Alyce es de esas películas que o bien te agarran fuerte de las entrañas y te las estrujan o te deja totalmente frío e insensible ante lo que acabas de ver. Alyce es todo o nada. Yo lo quiero todo, así que me dejé agarrar y no negaré que me dolió, pero que también me gustó mucho esa sensación.
Alyce representa el límite entre la cordura y la locura, el desequilibrio mental ante situaciones límite. Me explico, Alyce es una chica normal y corriente, con un trabajo normal y corriente que la asfixia y la vacía, pero, un trabajo que necesita para pagar sus facturas (como todo hijo de vecino). La única motivación de Alyce es estar con su mejor (y única) amiga, Carroll (ummmhhhh, me encanta ese homenaje a Lewis Carroll…), una atractivísima mujer que es todo lo contrario a ella, extrovertida, divertida, impulsiva… y en la que cree ver todo lo que ella necesita. Hasta aquí la vida de Alyce puede considerarse bastante similar a la de cualquiera, sin embargo Alyce está totalmente obsesionada con Carroll (y tengo clarísimo que vive enamorada hasta las cejas de ella)y eso la lleva a un estado de confusión en el que no sabe dónde termina la vida de su amiga y empieza la suya, pues Carroll es el principio y el fin.
En una noche de excesos con el alcohol y las drogas sucede lo inesperado, Carroll parece insinuarse a Alyce, para finalmente dejarlo todo en un juego, en una posibilidad remota que en realidad nunca se ha planteado, y aquí es donde comienza la fuerza del subconsciente a dirigir la película, ya que accidentalmente Alyce empuja desde el tejado a Carroll, pero ¿fue accidental realmente?? Objetivamente queda claro que sí, subjetivamente me inclino a pensar que algo dentro de Alyce ya había hecho click y que aquellas manos que empujan a Carroll está guiadas por su corazón roto y no por su cerebro.
Dando por muerta a su amiga, Alyce se refugia en su casa, en su coraza, en su castillo oscuro y allí se gesta a la nueva Alyce, a la que siempre fue, a la que ya no aguanta más, a la que su mundo se le ha caído a pedazos y ya no tiene fuerzas para recomponerlo. Alyce comienza a tener visiones de su amiga “muerta”, pero, ¿estamos ante una película de fantasmas? No señores, esas apariciones son la culpa misma, el infierno del remordimiento y el asco hacia sí misma, esas apariciones son el indicativo que los espectadores necesitábamos para entender que la antigua Alyce saltó al vacío con su amiga y que la nueva Alyce es una bomba de relojería a punto de estallar en mil pedazos.