The Butcher
El arte de marear al espectador
- Título original: The Butcher
- Nacionalidad: Corea del Sur | Año: 2008
- Director: Kim Jin-won
- Guión: Kim Jin-won
- Intérpretes: Kim Sung, You Dong-hun, Ha Yoo-hee
- Argumento: En una granja de cerdos cuatro personas con una cámara colocada encima de sus cabezas serán los protagonistas de una película snuff.
30 |100
Estrellas: 2
Nuestro buen amigo Blanch nos trae la reseña de The Butcher. Bienvenido Blanch y a disfrutar…
Muchas veces nos quejamos de la falta de originalidad en las historias que nos quieren contar muchos cineastas en nuestro querido y amado género. También es cierto que una película gore en la cual se lea la palabra snuff no tiene mucho que aportar excepto la forma artística en la que se cortan manos, se muestran vejaciones insanas y demás depravaciones que no hayamos visto anteriormente.
¿Enfermo? Quizás…
Es por eso que Kim Jin-won (anteriormente había rodado los cortometrajes Man in the Box y Chainsaw High School Girl), debuta en un largometraje donde ha querido innovar lo visto hasta ahora. Para lograrlo da un paso más en el formato de la típica vista subjetiva que ofrece la cámara en mano y nos sumerge en un “shoot em up” en primera persona, como si de un videojuego se tratase, en el que sentir un poco más en nuestra carne el sufrimiento de esta historia de violencia, llantos y sangre. ¿Lo ha conseguido? Personalmente sentí ganas de echarme a llorar. La respuesta después de la sinopsis:
Un director de cine y su ayudante quieren crear arte (let’s make some art, como decía Lloyd Kauffman, aunque el creador de Troma lo hacia bastante mejor); y, según ellos, no hay mejor forma de hacerlo que a través de películas snuff. Para ello contarán con la inestimable ayuda de un hombretón cubierto con una máscara de cerdo, de pocas palabras y muy violento. En su nueva película la pareja elegida como protagonistas es un matrimonio donde bien pronto se pondrá a prueba su amor. El director, muy perspicaz, no quiere perderse detalle alguno de su obra y por ello equipa a las víctimas con un casco que lleva acoplada una vídeo-cámara de grabación.
La primera puesta en escena no podría ser más explícita: salpicaduras de sangre y gente atada, sollozando, ataviada con un casco-cámara en la cabeza mientras dos hombres hablan de cine y de pistolas caseras. Son unos primeros minutos de incertidumbre en los que la víctima y el espectador intentan meterse en el contexto de la situación. Sobre todo el espectador, teniendo en cuenta que en estos primeros minutos ya se nos pone la mosca tras la oreja con el incesante y mareante movimiento de cámara.
Una vez con los ojos adaptados al formato (ni Cloverfield ni REC se movían tan rápido) ya estamos preparados para lo que el director y muchas críticas habían prometido: escenas escabrosas de desmembramientos, violaciones y un sinfín de adjetivos meritorios dignos de ser escuchados, y que provocan que te pique ese gusanillo de la curiosidad que todos tenemos dentro… pero la realidad es muy distinta. O yo ya he perdido parte de sensibilidad, o la gente exagera. Tan hiperrealista ha querido ser esta cinta coreana en su manera de grabar, que por culpa, repito, de sus excesivos movimientos de cámara, acompañados de los chillidos ensordecedores de los torturados y unos primeros cuarenta minutos de mortal aburrimiento, hacen que cuando llegan las escenas impactantes ya no te acuerdes si estabas viendo una peli gore o un Gran Hermano.
¿Y el mal rollo cuando llega? Pues permaneced tranquilos, que yo todavía lo estoy esperando. En estos cuarenta primeros minutos lo único salvaje que vemos son los martillazos que pega el ayudante del director a las víctimas para que se callen y esperen su turno.
Después… un largo rato enfocando a un martillo tirado en el suelo…
La arquitectura en la construcción de las paredes…
El tejado de la granja…
Y por fin hace su aparición la megaestrella de la película: el cara de cerdo. Y con él, todas nuestras esperanzas se van al traste. Gore light, dramatismo insulso y lo peor de todo: un final muy vulgar y hecho con muchas prisas.
Hay una cosa que todavía me pregunto. Si el director - me refiero al real – quiso mostrar esta nueva perspectiva dotando a los torturados de cámaras, ¿por qué en el noventa por ciento del film sólo se muestra el contenido de sólo una, si tenemos en cuenta que por ahí pululan hasta un total de seis cámaras? ¿Se le habría olvidado introducir la cinta en el magnetoscopio o tal vez darle al rec?
Lo mejor: Su poca duración hace que por lo menos la veas hasta el final. Lo peor: No hay tetas, a pesar de tener la sensación de estar viendo un vídeo del Torbe.