Erase una vez una droga que prometía una sublime experiencia fuera del cuerpo con cada dosis. Las calles la nombran en susurros avariciosos: “Salsa de soja”, la llaman. Sus adictos juran y perjuran ser capaces de atravesar las dimensiones y doblar el tiempo con su uso, pero algunos de los que vuelven de estos “viajes” ya no son humanos. Parece que, repentinamente, la humanidad se ve sometida a una invasión soterrada de seres de otro mundo, y solo un heróe puede evitarlo. ¿Son John y David estos paladines? ¿Un par de vagos, incapaces de encontrar trabajo, metidos a detectives de lo paranormal? Vale, la humanidad está jodida.
Prestad atención, especialmente los amantes de la serie B, ¡Don Coscarelli vuelve con verdadera fuerza! “¿Quién diablos es este tipo con apellido italiano?”, os preguntaréis los más jóvenes. No es de extrañar que este director de cine fantástico permanezca, actualmente, en segundo plano debido a lo intermitente de su carrera, centrada principalmente en los ochenta y noventa, y su relativo silencio en los últimos años, así como una fijación malsana por los proyectos de bajo presupuesto controlados por el mismo (una de sus características más positivas es la redacción de la mayoría de los guiones de sus cintas).
Pues bien amigos, os hablo, ni más ni menos, que del director de la saga Phantasma (1979-1998) – cuyas dos primeras entregas son imprescindibles –, El Señor de las Bestias (1982) y la entrañable Bubba Ho-Tep (2002). Todas ellas son películas que destilan algo especial, podrán gustar más o menos sus historias, pero desde luego han conseguido elevar, de forma merecida, su estatus a cineasta de culto; al menos así lo ve un servidor y otros cientos de miles de aficionados. Con respecto a su peso en la industria del fantástico creo que es un hecho reseñable el que fuese invitado a participar con un capítulo en la serie, de obligado visionado, Masters of Horrors, aunque el resultado no fuese todo lo bueno de debería (Incident on and off a Mountain Road, 2005).