Goodnight Mommy

¡Arde, mami, arde!

Goodnight Mommy

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 4.5/5

Goodnight Mommy

¿Es posible confundir a tu propia madre con un extraterrestre? Pues aunque parezca imposible, Goodnight Mommy ha hecho esa pesadilla real. Directamente consigue que veas pájaros donde no los hay durante 95 minutos de pura angustia en los que el espectador olvidará la realidad y vivirá inmerso en el mundo de fantasía y pesadilla de los niños. Eso es exactamente, para mí, Goodnight Mommy. De pronto dejé de ser adulto; medía medio metro, estaba perdido en un maizal y me dejaba guiar por la mágica sensación de la ingenuidad.

Es curioso, pero en ningún momento podríamos afirmar que Goodnight Mommy es una película “original”. Su leitmotiv básicamente radica en un malentendido disparatado que degenera en la maldad de los supuestos seres más inocentes de la Tierra: los niños. Maldad que hemos visto representada cientos de veces en pantalla con miles de formas distintas, desde el clásico de Ibáñez Serrador ¿Quién puede matar a un niño? (1976), La profecía (The Omen, 1976) y con especial hincapié en la pragmática y veleidosa Rhoda, la cría pedante del clásico Mala Semilla (1956). Sin embargo Goodnight Mommy da un paso más allá en su análisis psicológico sobre la maldad infantil, hasta el punto que lo que debería ser una locura de película de terror que en primera instancia no debería haber existido, es un estudio absolutamente creíble, muy visual y mucho más real y analítico de lo que jamás hubiera imaginado. Goodnight Mommy es el perfecto ejemplo de que, en la mayoría de ocasiones, lo que realmente importa no es que lo que se cuente esté muy manido, sino lo notable que puede llegar a ser el cómo se cuenta, y si se hace de un modo inteligente y original.

Lo mejor: Todo. Una patada en los huevos

Lo peor: El momento cruz roja… si pretendían homenajear a À l'intérieur: objetivo conseguido.


Gingerclown

El primo húngaro de Tim Burton

Gingerclown

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 1/5

Gingerclown

Los Ángeles, 1983: El pardillo del instituto se cruza con el equipo de rugby al completo mientras estos se dedican a meter mano a sus chicos en la trasera de sus bugas. Tras el encontronazo, el capitán del equipo desafía a nuestro pardillo a traer algo del parque de atracciones abandonado una vez pasada la medianoche. Pero allí, Pardillo McFly no solo encontrará atracciones polvorientas, también el amor de la chica más popular del instituto y el horror de seis demonios con menos movilidad que una piedra de molino.

Mezclemos la estética registrada de un Tim Burton tísico con la esencia más ñoña de “It”, añadámosle actores que no merecen tal nombre, efectos especiales sonrojantes, una sobredosis de películas para adolescentes de los ochentas y varios cientos de miles de bombillas: el resultado, macerado en barricas de neumático quemado desde la exótica Hungría, se llamaría “Gingerclown”, y sería menos apetecible que una lavativa anal con aguarrás. Una película que ha pasado desapercibida, por suerte, aun contando con la asociación de ciertos nombres, en este caso actores famosos muy vinculados con el fantástico, para lo que sería el doblaje de las criaturas fantásticas (¿demonios?) que pueblan el parque de atracciones abandonado donde se ubica la trama.

Bueno, ¿trama?, ¿argumento?, ¿guion? Palabras que le quedan grandes a la patochada que se saca de la manga el hombre detrás del invento: Balázs Hatvani, desconocido director que decide situar el marco temporal en el año 1983, el de su nacimiento, sin que esto aporte más que unas gotas de nostalgia que no se rubrican con una escenografía o vestuario a juego. Vamos, que la película transcurra en los ochenta no aporta nada y, además dados los resultados, parece un flaco favor a los que guardamos tan buenos recuerdos de Naranjito, Espinete, los Teleñecos y demás…

Lo mejor: Las voces de los dobladores de las marionetas.

Lo peor: Las actuaciones y los efectos especiales.


The Thing on the Doorstep

A la caza del espíritu de Lovecraft

The Thing on the Doorstep

La relación de Daniel Upton con su amigo Edward Derby cambia bruscamente después de que Edward se involucre sentimentalmente con Asenat Waite, una hipnotizadora con una reputación algo extraña. Al ver que el comportamiento de Edward se vuelve cada vez más errático y empiezan a suceder eventos inexplicables, Daniel decide investigar qué está ocurriendo realmente con su amigo Edward. ¿Es un caso de locura… o algo mucho más aterrador?

Después de que Guillermo del Toro, el pasado verano, dejara nuevamente abierta la posibilidad de, por fin, concretar la adaptación cinematográfica de En las montañas de la locura (aunque si finalmente llega a estrenarse, de la mano de del Toro, probablemente tendríamos que esperar hasta el 2018); los seguidores H.P. Lovecraft deberán seguir pendientes de la escena independiente, la más emprendedora a la hora de convertir el universo de pesadillas del mítico escritor estadounidense en una realidad cinematográfica. En esta ocasión le toca el turno a The Thing on the Doorstep, basada en un relato corto escrito por Lovecraft en 1933 y publicado en la edición de enero de 1937 de la revista pulp Weird Tales. El relato, que en España conocimos bajo el título El ser en el umbral, también formó parte de la antología La Llamada De Cthulhu.

Billy Club

El slasher nunca pierde tirón

Billy Club

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 2/5

Billy Club

Como anuncia el subtítulo de esta reseña, siempre ha habido y habrá directores que decidan darle una oportunidad a un género como es el slasher. El tiro puede salir por la culata, y no sólo porque en él está todo inventado, sino porque siempre ha trabajado con unos esquemas muy limitados, en los que innovar se ve desde forzado a irreverente, o peor, traidor. Con todo, es posible facturar un buen título, y todos sabemos que no hace falta ser original para hacer una buena película, siguiendo tan recurrente adagio en el mundo del celuloide.

Me hubiera gustado ensalzar Billy Club, ponderando su cinematografía, originalidad y estilo, pero me temo que serán pocas las cosas de las que podré hablar bien. Además, aunque me cueste, intentaré no ser injusto y cebarme con factores claramente ligados a lo limitado del presupuesto, como el elenco actoral o la fotografía. Es obvio que los fondos no daban para fichar a Anthony Hopkins o para agenciarse un equipo luminotécnico espectacular, pero sí hay aspectos que se podrían haber mejorado para redondear un producto más presentable.

Lo cierto es que Billy Club comienza bien y va desinflándose irremediablemente, aunque en la parte final remonta levemente el vuelo. En sus primeros quince minutos se pone toda la carne en el asador, y se inquieta al espectador – en el buen sentido – con planos muy cercanos de maquinaria y objetos, explicitando la metódica labor de un asesino muy concienzudo, en la línea de Maniac o El asesino de la caja de herramientas. La narrativa también es heterodoxa pero acertada, con flashbacks bien insertados, que desmenuzan todo para que quede claro desde el principio qué clase de película se va a ver. Los crímenes, bastante gráficos, no tardan en aparecer, y el asesino posee cierto carisma, vestido de cátcher de baseball y pertrechado con los habituales útiles, en su versión más descerebrada.

Lo mejor: El tramo inical, con su estiloso modo de presentar los hechos

Lo peor: Ritmo tedioso y deslabazado. Intentos de humor fallidos


The taking of Deborah Logan

Abuelita, abuelita, que ojos más raros tienes...

The taking of Deborah Logan

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 3.5/5

The taking of Deborah Logan

Desde el momento en que mis ojos se posaron sobre el trailer de la cinta que voy a reseñar surgieron unas ganas locas de hincarle el diente. Esta mezcla entre found footage y mockumentary (están a un 50 por ciento) prometía una buena idea y una colección de escalofríos de gran intensidad… Aunque el resultado me decepcionó en lo referente a terror, lo cierto es que The taking of Deborah Logan contiene originalidad a raudales y resulta un film la mar de disfrutable que además, y en contra de lo que nos suele deparar este género, contiene un comienzo, un nudo y una conclusión clara y definitiva (y por dios que esto se agradece después de ver mil cortes bruscos o muertes fuera de campo…).

Un grupo de jóvenes cineastas preparan un documental sobre el alzhéimer y sus consecuencias, no sólo en el paciente sino también en sus cuidadores. Con este fin, contactan con Sarah (Anne Ramsay) para seguir el proceso degenerativo de su madre Deborah Logan (Jill Larson) que está comenzando las primeras fases de esta terrible enfermedad. Pronto empezarán a sospechar que los huecos de la mente de nuestra protagonista están siendo ocupados por una fuerte y siniestra presencia.

Lo mejor: Ideas frescas y un par de imágenes realmente turbadoras.

Lo peor: Caer en tópicos del género le resta interés al resultado.


Ebola Zombies

Vender zombis a cualquier precio

Ebola Zombies

Una mutación del virus del ébola hace que la gente se convierta en zombis infectados y procedan a sembrar el caos entre los escasos supervivientes. Asi es, esta vendría a ser la sinopsis corta de Ebola Zombies; y supongo que muchos ya estáis pensando “¡menuda pandilla de cabronazos oportunistas!”. No nos precipitemos…. Es posible que el tal Samuel Leong, director y protagonista del evento, tuviera la película en su cabeza mucho antes de que estallara un nuevo brote de la brutal enfermedad que está asolando el continente africano. Error. Hace apenas unas semanas la película se titulaba SARS Zombies, pero supongo que lo del Síndrome respiratorio agudo y grave, significado del acrónimo SARS, se iba a vender mucho peor que lo de Ebola Zombies; por lo tanto supongo que nada nos impide afirmar que, efectivamente, estamos ante una pandilla de oportunistas sin demasiados escrúpulos.

Pero una cosa no quita la otra… En la reciente edición del American Film Market Ebola Zombies consiguió distribución para Japón y Alemania. Un tipo llamado Rob Hauschild, que era el encargado de vender la película, cuenta como la gente que se paseaba por el AFM se paraba a contemplar el cartel de Ebola Zombies e incluso se hacían selfies con el cartel a sus espaldas. Aunque también comenta, en un tono irritantemente jocoso, como “Había dos señores africanos que se detuvieron junto al cartel y tuvieron una conversación en su idioma. No parecían tan felices”. La pregunta, llegados a este punto, sería: ¿Hubieran logrado vender la película con tanta rapidez si hubieran mantenido el título original? ¿Quién sabe? Sea como sea Ebola Zombies es una realidad, y el trailer es una castaña de mucho cuidado. Por lo menos a mí me ha servido para recordarme que todavía tengo pendiente de ver Ebola Syndrome, la locura que Herman Yau dirigió en 1996.