Acción

Noche de Paz

Noche de palos

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Wolf Project Hunting

Carne picada con especias asiáticas

Wolf Project Hunting

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 3/5

Wolf Project Hunting

Mejor empezar con algunas cifras para que os hagáis a la idea de la brutalidad: Dos toneladas y media de sangre artificial en el rodaje de la película y cien muertes filmadas (a las que podemos sumar otras veinte fuera de plano) en sus dos horas diez minutos, hicieron de Wolf Project Hunting la película más burra de la pasada edición del festival de Sitges. Gustó tanto, que la organización del evento le otorgó una mención especial. Tenía en común con la ganadora, Sisu, un interminable recuento de víctimas y una violencia explícita inusitada en un proyecto de gran presupuesto… algo que sería impensable de ver en el cine norteamericano. Pese a algunos puntos a favor del resultado, yo no puedo compartir el entusiasmo.

La cinta coreana plantea un motín durante un traslado de presos de Japón a corea del Sur en alta mar. Los agentes de policía a bordo, se verán rápidamente superados por un contingente de reos de la peor calaña. El derramamiento de sangre es tal, que crea una gotera que caerá en la boca de un polizón misterioso, oculto en la bodega de este barco carguero reconvertido en prisión, despertándolo de su letargo. A partir de aquí, lo que ya era una matanza se transforma en una desaforada carnicería.

Lo mejor: Aunque sólo trates de contar los muertos ya tendrás tarea para sus dos horas de duración. La factura es de una gran producción

Lo peor: El guion no se preocupa demasiado por que las víctimas nos interesen. Prima la cantidad sobre la calidad del su gore.


Irati

Mitos y leyendas

Irati

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 4/5

Irati

Errementari (El herrero y el diablo) se presentó durante las últimas jornadas del festival de Sitges de 2017. Se trataba del primer film de Paul Urkijo; un chaval por aquel entonces convencido de que el cine de leyendas medievales, magia y espadas, tenía un hueco en la industria de la ficción española. Su trama se situaba años después de la guerra carlista e involucraba en ella a un herrero sospechoso de pactar con el diablo, a una niña huérfana y un botín de oro, en un cuento, al filo de lo infantil, con sabor añejo y con varios ingredientes en su mezcla que no terminaban de cuadrar, junto a otros que demostraban un ímpetu y un saber hacer de este director, que pedía a gritos algo más de presupuesto para construir un film excelente. Cinco años y un cortometraje después (Dar-Dar) y nuevamente en Sitges, Urkijo nos presentó Irati; con ese presupuesto extra que reclamaba y con un resultado que lo convierte, hasta la fecha, en la mejor cinta de espadas y hechicería del cine patrio... algo no muy difícil pero no por ello menos meritorio.

La película nos lleva al siglo VII, a un momento en el que el reino de Navarra no existía y conviven, en su tierra, clanes autóctonos, con cristianos emergentes y sarracenos. Una mezcla inestable frente a la amenaza del ejército de Carlomagno, que se abría paso en la península a través del Pirineo. Presenciamos los albores de la batalla de Roncesvalles, donde el padre de Eneko Aritza, protagonista de la historia e interpretado por Eneko Sagardoy, realiza un pacto con una diosa ancestral para salvar a su pueblo a cambio de su vida. Años después, el propio Eneko regresa a la comarca convertido en un cristiano confeso. Cuando su liderazgo sea puesto en cuestión, se verá obligado a buscar el cuerpo de su difunto padre, enterrado junto al tesoro de Carlomagno. No estará sólo en su cruzada: contará con la ayuda de una pagana ermitaña, Irati (Edurne Azkarate) conectada con el conocimiento ancestral del bosque.

Lo mejor: Pura magia de la de antes, llena de aventura y leyendas.

Lo peor: En algunos momentos la imagen es demasiado limpia...


Todo a la vez en todas partes

The power of love

Todo a la vez en todas partes

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 4/5

Todo a la vez en todas partes

Parapetados tras el seudónimo Daniels, se esconden los realizadores Dan Kwan y Daniel Scheinert. Curtidos en el mundo del videoclip y la publicidad su trabajo anterior, Swiss army man, dejó estupefactos a los espectadores de festivales fantásticos (ganó Sitges) y de cine en general con su astracanada historia de amistad entre un náufrago y un cadáver, y su divertida y surrealista forma de contarlo. Han pasado unos cuantos años desde entonces. Ahora regresan a la carga con energías renovadas y potenciando todos los aspectos que ya nos sorprendieron con la, sensacional para este que firma y estúpida para otra mucha parte del público, Todo a la vez en todas partes.

Disfrazado de cinta de acción de artes marciales, este título es muchísimo más; se trata de una aventura de dimensiones impensables (nunca mejor dicho) en sus primeros compases, plagada de humor de todos los pelajes y de una interminable sucesión de guiños tanto al cine de entretenimiento como al de autor… todo ello a lo largo de un extenuante metraje de dos horas y veinte de duración. Estos 139 minutos nos recomiendan el ver la cinta a ser posible en cine, ya que las interrupciones de la vida actual pueden terminar por interrumpir una experiencia que se tiene que disfrutar del tirón.

La protagonista de esta historia es una mujer asiática en plena crisis. Su matrimonio, su negocio y su hija son una decepción. Parece que a lo largo de su vida ha tomado todas las decisiones de forma errónea. Ese día, camino de una inspección de hacienda donde posiblemente pierda su negocio de lavandería, desconocedora de que su marido quiere plantearla una separación y tras haber negado a la novia de su hija para no confesar a su propio padre que su nieta es lesbiana, todo en su vida va a cambiar. En el ascensor su marido se comportará como un perfecto desconocido. En unos pocos segundos, le colocará en la oreja un extraño dispositivo que la permitirá moverse entre las infinitas versiones de ella misma que pueblan el multiverso. Súbitamente se verá inmersa en una batalla para salvar su realidad, y el resto de las realidades paralelas, de una misteriosa invasora.

Lo mejor: Su absoluta libertad llena de excesos e incorrecciones.

Lo peor: Su duración y rareza pueden causar mucho rechazo.


The batman

Medalla de bronce

The batman

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 4/5

The batman

Batman es el personaje más dúctil del universo DC. Los directores que lo han abordado, han sabido cada uno darle su toque personal; desde el desenfadado y pop de Joel Schumacher (inolvidable ese traje con pezones como cápsulas de Nesspreso), al wagneriano Batman de Zack Snyder, dotado de una épica visual única en cada plano. Del Batman maduro y gótico de Burton al Batman más ambiguo y reflexivo de Nolan... Cada director ha creado un mundo propio. Ahora, tras más de un año de retraso, le toca el turno a Matt Reeves, un realizador magnífico con títulos tan potentes como El amanecer del planeta de los simios, monstruoso o el excelente remake americano de Déjame entrar. Casi nadie tenía dudas de que Reeves lo daría todo pero los fans del murciélago no tenían tan claro la elección del actor que se calzaría las mayas negras: Robert Pattinson. Yo ya la he visto, y a falta de conocer vuestras opiniones para mí aprueba con nota... aunque no es para nada un Batman al uso.

The Batman nos presenta una Gotham desolada por una droga de diseño llamada Drop, donde la corrupción es generalizada y el crimen campa a sus anchas. Desde hace más de un año un justiciero vestido de enorme murciélago trata de equilibrar las cosas. No está sólo en su cruzada: cuenta con la ayuda discreta del comisario Gordon. La presencia de este caballero oscuro está ganando cada vez más popularidad... tanto que un misterioso asesino en serie, enigma, está tratando de comunicarse con él a través de macabros crímenes. Con cada muerte el peligro crece y también se van dando a conocer misteriosos hilos que conectan a las víctimas con un turbio caso del pasado.

Lo mejor: Una vuelta de tuerca más al personaje, con una trama detectivesca espesa y adulta.

Lo peor: 170 minutos hacen que su primer compás pueda resultar pesado.


Gunpowder Milkshake

Hostias, tiros y estrógenos.

Gunpowder Milkshake

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 3.5/5

Gunpowder Milkshake

Kill Bill, de la que sin duda alguna es deudora la que nos ocupa, dejó muy claro que el cine de acción podía ser igual de efectivo y frenético protagonizado por una mujer. Luc Besson es también otro realizador empeñado en sofisticar la acción agregando bellísimas actrices a la fórmula. Los ángeles de charlie, Aeon Flux, Terminator II, Aliens o Los juegos del hambre, por mencionar a vuelapluma películas con potentes heroínas, demuestran que se puede dar muchos golpes sin renunciar a un buen tacón o carecer de un bíceps como una pata de jamón de jabugo. Gunpowder Milkshake, por tanto, no inventa el hilo negro; ni su argumento ni su irreverencia puede sorprendernos, pero el resultado logra saltar lo suficientemente alto en varios aspectos para merecer nuestra atención y algún que otro aplauso.

Eva (Karen Gillan) es la segunda generación de mujeres asesinas que emplea una misteriosa organización llamada la firma. Su madre (Lena Headey) fue una excelente sicario hasta que un día desapareció y borró todo su rastro. Quince años después la familia se reencuentra, cuando Eva se mete en dos líos peliagudos: Ha asesinado en una refriega al hijo de un mafioso rival y para salvar a una niña de ocho años ha echado a perder una lucrativa misión. Ahora perseguidas por todos, buscan el apoyo de antiguas compañera del hampa. La noche será larga y el número de muertos incontable.

Lo mejor: Sus frenéticas escenas de acción y su estilizadísimo empaque

Lo peor: No sacar partido de Paul Giamatti y tener un guion demasiado simple que no logra emocionar.


Run hide fight

Placer morboso

Run hide fight

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 3/5

Run hide fight

“Obscena”, “oportunismo repugnante”, “fascista”, “reprobable”, “carroñera”, “acción pornográfica”… La crítica del festival de Venecia se lo pasó bomba buscando los peores adjetivos para calificar este desmadre de violencia de gusto muy, pero que muy, cuestionable que supone “Run hide fight”. Un espectáculo frenético en la línea de “La jungla de cristal” en la que la heroína es una estudiante de instituto, y los malos de turno unos alumnos armados hasta los dientes que han prestado atención a las clases de química. La polémica estaba servida, la prensa vomitaba respecto al mal gusto de esta idea y el público salía entretenidísimo de haber pasado ciento y pico minutos en tensión.

A Zoe se le ha muerto su madre. Está triste y negativa respecto a todo y a todos. Su padre (Thomas Jane), exmilitar recuperado de estrés postraumático, trata de reconectar con ella enseñándole a cazar y a ser autosuficiente. Su mejor amigo (Olly Sholotan) quiere poder confesarle cuánto le gusta antes de que las universidades les alejen. Su único consuelo es recrear a su madre mentalmente y poder seguir dialogando con ella. A pocos días del baile de fin de curso, justo en la fecha en el que las bromas son algo común tanto en pasillos como en aulas, un grupo de alumnos armados irrumpen en la cafetería y comienzan un plan para cometer una autentica masacre. El secuestro se inicia justo cuando Zoe estaba en el baño, lo que la permite plantar cara a los asesinos y procurar que el número de bajas sea el menor posible.

Lo mejor: Tan atrapante que te rindes ante ella.

Lo peor: Es de tan mal gusto hacer una cinta de acción de este tema sin tener ninguna intención real de abordar esta problemática.