Bobby Yeah

Dalí and Lynch go anal

Bobby Yeah

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  • Título original: Bobby Yeah
  • Nacionalidad: Reino Unido | Año: 2011
  • Director: Robert Morgan
  • Guión: Robert Morgan
  • Intérpretes: Animación
  • Argumento: Un conejo humanoide roba una larva gigantesca. El animal tiene un botón rojo incrustado en el lomo. Al pulsarlo, se desencadena un ciclo de transformaciones que altera violentamente la realidad.

DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 5/5

Bobby Yeah

Robert Morgan es un animador que lleva años pisando fuerte en el panorama del cine de animación independiente. Su pericia con el stop motion y la singular estética de la que dota a sus películas lo han hecho merecedor de ser comparado con vacas sagradas en la materia como Jan Svankmajer o los hermanos Quay. Bobby yeah es su trabajo más reciente. Desde su estreno no ha dejado de cosechar premios en festivales a lo largo y ancho del globo. Con él, su autor se ha ganado el elogio unánime de la prensa especializada. Su último cortometraje es una historia de terror visceral y sin reservas, una pieza coherente y consecuente con la poética que viene componiendo y perfeccionando desde su primer trabajo de sus días de estudiante, titulado Paranoid. Morgan siempre ha mostrado inclinación por las historias descarnadas, visualmente indigestas y, a veces, al borde de la repugnancia. Suelen desarrollarse en espacios claustrofóbicos, bajo una atmósfera opresiva. Sus protagonistas son seres amorfos, freaks deshumanizados y maldecidos con la carga de una fisonomía monstruosa. La iconografía de sus películas se nutre de un grupo compacto de símbolos recurrentes y fácilmente identificables: la oscuridad, la suciedad, la carne, los insectos (en estado larvario o desarrollado), el coito asociado a inciertos y extraños procesos de reproducción o la metamorfosis en un sentido muy próximo a lo kafkiano. Sus películas tienen textura de pesadilla consistente y sólida, capaces de sostenerse a plena luz del sol.

Desde sus comienzos Morgan subraya sus influencias en cada uno de sus trabajos sin el menor disimulo. Monsters y The cat with hands son sus títulos más neutros. El primero es su única incursión hasta la fecha en el cine de imagen real, mientras que el segundo mezcla actores de carne y hueso con stop motion. Este último es un claro ejemplo de terror clásico y sencillo. Le debe su eficacia a la configuración de la atmósfera y a la elaboración del sentimiento de peligro inminente, que remata una impactante imagen final; sin duda, un gran cortometraje. En la otra orilla de su producción se alinean la mencionada Paranoid, The man in the lower left hand corner of the photograph, The separation y Bobby Yeah. Es en ellos donde mejor se aprecia el particular estilo de Morgan que tantos adeptos y seguidores le ha procurado. Viéndolos, es fácil entender de dónde le vienen las comparaciones con Svankmajer o los Quay: un mal entendido surrealismo adjudicado a ambos, un gusto por lo sórdido, lo extraño y a menudo hermético; una querencia por los objetos de morfología alambicada y, por ende, por lo inanimado, ya sea inerte o simplemente muerto; una estética sucia, feísta, a caballo entre lo realista y lo puerco, y una galería de personajes grotescos.

Lo mejor: la capacidad de Robert Morgan para recrear lo grotesco.

Lo peor: que no te guste el cine de animación.


The strange colour of your body's tears

Seguimos tras los pasos de Dario Argento

The strange colour of your body's tears

A raíz de la desaparición de su esposa, un hombre entra en una red de intrigas, mientras trata de descubrir su paradero. Recorriendo los pasillos laberínticos de su edificio de apartamentos, se encuentra con habitantes cuyos cuentos de sensualidad y sadismo cobrarán vida ante sus ojos.

Los belgas Bruno Forzani y Hélène Cattet, marido y mujer en la vida real, regresan, tras su breve experiencia en The ABC’s of Death (donde tuvieron a su cargo la letra “O de Orgasm”), al terreno del largometraje con su segunda incursión en el género Giallo: The Strange Colour of Your Body’s Tears. Su debut, la exitosa Amer, resultó ser un surrealista y alucinógeno viaje al despertar sexual de Ana, su protagonista principal, a través de un ejercicio de estilo que se sumergía de lleno en el cromatismo y el estilismo del subgénero italiano por excelencia. A simple vista (aunque reconozco no haber visto su nueva película) The strange colour of your body’s tears sigue de cerca los pasos de Amer y supone un nuevo homenaje de la pareja belga hacia el Giallo, con una propuesta visual que, a priori, me recuerda poderosamente a su sonado debut.

MurderDrome

Exploit sobre ruedas

MurderDrome

Cherry Skye, la nueva sensación del Roller Derby, adora competir en su deporte favorito. Una vez en la pista, Cherry llama la atención de Brad… y saltan las chispas. Por desgracia, el amor entre ambos desata la ira de la ex de Brad, su Roller Derby némesis: Infierno Grazer. Y por si eso no fuera suficiente, el calor generado por esta romántica rivalidad despierta a un malévolo espíritu, hambrientos de almas humanas, especialmente la de Cherry. Atrapada entre la ira del infierno y la condenación de Grazer, Cherry no tiene otra opción que solucionar toda esta mierda de la mejor manera que sabe: ¡en la pista conocida como La Murderdome!

El australiano Daniel Armstrong escribe y dirige MurderDrome, un exploit que a primera vista puede recordaros (aunque sea de manera muy lejana) al clásico Rollerball (1975) de Norman Jewison, película que retrataba un futuro distópico (año 2018) en el que grandes decisones corporativas dependen de un violento deporte que atrae a las masas llamado, precisamente, Rollerball, en el que dos equipos se efrentan sobre patines y motocicletas con el objetivo de colocar una bola de acero en la portería contraria. En 2002 el gran John McTiernan llevó a cabo un insulso remake de la película de Jewison que se estrelló, merecidamente, en taquilla. Mucho más interesante que el remake homónimo de McTiernam fue el cómic Death Game 1999, publicado dentro de la mítica antología británica Action presents (el 14 de febrero de 1976), y que venía a ser una mezcla de Rollerball y La carrera de la muerte del año 2.000 (1975) en la que el deporte sobre ruedas adquiría el nombre del Spinball y cuyas alucinantes páginas en blanco y negro multiplicaban, de manera exponencial, la cantidad de sangre, brutalidad y violencia que atesoraba la película de Jewinson.

Borgman

Destruyendo la familia con estilo.

Borgman

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 4/5

Borgman

Aunque es prácticamente desconocido fuera de su país, el holandés Alex van Warmerdam carga sobre sus espaldas ocho títulos como director que han gozado de gran éxito de crítica patria y algunos galardones internacionales. Este año, el festival de Sitges se ha rendido ante su último film y le ha otorgado el premio a la mejor película de la sección oficial. Ha sido un premio mayoritariamente aplaudido pero, como siempre, tampoco han sido escasas las voces que han protestado, pues la cinta de Warmerdam se aleja del fantástico al uso y se adentra en las pantanosas aguas del cine de autor: un terreno no del gusto de todos, donde las opiniones tienden a polarizarse sin que exista entendimiento entre admiradores y detractores. Aunque Borgman es mucho más asequible y disfrutable para el espectador casual que la pasada ganadora del festival, Holly motors*, lo cierto es que sigue una trayectoria surrealista y viene a reforzar la idea de que en los festivales de cine suelen ganar títulos raros…

Cuando un sacerdote armado con una escopeta y su ayudante, que carga con una enorme y afilada estaca metálica, descubren en medio de un bosque el escondite subterráneo de Borgman (Jan Bijvoet), éste se ve obligado a huir y buscar un nuevo refugio… Así va a parar a las puertas de un chalet de lujo. De manera insistente pide a los propietarios entrar a ducharse y descansar y como resultado termina por recibir una tremenda paliza por parte del propietario(Jeroen Perceval). A la mañana siguiente y cuando el marido se marcha a trabajar convence a la mujer de éste (Hadewych Minis)para que lo esconda en la parcela. Pronto la influencia de Borgman y de sus letales amistades comienza a dinamitar, desde la sombra, las bases de esta familia.

Lo mejor: Excelente factura. Un guión intrigante e inteligente.

Lo peor: No es para nada cine de género al uso... quien acuda con esa intención se va a llevar un buen chasco.


Celuloide de hemoglobina

Reflexiones sobre el gore y la nueva carne

Celuloide de hemoglobina


Blood Feast, de Herschell Gordon (1963).

“Cine gore para acabar un siglo, filmación de la muerte como único camino de escapar de ella, de hacerla irreal, catarsis en lo atroz/ficción de lo sencillamente atroz, o quizás incitación circular.” Rosa Mª Rodríguez Magda, El modelo de Frankenstein. De la diferencia a la cultura post.

Este artículo no pretende ocupar el engorroso papel de una historia del cine gore, pero sin duda es un acercamiento inicial al comienzo de un cine que más tarde vino a formar la estética splatter, salpicadura, y que no solamente dio sus sangrientos frutos en el Séptimo Arte, sino que también conformó un estilo literario conocido como splatterpunk formado oficialmente en los años 80. En mi opinión, y como defenderé en adelante, la literatura de estética splatter debe ser entendida como una literatura latente, cultivada desde el siglo XVIII —enfocada desde diferente temática—, siempre producida como algo al margen, casi clandestino —de nuevo la frontera—, “iniciada” de algún modo por el marqués de Sade. El pensamiento conservador unido a otros factores ideológicos y religiosos hizo que el horror extremo buscase cobijo en pequeños círculos, siempre con la censura pisándole los talones y la amenaza de herejía. Tuvo que esperar hasta el siglo XX para poder resurgir con un poco de libertad.

Pero no puedo hablar del cine gore sin antes retrotraerme a fines del siglo XIX, cuando el cine todavía estaba gestándose. Entre 1889 y 1895 se fundó el Théâtre du Grand Guignol en Francia: de lo que allí fue representado surgió el germen de lo que después conoceríamos como gore. Las pantomimas truculentas que acogía este escenario, algunas tomadas de ideas de Poe, conformaba un programa lleno de simulados crímenes familiares, decapitaciones y violentas muertes. Estas pequeñas obras teatrales comenzaron a alimentar un tipo de gusto que el público francés demandaba. Francia siempre ha sido un origen y un destino para lo macabro en el arte, aún hoy, que desde 2003 existe una generación de cineastas dedicado al arte de las vísceras y la sangre. Este movimiento, conocido como Novelle Horreur Vague, que arranca con Haute Tension (A. Aja, 2003), parece extenderse dentro del cine de nueva cuña francófono, ya que incluye films belgas y canadienses. Continuando con el origen dramático de lo truculento, el Grand Guignol conseguía mostrar violencia cruda y grotescos asesinatos haciendo de los actores marionetas vivas.

Gothic Lolita Battle Bear

Estos japoneses están como un puñetera cabra

Gothic Lolita Battle Bear

La vida de Yumeko Madoka es bastante caótico. Adora la moda lolita, pero es torpe y acaba de perder nuevamente su trabajo. Así que se planta en la puerta de su hermana recién divorciada para vivir con ella. Pero la sobrina de Yumeko, que lleva tiempo queriendo pasar un tiempo a solas con su madre, no está entusiasmada con la idea. Cuando la hermana de Yumeko muere, ella tiene que cuidar de su sobrina. Le ayuda un oso de peluche rosa que ha cobrado vida a través de una extraña fuerza extraterrestre. Cuando Yumeko y Busuke (que así se llama el oso de peluche) unen fuerzas, literalmente, se convierten en la superhorína Nuigulumar. Pero Busuke no es la única fuerza alienígena que ha llegado a la Tierra.

Les echábamos de menos. Con tráilers como el de Gothic Lolita Bear… ¿cómo coño no íbamos a echarlos de menos? Todo un maestro del J-exploit más demencial, absurdo y freak como es el gran Iguchi Noboru, director, entre muchas otras, de Dead Sushi y Machine Girl; regresa a escena con la que promete ser una de sus películas más locas y disparatadas. De hecho tampoco es una novedad. El bueno de Noboru ya hace bastante tiempo que compite contra sí mismo. Si a alguien tiene que batir Iguchi Noboru en cuestión de propuestas cinematográficas totalmente disparatadas y alucinantes, es al propio Iguchi Noboru. Por lo visto Gothic Lolita Battle Bear, que en Japón se conoce como Nuigurumâ Z, está basada en una novela titulada Hōsei Ningen Nuigurumā, que a su vez está basada en una canción de la banda de rock Tokusatsu titulada Tatakae! Nuigulumar. ¿Qué cómo una canción puede desembocar en una locura de zombis bailongos, ositos rosas de peluche que cobran vida y chicas con superpoderes? Vete a saber… Esto es Japón, así que todo vale. Os dejo con el tráiler (imperdible) y algunas imágenes de Gothic Lolita Battle Bear.