Holidays

Otra antología de terror sobrenatural con mucho humor, poca seriedad y menos “chicha”. Otra búsqueda cinematográfica de la exaltación de sus autores como “enfants terribles” de una industria que, a este paso, explosionará en pocos años. Siguiendo la estela de las antologías modernas, muy alejadas de la cima de las colecciones de relatos, ”Creepshow”, sal gruesa y chorradas por doquier se mezclan con algo de gore, “sexo” y elementos netamente fantásticos a la búsqueda del aplauso del público festivalero, pero sin importarles a sus autores, lo más mínimo, la historia que van a desarrollar en el cortometraje correspondiente. Sí, técnicamente no podemos reprocharle nada a “Holidays”, que toma ocho festividades occidentales como base para sus distintos argumentos, pero tampoco brilla por su creatividad, quizás demasiado ocupados los autores en soltarla más gorda que el director anterior. Previsible y convencional al fin y al cabo. Muy inferior a “Southbound”, única obra de las mismas características y época que ha conseguido atraerme un poquito.

Decepción al igual que ocurriese, en mi caso, con ”Tales of Halloween” o la saga ”V/H/S” en general, aunque decepción soportable gracias a que sus ocho cuentos bien se pueden tragar de un tirón gracias a la variedad de las situaciones planteadas. Como siempre, a la espera de que alguna de las historias consiga alcanzarte la patata. Sin embargo, está vez han muerto las hadas: tu deseo no será concedido.
Además, en el plano positivo, a un servidor todavía le funciona el humor cafre como justificación para una película, y teniendo en cuenta que “Holidays” anda bien surtida de idas de olla, verla en modo “mongo” resulta la mejor opción. Eso sí, ni siquiera el consumo de un tremendo canuto, de la marihuana más potente a la que tuve acceso, pudo aportar risas extras a un producto que mejor desgranar por partes. A ellos vamos:

San Valentín, Kevin Kölsch y Dennis Wydmyer

El instituto es un ecosistema en toda regla: los tímidos herbívoros soportan los ataques de los lobos con estoicismo, pero lo que estos matones no conocen son los sentimientos tan puros e intensos que una cervatillo puede llegar a albergar en su corazón.

Demostración palpable de que los cineastas implicados no se van a romper los cascos con los argumento. Como si de un viejo comic de EC se tratase (“Tales from the Crypt”, ¡coño!), los personajes llevan tatuada la palabra cliché en la frente. Algo que no evita la diversión, por mucho que sepamos de antemano lo que va a pasar. La estética colorista y pausada, a costa de la eterna venganza que a todos nos gusta como concepto, hacen de San Valentín una de las festividades más sólidas.
Los directores de “Starry Eyes” demuestran el dominio de la iluminación y la narrativa, así mismo, dotan a sus trabajos de una magia especial gracias a esa música tan fría.

San Patricio, Gary Shore

La nueva profesora quiere tener hijos, tanto que le resulta difícil soportar a sus pequeños alumnos. En concreto, a quien más odia es a esa chica que se empeña en contar historias extrañas sobre las serpiente que San Patricio echó de Irlanda, el verdadero inicio del mito, lo de las borracheras vendría después. Sin embargo, algo está a punto de cambiar, porque esa niña parece estar muy interesada en el útero de la maestra.

Lo que comienza como una interesante inmersión en el origen del día más celebrado por los fabricantes de alcohol se convierte en una ida de pinza como jamás creeríamos. El humor es tan absurdo y tan bastardo que uno no puede menos que sonreír recordando el bebé que tuvo nuestra querida protagonista, la cual verá sus deseos hechos realidad.
El director de “Dracula Untold” crea la mayor tomadura de pelo de toda la antología, pero hay que reconocerle una habilidad para ello sibilina cual serpiente. Es muy bueno eso que fumas, Gary.

Pascua, Nicholas McCarthy

Una niñita espera con ansia la llegada de la Pascua, especialmente por los huevos de chocolate que siempre le deja en conejito de marras. Pero este año las prisas le jugarán una mala pasada, mientras su madre se masturba mirando un crucifijo, ella bajará a beber un vaso de agua, teniendo un encuentro muy especial.

Otra tontería, claro que tampoco es que la limitación de metraje ayude a desarrollar historias coherentes. Esta se salva por lo extremo de su puesta en escena, tremendo. Sin tapujos: una niña da de bruces con el Conejito de Pascua, y os aseguro que jamás os hubierais imaginado un ser semejante. Si el anterior cortometraje parecía ideado tras una fiesta a la mexicana, aquí también había bandejas de peyote por las esquinas. Aunque no ofrece sorpresa alguna, merece la pena dejarse llevar por el inquietante y perverso Conejo.
McCarthy dirigió en su día “The Pact” y “At the Devil’s Door”, ambas con interesantes tratamientos visuales, aunque parece que como narrador serio, este hombre va perdiendo el rumbo poco a poco.

El día de la Madre, Sarah Adina Smith

Una joven sufre un terrible problema: cada vez que tiene sexo queda embarazada, no importan las mediadas que tome. Su ginecóloga le recomienda acudir a una terapeuta alternativa que lidera una comunidad femenina en el desierto. ¡A quién se le ocurre hacerle caso!

Llegamos a la zona central de la antología, y también a las malas noticias. Cortometraje estúpido donde los haya. No sólo está editado con poco tiento, demasiada alucinación satánica para nada, si no que se huele la tostada a la legua. Peor aún: ¿cómo preocuparse por una protagonista tan desdibujada en tan pocos minutos? No se trata de que el terror brille por su ausencia, es que además asistimos a una conclusión poco atractiva, supeditada por el festín carnal que se nos regala como una especie de alegato feminista de los años setenta: ¡trasnochado!
Sarah Adina Smith debuta en el horror con ese estilo tan propio de los que usan el género para dar discursos. ¡Lamentable!

El Día del Padre, Anthony Scott Burns

Una joven recibe unas grabaciones en casete. Sorprendida, descubre que son un regalo de cumpleaños de su padre, desaparecido, o muerto según creía, y con el principio de un mensaje que quiere darle en persona. Esas cintas serán las huellas que la llevarán a reencontrarse con papá.

Una preciosa forma de narrar un cuento de fantasmas y una terrible forma de cargárselo con un final digno de un marinero borracho y enfermo de escorbuto. Cuando el misterio se apodera de la pantalla, en la que será la historia más seria de todas, hipnotizándonos gracias a una fotografía casi perfecta y unas grabaciones que rivalizan a nivel escalofriante con las primeras entregas de “Silent Hill”, de golpe y porrazo se termina el cuento ridiculizando lo poco que ha sucedido. Cagada contemplativa.
Anthony Scott Burns, muchacho que sabe bastante de efectos visuales, también debuta pidiendo a gritos la reválida. Precisamente su historia muere cuando hacen acto de presencia los efectos visuales. ¿Alguien lo entiende?

Halloween, Kevin Smith

Tres chicas, las cuales venden sus encantos vía webcam, son obligadas a pasar la noche trabajando para su chulo. La venganza no se hará esperar, como corresponde a tres brujas de armas tomar.

Que los mejores años de Kevin Smith quedan muy lejos todos los sabemos. Su intento de redención con el horror (“Red State”, “Tusk” y lo que se nos viene) no deja de tener su particular encanto. El tío es un “freak” de narices, siempre lo hemos sabido, y eso hace que sea difícil odiarle. Pero el cuento que aquí nos regala es una patochada que no merece existir: vibradores y castraciones. Ese intento de provocar por provocar que tanto está jodiendo al género, como no podía ser de otra forma, tenía que venir de un tipo que se las da de amante del cine de terror. Le ruego un poco de dignidad, señor Smith.
No solo eso, precisamente este corto es el que no posee una asociación tan clara con la festividad a la que se circunscribe. Os lo resumo: a Kevin se le ocurrió la historia mientras cagaba.

Navidad, Scott Stewart

Un padre desesperado busca, a última hora, las gafas de realidad virtual que su hijo ha pedido para Navidad, hasta que la suerte pone un dilema criminal entre él y el caro juguete. Con la conciencia manchada de sangre, nuestro buen padre descubre que las nuevas gafas de su hijo no le dejarán descansar jamás en paz. Peor todavía, le revelarán una verdad que mejor no haber conocido nunca.

El director de “Dark Skies”, “El Sicario de Dios” y “Legion”, bodrio que ya despellejé en su día y que tal vez debería volver a revisitar, nos ofrece uno de los pocos cortometrajes interesantes del paquete. Curiosamente alejado de su grandilocuencia casposa habitual, trae como regalo de Navidad una historia digna de aparecer en un capítulo de “En los límites de la realidad”. Simplicidad heredera de los cincuenta que se beneficia del protagonismo de Seth Green, el panochita detrás de “Robot Chicken”. Puede que la sorpresa final no sea para echar cohetes, pero al menos no es tan hiriente como otros de sus “hermanas”.

Año Nuevo, Adam Egypt Mortimer

Un psicópata busca víctimas potenciales entre las almas perdidas que esperan solitarias el cambio de año.

Basada en una historia de los creadores de “Starry Eyes”, que como veis hacen casi doblete, estamos ante el cortometraje más simple de todos. Bien rodado, ese crédito debemos darle al director de “Some kind of hate”, supone un buen broche para la antología, por aquello de ser el sinsentido que cierra una cadena más larga de sinsentidos. No quiere decir que suba la nota en el cómputo global, un generoso aprobado por la ligereza del formato, pero sí se ve con agrado gracias a unos actores que invierten, como está cantado, los roles de víctima y verdugo de manera cuidada.