, lo borda… De manera magistral. La actriz norteamericana aporta muchísima naturalidad a su personaje y un humor que no se siente para nada forzado. Para mí ha sido el descubrimiento de la película, justificando, hasta cierto punto, todos esos horribles posters promocionales con su cara. Todo lo bueno que se diga de ella es rotundamente justo, porque la Hathaway es el alma de la película. El tramo final de la película es espectacular, pero soportar 110 minutos de la vida de una borracha y sus problemas sentimentales hasta llegar a ese punto, es un mérito incuestionable de Anne Hathaway.

Como remate final tan solo añadir que sé que esta reseña va a generar muchas opiniones contrarias y probablemente más de uno acabe odiándome por haberle exhortado a ver semejante disparate, pero asumo las consecuencias con mucho gusto. Colossal es un “altamente recomendable”, sin lugar a dudas.