Noche de Paz

En una nueva decisión absurda de la distribuidora, Violent night ha pasado a llamarse en España Noche de Paz (¡Ole sus huevos colgones!). título extraño porque, pese a su cartel casi navideño, este nombre no hace honor al espectáculo ultraviolento que guarda su metraje. Tommy Wirkola se ha granjeado una generosa cantidad de seguidores con sus alocadas narraciones, donde la acción comparte un profundo humor negro y una sangre rojísima. Wirkola construye una cinta muy compleja en lo tocante a contentar al público, pues intenta unir dos mundos cinematográficos que son agua y aceite: cine familiar y gore. Cuenta para esta misión con buenas bazas por parte del elenco de actores y con un presupuesto generoso, pero para construir un buen guion solo se necesita papel y lápiz y aquí el guion es un tanto desastre.

Santa Claus está agotado de su misión navideña; sigue recorriendo los hogares en nochebuena ayudando a los niños que realmente lo necesitan. Tras 1100 años cumpliendo con la infancia, Santa se ha convertido en un viejo gruñón y alcohólico, perseguido por fantasmas de su pasado más oscuro. Esta víspera de navidad descubre, al entrar en una mansión, que esta ha sido tomada por un comando de mercenarios, que tienen como rehenes a una familia adinerada y muy mal avenida. Cuando sea descubierto bajando la chimenea decidirá echarle una mano a la menor de los secuestrados que se ha escondido de sus captores.

El comienzo de la cinta, con Santa conduciendo borracho su trineo volador y vomitando sobre una espectadora, maravillada por ver que es real, nos prometían una experiencia muy divertida. Desgraciadamente, tras esta introducción, se abre paso un film infantil del peor pelaje, con una niña buena que contempla con gran tristeza como sus padres se están separando. Un cambio de rumbo ñoño y afectado, que cualquiera con dos dedos de frente no dudaría en evitar si se lo encontrara en la tele. A esto se le suma el resto de la gran familia adinerada de esta cría: Una panda de personajes agrios que constantemente sueltan al aire gags desafinados. Justo cuando uno se descubre en el cine pensando por qué coño venir a ver esto era una idea atractiva, regresa Claus y se carga al primer mercenario, vendrán muchos más, y recuperamos, aunque no del todo, el optimismo.

El cine de terror navideño ha consistido, hasta la que nos ocupa, en tomar ese espíritu de concordia y optimismo tan de cartón piedra que traen estas fechas, para azotarnos con él y revelar que la hipocresía, la maldad, y la muerte no descansan en navidad. Violent night no lo hace; por cada muerte salvaje, por cada palabrota o comentario soez, nos ofrece una escena edulcorada de navidad, una frase "Santa, yo creo en tí" que te saca los colores y te provoca vergüenza ajena. Tanto contraste entre entretenimiento adulto y cine infantil, es como tirar agua hirviendo a un cristal muy caliente, la cinta craquela. Como espectador, uno tiene la sensación de que hay dos directores pugnando por hacerse con el control de sus 112 minutos... y ninguno de los dos gana.

David Harbour  construye un Santa Claus parco y ordinario. Es el único personaje al que el guion cuida y le ofrece un par de frases realmente divertidas. Aun así se queda lejos de arrebatarle la corona del Noé mas escatológico del mundo a Billy Bob Thornton en Bad Santa. Peor parado sale en otro extremo de este enfrentamiento John Leguizamo. Leguizamo es un villano de opereta, con una frase tópica de cine de acción malo siempre aflorando en sus lábios. Él y el resto de los villanos se comportan de forma errática, dando la oportunidad siempre a los buenos de evitar un desenlace fatal. Destacar la presencia también de una actriz todoterreno, la veterana Beverly D'Angelo, tan dependiente de la cirugía plástica que uno no sabe si es ella o Melanie Griffith.

Pero si algo sabe filmar el director es acción y violencia. En este caso no se corta un pelo. La cinta es una autentica ensalada de palos con momentos realmente grimosos de ver. Al principio parece que la cosa será contenida, pero conforme Santa empiece a refrescar sus conocimientos con las armas pesadas no dejará hueso sin romper ni tripa sin rajar. Un espectáculo donde escenas como una con un clavo, pese a no ser la más bruta, nos hará dar un respingo de grima. Con todo y con eso nuevamente la violencia es más explícita que divertida y uno se descubre pensando en que tal vez hubiera hecho falta menos carne y que esta estuviera mejor preparada.

Todo lo dicho concluye en que Noche de paz me resultó un espectáculo muy irregular. Una jungla de cristal con todos los elementos que a priori hicieron de esta saga un entretenimiento memorable, pero en esta ocasión la alquimia no ha funcionado y el resultado se queda muy atras de los que esperamos cuando vemos una cinta de acción. Tendrá su público, pero no soy yo.