El presidente de “no-sé-qué-coño-de-país-caribeño” visita Nueva York mientas los rebeldes vudú de las clases bajas preparan su asesinato para llevar la macumba al poder. Una agencia de seguridad estatal, dirigida por un papanatas, se encarga de la seguridad del presidente y de su familia contratando a un cyborg predispuesto tanto a matar como a seducir con su cuerpo lleno de armas. El resto de la película todavía tiene menos sentido…

Cuando hace poco echaba un vistazo a “Knucklebones” quedé sorprendido negativamente por la dirección que se observa en la serie Z actual, demasiado consciente de sí misma, perdiendo descaro si la comparamos a los auténticos truños que llevaron el anti estilo a maravillosas cotas de risas y enajenación cervecera.

Tras la desaparición de un grupo de jóvenes norteamericanos en la costa caribeña, pasando las vacaciones de primavera, una de las chicas es encontrada perdida junto a una playa de Florida. Cuando los federales comienzan su investigación, destaparán una historia sobrenatural sobre piratas, vudú y drogas… unas vacaciones de primavera que podrían revelar el misterio de la inmortalidad.

Rebuscando por el cubo de la basura, me he encontrado con Inmortal Island, firme candidata a “Caspamovie”; estamos ante un producto estadounidense directo a videoclub, cuyo estreno en marzo de este año ha pasado completamente desapercibido por mucho que sus creadores estén intentando mover el producto por diferentes festivales – llevándose varapalo tras varapalo -. Y una vez visto su trailer, y alguna de sus imágenes promociónales, no me extraña que el resultado haya sido enterrarla en la isla más alejada del cualquier continente cinematográfico. Sin embargo, no puedo negar que su sinopsis me atrae por la excusa, que puede suponer, para ver bonitas playas caribeñas y chicas aún más bonitas desinhibiéndose al son de las drogas, mientras van siendo sometidas al poder del vudú (¿son imaginaciones mías o el “leitmotiv” de la magia negra haitiana ha perdido fuelle dentro del cine de terror actual?). Vamos, ¡todo un canto al encefalograma plano masculino!

Where the dogs divide her sitúa su acción tras la masacre de una família. Un hombre sin nombre permanece en un cuarto de baño que no le resulta familiar. Su manos ensangrentadas tiemblan. Amnésico, sin identidad, parte en busca de sí mismo para acabar desenterrando un secreto familiar escondido durante muchísimos años y que tiene que ver con la extraña muerte de sus padres.

Los chicos de Hungercult Films no esconden lo que, por otro lado, resulta más que evidente. Where the dogs divide her es una marcianada que bebe directamente de la iconografía y el universo de David Lynch. En la web oficial de la película incluso se atreven a señalar Where the dogs divide her como la nueva Eraserhead (Cabeza Borradora, 1977), película que supuso el debut cinematográfico del propio Lynch.

Solo al nombrar la palabra vudú, uno ya se acojona. Y no iba a ser menos tratándose de una magia que te convierte en zombi (magnífica ocasión para acordarnos de La serpiente y el arco iris) o que sirve como medio para perpetuar venganzas (lo que no sabía es que ahora es la religión oficial de Haití).

Si nombramos vudú, jóvenes y películas, la cosa cambia. Solo falta que te guste el terror teen y ya tenemos todo el combinado perfecto para pasar una buena tarde.