Detrás de la Máscara

Reseña publicada originalmente el 10 de Julio de 2009.

Una atractiva y joven camarera sale por la puerta de atrás del restaurante en el que trabaja para sacar la basura. Utiliza una piedra para evitar que la puerta se cierre de golpe. El callejón permanece solitario y oscuro. La chica cree percibir la presencia de alguien que la mira, que la espía. La puerta se cierra súbitamente. La chica se asusta y sale corriendo, buscando nuevamente refugio en el interior del local.

Hemos visto la misma escena (o similares) en decenas de ocasiones (lugares comunes de un subgénero, el slasher, del que en multitud de ocasiones se ha vaticinado su proximidad al agotamiento). A menudo incluso se nos ha otorgado la posibilidad de abandonar, momentáneamente, la perspectiva de la víctima, y contemplar toda la secuencia a través de los ojos del propio asesino (mediante un recurso tan habitual en el slasher ochentero como es el de la cámara subjetiva). Suelen ser unos instantes fugaces, apenas unos segundos en los que observamos la realidad desde el otro lado del espejo, desde la psicopatía, desde la enfermedad (desde el mal); pero siempre a una distancia prudencial y segura. Aséptica. Sin penetrar nunca en ese ámbito de privacidad que el asesino guarda, con tanto empeño, bajo su máscara.

Behind the Mask: The Rise of Leslie Vernon va más allá. Da un paso adelante, permitiéndonos superar la mera faceta vouyerística a la que estábamos relegados, e invitándonos a conocer la verdadera naturaleza del asesino. Nos permite descubrir al individuo, al ser humano que se esconde tras dicha máscara. Sus anhelos, sus dudas, su método de trabajo, la verdadera razón de su comportamiento (si es que existe un atisbo de razón que dé luz a sus actos).

Behind the Mask: The Rise of Leslie Vernon cuenta la historia de un asesino en ciernes dispuesto a forjar su propia leyenda. Ha elegido a su próxima “superviviente” (ver la película para comprender el sentido de dicho término), y permite a un grupo de estudiantes de periodismo documentar, a través de una serie de entrevistas grabadas en vídeo, el día a día de los preparativos necesarios para llevar a cabo, con garantías de éxito, la matanza final.

El punto de partida es original, aunque no del todo innovador (a un servidor le vino a la memoria la hoy prácticamente olvidada “Ocurrió Cerca de su Casa”, 1992). Pero lo que realmente eleva la calidad de Behind the Mask: The Rise of Leslie Vernon hasta cotas muy elevadas, no es tanto su punto de partida cómo el desarrollo del mismo.

La película del debutante Scott Glosserman disecciona el subgénero slasher con una mezcla de causticidad, ironía, sátira y espíritu homenajeador, que se deja entrever en cada unos de los trabajadísimos (e inteligentísimos) diálogos que se establecen entre Leslie Vernon, simpático y accesible aspirante a asesino en serie, y la joven periodista condenada a plantearse un evidente dilema moral derivado de su labor de investigación (con una mención especial al impresionante personaje del viejo mentor dispuesto a transmitirle a Leslie todos los trucos y secretos que debería conocer todo buen asesino en serie… unos de los personajes secundarios más brillantes que recuerdo en un slasher).

El asesino de la máscara deja de ser el monstruo cuyos actos parecen responder únicamente a estímulos de pura e irracional maldad, para convertirse en un auténtico profesional del horror que no dudará en hacer uso de todos los medios a su alcance (diseñar todo tipo de trampas, aprovechar las nuevas tecnologías, jugar con la psicología de sus potenciales víctimas…) para lograr su objetivo final: labrarse su propia leyenda como asesino en serie. Nada puede salir mal. Nada debe salir mal. Y por esa razón no hay lugar para la improvisación. Todos los actos del asesino están perfectamente calculados, estudiados, evaluados. Todo movimiento tiene su lógica, y por lo tanto hay que seguir el método de trabajo al pie de la letra.

Dicho de esta manera la cosa parece más seria y trascendente de lo que realmente es. Behind the Mask: The Rise of Leslie Vernon nunca llega a tomarse lo suficientemente en serio a sí misma como para caer en el ridículo o en la pomposidad. Su punto fuerte es la diversión. El aficionado al slasher no podrá dejar de sonreir ante la agudeza y el ritmo con el que se suceden los numerosísimos diálogos que ponen al descubierto las miserias, las falsedades y las trampas de un subgénero que siempre ha estado desconectado de la realidad y que, por esa misma razón, siempre nos ha encantado.

La mejor forma de describir todo el humor y la ironía que se esconde tras Behind the Mask: The Rise of Leslie Vernon sería, sencillamente, transcribir en esta reseña algunos de los geniales diálogos a los que he estado haciendo referencia. Pero por supuesto eso es algo que no pienso hacer.

Y la peor forma de describir Behind the Mask: The Rise of Leslie Vernon es, curiosamente, afirmar que se trata de un slasher más, uno de tantos. En realidad quién se acerque a Behind the Mask: The Rise of Leslie Vernon pensando que asistirá a nuevo tour de force de destripamientos y degollaciones varias, se estará equivocando de pleno (que nadie crea que Behind the Mask: The Rise of Leslie Vernon es algo parecido a una nueva secuela de Viernes 13… nada más lejos de la realidad).

Los últimos veinte minutos de la película se sumergen, de lleno, en el camino del slasher clásico. Y precisamente son los momentos menos interesantes y menos logrados de toda la película (incluido un giro final de los acontecimientos totalmente previsible).

Como simple slasher Behind the Mask: The Rise of Leslie Vernon apenas resulta convincente. Pero no importa, porque Behind the Mask: The Rise of Leslie Vernon no pretende destacar por su diseño en las muertes, por su violencia gráfica, por la brutalidad exhibida por el asesino, por los litros de sangre… la suya es una propuesta totalmente distinta. Una propuesta que busca en todo momento la complicidad del buen aficionado. Una propuesta que rezuma admiración por el slasher, por sus mecanismos, por sus incongruencias, por sus irrealidades y sus farsas. Un homenaje. Un tributo. Y un excelente vehículo de diversión que cuenta con la inteligencia y la experiencia del espectador para llegar a buen puerto.