Michael

A esta alturas de la vida, con la televisión y los medios de comunicación bombardeando con historias atroces, queda claro que no hay mayor horror que el mundo real. De hecho las historias que suelen plagar nuestras reseñas se antojan pueriles en comparación con el sufrimiento y terror que se inflige en el mundo a cada rato. La que hoy nos ocupa no es una película de terror, aunque nos habla de un monstruo. Carece de sustos, sangre y muertes, aunque a buen seguro que os tendrá con el corazón en un puño. Y, a pesar de lo ajeno que espero que sea para la mayoría lo que se muestra, no dudareis en ningún momento de lo real que es el terror que se nos presenta.

Michael es un empleado notable, lleno de ambición y capacidad de trabajo. También es un buen vecino, un tío distante pero atento con su sobrino y el resto de su familia, un amigo simpático… Michael es como tantas y tantas personas con las que te cruzas todos los días por la calle. Pero todo esto es apariencia, la verdadera naturaleza de Michael permanece oculta para todos menos para Wolfgang, un niño que vive secuestrado en su sótano y que sufre las pulsiones sexuales, las frustraciones y los caprichos de su captor mientras se pregunta si existe alguien en el mundo a quién le importe.

Wolfgang está comenzando a hacerse mayor y el reducido espacio en el que habita cada vez le causa más pesar.

Markus Schleinzer, que ha colaborado en gran cantidad de películas de Hanneke, se estrena en la dirección con Michael. También firma el guión y lo hace adoptando las maneras de su maestro: tratando las secuencias con una distancia y asepsia, tan incómoda, que obliga al propio espectador a implicarse en la historia para tratar, inútilmente, de variar el discurrir de la trama. Algo que hace que, a pesar de su patente lentitud, el suspense y la preocupación por los acontecimientos de la trama nos tengan atrapados, e incluso en algún momento se nos encoja el corazón de angustia.

Michael Fuith borda el papel del protagonista adulto, construyendo un personaje que se dibuja lentamente pero con rotundidad: un ser torcido, enfermizo y patético. Por su parte el joven David Rauchenberger, con su Wolfgang, nos atrapa; gracias a su gestualidad y su saber hacer logra transmitirnos el profundo torbellino de contradicciones, miedos y rencores de una víctima en semejante tesitura. Un papel que se dibuja más con sus silencios que con sus acciones.
Ambos son enormemente ayudados por un guión brutal, plagado de escenas aparentemente casuales y domésticas que poco a poco nos terminan espeluznando. Algunos momentos, como la escena de la que hemos extraído el subtítulo de esta reseña, o en la que Wolfgang se derrumba al ver el cartel de búsqueda del gato del vecino y creer que nadie ha movido en cambio un dedo por él, o la terriblemente tensa en la que Michael decide buscar un compañero de habitación para su secuestrado, nos atraparán y darán muestra de una maestría y saber hacer poco común en un debut en la dirección.

Contrasta ver el realismo y la naturalidad de esta propuesta si la comparamos con productos parecidos como la reciente Chained, por cierto que ambas comparten una escena brillante muy similar… En cualquier caso el mayor acierto de Michael será huir de cualquier concesión al cine convencional, aunque también puede ser su mayor defecto, pues no se trata, ni por temática ni por ritmo, de una cinta sencilla para el público común.

Tampoco será del agrado de los buscadores de sensaciones intensas, pues Markus Schleinzer ha puesto especial cuidado en ser contundente pero tremendamente sutil; no existe la intención de llevar el título a territorios grotescos. Así, en la primera violación veremos solamente el comienzo de la acción (con amenazas verbales) y posteriormente saltaremos a la conclusión (con el protagonista limpiando su pene después de la agresión)… eso sí, nuestra imaginación completará los repulsivos huecos de la acción, generando un malestar enorme.

Estamos ante un filme brillante, demoledor e hipnótico para cualquier espectador interesado en el lado más oscuro de la naturaleza humana. Una cinta que sigue la senda de títulos como “La pianista”, “In my skin”, “El video de Benny” o “Henry retrato de un asesino”, fascinante, pero no recomendada a visitantes ocasionales.