Salvaje

Ya os hablamos de ella en Tailgate. Ahora nos animamos a escribir la reseña. Este thriller con olor a goma de neumático quemado nos brinda la oportunidad de ver a Russell Crowe haciendo las veces de sicópata asesino, empecinado en dar un mal rato a la actriz Caren Pistorius enfundada en el cuerpo de una madre recién separada a la que los problemas le salen por las orejas.

A nuestra protagonista se le ha puesto el día cuesta arriba. Se ha quedado dormida, llegará tarde al trabajo y para colmo se ve atrapada en un atasco. Cuando la furgoneta que tiene enfrente no se pone en marcha al cambiar el semáforo, decide alertar al conductor a base de claxon. Éste, ofendido, va a darle una lección que nunca olvidará.

“Salvaje” no puede tener un comienzo mejor. La escena de Crowe, incontenible en su furia, atacando a su ex es terrible en violencia y tensión. Tras este intenso momento, llegan unos créditos brillantes, construidos a base de imagen de archivo, donde vemos el stress de la vida en ciudad y sus intensas consecuencias: Un enérgico montaje de accidentes, peleas, atropellos y tiroteos para entrar en calor. Con eso ya está mucho ganado. Solo queda meter al espectador en la historia y procurar que no se salga de la carretera en la que viaja.

Hay que agradecer al director Derrick Borte que vaya al grano. Su presentación de personajes e inicio de la trama como tal, es tan rápida que logra que conservemos la tensión de los minutos iniciales. La salvaje violencia de la que hace gala Crowe nos invita a pensar que vamos a pasarlo de lo lindo. Pero, para nuestra decepción, rápidamente “Salvaje” empieza a gripar su motor. Las decisiones de los personajes en varios momentos no tienen pies ni cabeza y los diálogos entre cazador y presa se antojan tan acartonados como poco creíbles. Pese a no aburrir en ningún momento, toda la tensión inicial se cambia por indiferencia. Aunque mantiene un potente grado de violencia, la química acaba por desaparecer.

Las comparaciones son odiosas, pero resulta curioso que “Talgate”, con un presupuesto mucho menor para rodar la acción, logre enganchar con más pericia que “Salvaje”. Aquí los coches vuelan, la cámara se mueve a capricho por la carretera, pero el estruendo es excesivamente confuso y alto, intentando con todo su ruido disimular la ausencia de ideas frescas. Muchos han querido emparentar este título con un cruce entre “Un día de furia” y el “Diablo sobre ruedas”. La primera lograba empatizar con el espectador porque, en cierta medida, lo que había propiciado la ira del personaje de Michael Douglas era comprensible, pero en este caso no sucede eso. Es totalmente imposible sentir alguna complicidad por este enajenado. Y de “El diablo sobre ruedas” tampoco logra rascar demasiado. El camión de la de Spielberg, se transforma en un monstruo, en un titan amenazante imposible de batir…y aquí lo que tenemos es una furgoneta persiguiendo a una conductora que constantemente toma decisiones tontas.

No podríamos concluir este repaso sin hablar de la estrella de esta cinta: el actor Rusell Crowe. Está inmenso y no de actuación precisamente. La enorme panza de la que hace gala y la papada aportan a su personaje un aspecto descuidado que sin duda funciona. Pero para los espectadores que le hemos conocido en su época dorada, no dejaremos de ver con preocupación su deterioro físico. Su voz grabe es sin duda un acierto. Lástima que en varios momentos se intuye una interpretación con el piloto automático, sin aparente interés de dar solvencia a su personaje.

“Salvaje” se queda en una más. En un producto de consumo rápido que se olvida a la misma velocidad que esta furgoneta persigue a su víctima. Con lo poco atractiva que está la cartelera, gana enteros, pero se queda muy por debajo de su prometedor comienzo.

Por cierto, es genial escuchar “Don´t fear the reaper” nuevamente en los créditos de una película, un temazo musical en toda regla.