Asesinos

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Home Sweet Home

¿Alguien visita tu casa cuando tú no estás?

Home Sweet Home

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 2.5/5

Home Sweet Home

Probablemente, David Morlet quisiera que dijeran de él que es alguien que coge un género o subgénero, lo subvierte y hace la película definitiva sobre el tema. Tras dos cortometrajes bastante apañados, Organik y Bitten, debutó en la dirección con Mutants en 2009, donde ponía a la vista su estrategia: cuando parecía que estábamos en el cénit del mundo zombi (qué ilusos, y cuatro años después sigue siendo el subgénero más prolífico), llegaba él con una arriesgada historia de amor entre un humano y un zombi, episodio mínimo y localizado pero con alcance para haber llevado al género un paso más allá en un momento en que lo necesitaba (y desde mi punto de vista, lo sigue necesitando. ¿Será “Guerra Mundial Z” la encargada de hacerlo?) El resultado no acabó de funcionar, y no porque la idea fuera mala: fallaba la tramoya, la arquitectura interior del asunto: los personajes y la relación entre ambos.

Cuatro años después, David Morlet vuelve a ponerse tras las cámaras. Y de nuevo coge un argumento y mundo reconocibles: la invasión del hogar por parte de un asesino. Sara y Frank vuelven a casa tras pasar la noche afuera y haber dejado su hijo al cuidado de su abuela. Se cambian de ropa, se duchan, se disponen a acostarse, como cualquier otra noche, ignorando que en su casa, oculto en las sombras, hay un peligroso asesino…

Lo mejor: El arranque.

Lo peor: Aunque apreciable, la mayoría del metraje roza lo convencional.


Sightseers

Liberando tensiones

Sightseers

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 4/5

Sightseers

Con motivo de su estreno en salas de cine, os ofrecemos de nuevo la reseña de Sightseers (Turistas), la última y deliciosa película de Ben Wheatley.

Uno de los mayores aplausos de la edición del festival de Sitges 2011 fue para la cinta dirigida por Ben Wheatley Kill List. En ella nos presentaban a una pareja de eficaces asesinos que se hacían cargo de una misión mucho más compleja de lo que parecía en principio y que termina llevándolos a un submundo misterioso en el que acaban por perderse. Una cinta entre el thriller y el terror, original e interesante pero que a éste que os escribe le dejó algo frío, principalmente por concluir de cualquier forma y por derroteros un tanto absurdos tras un comienzo y desarrollo geniales que pedía a gritos algo más de brillantez en el cierre. Como sea, el anuncio de una nueva película de este director en el festival del 2012 llenó la sala de espectadores y expectativas que, tengo que decir, se cumplieron con creces y culminaron en una gran ovación de todos los presentes.

Chris y Tina llevan muy poco tiempo de relación y para conocerse mejor y afianzar sus lazos plantean una escapada, en caravana, por los paisajes más bucólicos de Yorkshire y por los rincones preferidos de Chris. Esto ayudará a Tina a superar la culpabilidad por la pérdida de su querido perro Poppy (muerto en un grotesco accidente) y, a su vez, alejarla de la ponzoñosa influencia de su madre. Lo que ninguno de ellos sospecha es que se han juntado el hambre con las ganas de comer: Chris es un violento personaje que no controla, ni desea controlar su ira y Tina ha vivido en un estado de sumisión y presión que tiene que explotar por algún lado… La excursión no tardará en dejar un buen rastro de sangre.

Lo mejor: Los actores, el humor constante y el sujetador de ganchillo de la protagonista...

Lo peor: Tras el primer "accidente" sigue la historia como si nada. Puede que te moleste seguir a 2 personas tan casposas.


Some Guy Who Kills People

La venganza fría como un helado

Some Guy Who Kills People

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 3.5/5

Some Guy Who Kills People

Ken Boyd es un tipo atribulado de treinta y cuatro que vive con su madre, dibuja comics para él mismo y trabaja en una heladería. Sin futuro claro, con un pasado turbulento vivido en una institución mental, pasa las horas muertas planeando su venganza contra los compañeros del instituto que le amargaron la vida. Cuando los asesinatos que imagina empiezan a suceder realmente todo cobra sentido para él… hasta que la aparición de una hija que no conocía, un posible nuevo amor e, incluso, un nuevo padre sheriff vuelven a poner su patético mundo del revés. ¡Ni siquiera los sociópatas pueden llevar una vida “decente” en estos tiempos que corren!

Al frente de esta película tenemos a Jack Pérez, conocido mundialmente por ser el director contratado por The Asylum para filmar Mega Shark vs Giant Octopus, una película basura de dimensiones épicas, cuyo trasfondo poco serio se ocupa de finiquitar con esta Some guy Who Kills People.

Vendida como una comedia de horror, creo que Some Guy Who Kills People va bastante más allá, dentro de las posibilidades de su manufactura independiente. A saber, existe comedia ácida, tenemos horror encarnado en una interpretación muy “sui generis” del subgénero slasher, también existen unas gotitas de romance subdesarrollado y, como colofón, una buena medida de drama familiar post siglo XX.

Lo mejor: Cine independiente de amplio espectro que satisfará a los exigentes.

Lo peor: Nada.


Little Big Boy

La Ascensión y Caída de Jimmy Duncan

Little Big Boy

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Little Big Boy

Little Big Boy (¿he oido ”Dustin Hoffman” entre los presentes?) es un experimento de serie Z que, como si de un documental para televisión se tratase, sigue las imaginarias desventuras de un cineasta underground, Jimmy Duncan, que acaba por perder la almendra atosigado por la porquería inherente a la industria cinematográfica: periodistas con ganas de volcar sus frustraciones sexuales en las críticas que realizan, actrices de medio pelo que exigen como si fuesen estrellas de Hollywood, incompetencia por parte de los técnicos, productores sin paciencia que entre mamada y mamada vejan a sus directores, compañeros de profesión que lanzan falsas acusaciones sobre zoofilia, etcétera. Tras joyas como Outerspace Zombies, Duncan adquirió fama internacional siendo valorado como uno de los “enfants terrible” de la industria. Hasta que en el rodaje de su cuarta cinta, The Death Stalker Murders, su director perdió completamente el rumbo y acabó con casi dos decenas de actrices y strippers, tal vez como consecuencia de las trágicas vivencias de su pasado.

Lo mejor: Su originalidad en cuanto a desarrollo y el tono paródico con respecto al cine de serie Z.

Lo peor: A veces peca de chabacana. Así mismo, ciertas actuaciones rompen el ritmo.


TORSO

Giallo y Slasher unidos por la espina dorsal

TORSO

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TORSO

En 1973 todavía quedaban unos años para la explosión del slasher. Es cierto que “Peeping Tom” (El fotógrafo del Pánico, Michael Powell) es de 1960, y según el imprescindible documental Going to Pieces: The Rise and Fall of the Slasher Film, ésta es la película fundacional del género; también se había estrenado ya “Bay of Blood” (Mario Bava, 1970), que es la precursora, según prácticamente toda la bibliografía sobre el tema, y según Ghostface, el asesino de Scream. Desde luego, los americanos que exportaron este tipo de películas habían visto, por fuerza, toda la camada de giallos italianos, y seguramente Italia fue el país donde menos impacto produjeron las masacres de asesinos enmascarados de Estados Unidos.

En la mayoría de los giallos, además, suele haber un body-count. Es verdad que a lo mejor no es un rasgo especialmente identificativo del género, más volcado en la investigación, la trama rocambolesca o los motivos “psicologistas” del asesino, pero son muchos los casos en los que el recuento de cadáveres es enorme y los crímenes se convierten en lo mejor de la función. En “Torso”, en concreto, las víctimas son unas atractivas estudiantes de arte en Perugia, casi no hay investigación criminal y el asesino es un enmascarado, por lo que realmente estamos muy muy cerca del slasher… que aún no había sido creado.

Lo mejor: el tramo final.

Lo peor: la conversación en la que el asesino desvela sus motivos.


Henry, retrato de un asesino

Testigos del terror real

Henry, retrato de un asesino

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Henry, retrato de un asesino

En los ochenta, el cine ya nos había dado a conocer a muchos asesinos en serie. Sobre todo a raíz del sorprendente éxito de La matanza de Texas (1973) y La noche de Halloween (1978), así como todos sus alumnos posteriores, con Viernes 13 (1980) y Pesadilla en Elm Street (1984) a la cabeza, se trató de una etapa del celuloide en la que los cuchillos de tamaño gigantesco o las moto sierras vestidas de sangre campaban a sus anchas. Pero ninguna de ellas hablaba del asesino común; del tipo corriente que te encuentras por la calle, en el trabajo, con el que charlas en el bar. Lo que estaba de moda eran los matarifes sobrehumanos, los superhombres de increíble estatura y/o rostros monstruosos. Aquellos locos a los que, por mucha caña que les dieran, en el último minuto regresaban para dar el susto o despejar el camino para otra secuela. En dichas décadas y en anteriores hubo excepciones, claro, pero quizá fue Henry, retrato de un asesino la que encaró, de una vez por todas, el horror de lo cotidiano a través de los ojos de un psicópata tal cual, sin edulcorantes ni colorantes.

Henry, enemigo de la censura

Lo mejor: La puesta en escena directa y al grano de John McNaughton, que nos hace testigos en primera persona de lo que sucede y la perfecta encarnación del psicópata por Michael Rooker.

Lo peor: Que alguien pretenda verla como otro exploit con psycho-killer, o que el aluvión de cine violento e híper-realista de los últimos años haga pensar que ha quedado desfasada.