El recién nombrado Sheriff, Kelly Jarvis, descubre que algo anda mal en la ciudad desértica de Golden Torch. Tras disparar a un hombre en defensa propia, la ciudad comienza a cuestionar sus métodos. Con la ayuda de su amante y del médico local, el sheriff hará lo posible por controlar la situación mientras hace frente al Alcalde en funciones, que quiere incriminarlo por asesinato. Al descubrir que una enfermedad ha infectado a gran parte de los habitantes de la bucólica ciudad, el Alcalde dejará un rastro de sangre intentando que la difícil situación de Golden Torch no salga a la luz pública.

Pues eso… factura de telefilm de sobremesa para el debut en el largometraje del desconocido Kevin Van Stevenson, quien basándose en un relato corto titulado originalmente The Dangerous Season, se saca de la manga una historia de infectados, zombis o víctimas de una invasión alienígena… vaya usted a saber. El protagonista del evento es Danny Hansen, un rostro habitual en la televisión norteamericana —su filmografía en IMDb está repleta de series de televisión que un servidor desconoce por completo—.

El periodista David Farrier descubre, en la red, una extraña y misteriosa competición de… cosquillas. Cuando su investigación indaga en los secretos de dicha competición, David se encontrará con una fuerte resistencia por parte de todos los implicados; pero eso no le detiene a la hora de intentar llegar al fondo de una de esas historias que te obligan a aceptar el hecho de que, en ocasiones, la realidad supera a la ficción.

Un tipo atado a una colchoneta e intentando resistir los embites de otro par de muchachos sentados encima suyo y llenando su cuerpo de… cosquillas. Todo podría haberse quedado en una sencilla frikada de internet con la que echarse unas risas, pero si fuera así probablemente el documental neozelandés Tickled no tendría cabida en Almas Oscuras. Todo un universo de abusos, víctimas, secretos, fetichismo, sexo oscuro y sumisión parece esconderse tras las sombras de una estúpida subcultura cibernética que, una vez más, nos ayudará a entender los gilipollas que podemos llegar a ser al consumir toda la mierda que nos llega de internet.

En 1978, dos ladrones, “Scorpion Joe” y Lenny, escapan al desierto tras un atraco fallido para acabar dando con sus huesos en “Carnage Park”, una desolada porción de tierra californiana propiedad de Wyatt Moss, un veterano de la guerra de Vietnam, tirador experto, que les desafiará a un intenso juego de supervivencia. Vivian Fontaine, una mujer secuestrada por los delincuentes, se ve involucrada y amenzada en tan cruel partida.

Paso a paso, título a título —Pod, Ritual— la joven e inquieta mente del director y guionista Mickey Keating se viene abriendo paso en los últimos años para reivindicarse como un nombre a tener en muy en cuenta dentro del actual panorama del cine de género independiente. En breve regresará con el que, a priori, parece ser el título más accesible de su breve pero intensa filmografía: Carnage Park.

Una mujer joven atada en el asiento delantero de un coche parado, observa, impotente, como su captor cava, metódicamente, una fosa en pleno desierto. Desde el espejo retrovisor puede ver el cuerpo sin vida y ensangrentado de su novio, un destino que ella misma espera evitar a toda costa. Pero esto es tan sólo el comienzo de una lucha brutal donde la supervivencia podría ser incluso peor que la muerte.

Con un raquítico presupuesto de 35.000$ logró el bueno de Christopher James Lang sacar adelante su tercera película como director y guionista y llevarla hasta el festival independiente californiano Dances With Film, donde, al parece, obtuvo una buena respuesta por parte del público. Y eso es todo lo que os puedo decir de Valley of Ditches, porque esta es toda la información que he encontrado en la red de una película cuyo trailer viene presidido por un trascendente soliloquio y cuya localización en mitad del polvoriento desierto me recordó a la excelente Blood River de Adam Mason, razón más que suficiente —por endeble que os parezca— para que un servidor le acabe dando una oportunidad si se presenta la ocasión. Os dejo con el tráiler y algunas imágenes de Valley of Ditches.

El pasado mes de Mayo (del 23 al 29), y a pesar de que las dificultades económicas no fueron pocas, tuvo lugar la IV edición del Nocturna, Madrid International Fantastic Film Festival, que prosigue en su empeño de convertirse en una cita obligada para los más acérrimos seguidores del género y en el escaparate perfecto para disfrutar de aquellas películas de las que, sin duda alguna, hablaremos largo y tendido en la recta final del año. Y para muestra un botón: el Nocturna fue testigo, en su sesión de clausura, del estreno mundial de Expediente Warren: El caso Enfield, la esperada secuela de The Conjuring, de la que muy pronto publicaremos una review.

Entre lo más destacado de la presente edición, la visita del siempre risueño John Landis, al que se le concedió el premio Maestros del Fantástico coincidiendo con el 35 aniversario de una de sus obras de género más celebradas, Un hombre lobo americano en Londres, el homenaje al difunto —y añorado— Vincent Price, que contó con la presencia de su hija Victoria Price, y un palmarés que dejó insatisfechos a muchos por la omnipresencia de una película como Polder que, por decirlo suavemente, no contó con el aplauso unánime del público congregado en el Palafox.

Peter Rowland, de once años, acaba de mudarse con su madre a la ciudad de Brackenvale. Allí conoce a Maggie, una chica misteriosa con la que comparte un vínculo instantáneo. A medida que Peter se instala en su nueva vida, se va dando cuenta de que algo está mal en la ciudad. Le persiguen las pesadillas, y las cosas que le asustan en su imaginación se están volviendo más y más reales con cada noche que pasa. Con Halloween a la vuelta de la esquina, Maggie y Peter descubren algo aterrador que se esconde en el bosque cercano a Lost Creek. Deberán unirse para enfrentarse a sus miedos y descubrir el oscuro secreto de Lost Creek antes de que sea demasiado tarde

“Una historia de fantasmas vista a través de los ojos de un niños”, de esta manera, simple pero efectiva, resume el director y guionista Colin Adams-Toomey su debut cinematográfico en Lost Creek, una película que parece apoyarse en toda la imaginería de Halloween para materializar los miedos e inseguridades de un grupo de preadolescentes cuyo exceso de imaginación parece dispuesto a jugarles una mala pasada. O quizás no todo sea fruto de la imaginación…