The Last Showing
Sube el precio de las entradas

Actualizado tráiler
Un operador de una sala de cine recibe la noticia de la jubilación anticipada ante la renovación de los equipos de proyección. Desquiciado por perder lo que más ama, idea una venganza que incluye a una pareja encerrada a su voluntad en las multisalas donde trabaja. Usando las cámaras del circuito de vigilancia, el operador aspira a crear una película como nadie olvide jamás.
Que Robert Englund, el único y verdadero Krueger, vuelva a participar en una película de horror siempre es motivo de alegría entre los aficionados. A pesar de la calidad, día a día menguante, de los proyectos en los que Englund se embarca alegremente, a sabiendas de que le debe su supervivencia al género y el género le debe parte de su popularidad actual. Que Englund es un enamorado del terror no hace falta decirlo, su participación en más de cien obras del corte, así como sus incursiones dentro de la dirección, son el mejor testamento de un amor inquebrantable, con encantadores paralelismos a la carrera de otros personajes queridísimos como Naschy o Lugosi. Podemos poner en duda la coherencia de la filmografía de Englund, preguntarnos si hizo bien adentrándose en la ponzoña del terror, alejándose por voluntad propia del cine comercial. Quién sabe, quizás fue realista y se supo poseedor de unas aptitudes muy específicas que, sin embargo, lo alejaban de las interpretaciones de altos vuelos, condena inherente a los actores con gran capacidad histriónica. De la forma que fuese, un servidor agradece que con más de sesenta y cinco años, bien llevados, nuestro legendario actor siga colaborando y aportando su granito de arena en casi cualquier producción de género que se ponga a su alcance.