Torrente de adrenalina en el interior de un ataúd
Brillante, hipnotizadora, apasionante… no, no son palabras mías. En realidad son sólo una muestra de algunos de los calificativos que la crítica internacional le ha brindado a Buried (Enterrado), un thriller claustrofóbico dirigido por el español Rodrigo Cortés (El Concursante, 2007), con guión de Chris Sparling (se especula con que su libreto pueda estar presente en la carrera de los oscars), y con el protagonismo absoluto de un actor norteamericano de postín como es Ryan Reynolds (Terror en Amytville, 2005), en la que es, sin duda alguna y hasta la fecha, la mejor interpretación de su carrera.
Paul Conroy es un contratista civil norteamericano que presta servicios en territorio iraquí. Tras un terrible suceso que no conviene desvelar, Paul Conroy despierta en el interior de un ataúd de madera enterrado bajo tierra. Sus únicos aliados para salir con vida del ataúd serán un mechero y un teléfono móvil con escasa reserva de batería.
Lo mejor: El grado de intensidad que logra con tan pocos elementos a su alcance.
Lo peor: Su final no será del agrado de muchos espectadores.