Fido

Polvo eres, en polvo te convertirás, y del polvo no renacerás...

Fido

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  • Título original: Fido
  • Nacionalidad: Canadá | Año: 2007
  • Director: Andrew Currie
  • Guión: Andrew Currie
  • Intérpretes: Carrie A. Moss, Billy Connolly, Tim B.Nelson
  • Argumento: Un sofisticado collar ideado en el seno de la corporación ZomCom, consigue domesticar a los zombies y ponerlos al servicio de la comunidad. Pero Fido va más allá, y logra convertirse en el mejor amigo del pequeño Timmy.

DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 4/5

Fido

Reeditamos la reseña de Fido, publicada originalmente el 7 de enero de 2009.

En un universo paralelo, la década de los 50 viene marcada por el fin de las hostilidades en la que se conoce como la “Gran Guerra Zombie”. Estados Unidos ha quedado territorialmente dividida en “zonas salvajes”, dónde los muertos vivientes deambulan en libertad en busca de carne humana, y las “zonas seguras”, cercadas por enormes muros de contención y bajo la supervisión de la gran corporación ZomCom, responsables del invento que está llamado a redefinir la relación zombie-humano: un collar que inhibe al muerto viviente de sus instintos naturales y lo convierte en un dócil animal domesticado al servicio de los vivos.

Casi nada… Con semejante material de partida (resumido en un fabuloso spot publicitario al inicio de la película), el director y guionista canadiense Andrew Currie, ha sido capaz de cimentar la que sin duda es la mejor comedia de horror desde que, en 2005, Edward Wright y Simon Pegg nos sorprendieron con su estupenda “Sawn of the Dead”.

“Fido” es una deliciosa comedia que funciona, con la precisión de un reloj, a varios niveles. Como película de zombies tiene muchísimo que ofrecer a los buenos aficionados al género. En “Fido” hay zombies – faltaría más… –, hay víctimas de dichos zombies –convenientemente devoradas y destripadas para la ocasión-, y por supuesto, esas mismas víctimas (o lo que quede de ellas) volverán a levantarse más hambrientas, si cabe, que sus predecesores, respetando lo que en Disney vendrían a llamar “el ciclo de la vida”, pero en versión muerto viviente.

Lo mejor: Una original comedia que esconde más mordiente de la que parece a simple vista.

Lo peor: En determinados momentos se hecha en falta cierta radicalidad y salvajismo.


Confession of Murder

El asesino es la estrella

Confession of Murder

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 4.5/5

Confession of Murder

“Nae-ga sal-in-beom-i-da”, Confession of Murder, comienza con una de las mejores persecuciones que he visto en mucho tiempo. En serio:* en un tranquilo bar, una noche, un grupo de clientes se toman una bebida refugiándose de la lluvia cuando, de repente, irrumpen en él, vía cristalera, dos personas peleándose violentamente. Son el detective Choi (Jae-yeong Jeong) y un enmascarado, que al poco descubriremos es un despiadado asesino a quien el policía lleva persiguiendo un tiempo. La pelea-persecución se alarga por los callejones y tejados de los alrededores, convirtiéndose en uno de los mejores prólogos para una película que pueda existir. Es vertiginosa, original, y consigue que te sientas en esas callejas húmedas por las que los dos hombres corren a la desesperada.

El peligro de un arranque de esta altura es, obviamente, que el resto de la película nunca llegue a estar al mismo nivel. Por suerte, con Confession of Murder uno puede despreocuparse: no pierde un ápice de energía y la trama nunca deja de avanzar hacia un buen final, aunque puedas estar en desacuerdo con algunas de las decisiones que se toman por el camino.

15 años después de que, aquella fatídica noche, el asesino escapara de las manos del detective Choi, éste se deja ver en público. Se trata de Lee Du-sok (Shi-hoo Park), y ha publicado un libro contando cómo llevó a cabo esos crímenes, puesto que los delitos han prescrito. La opinión pública se vuelca con él, convirtiéndole en una estrella, mientras que el detective Choi debe hacer frente a la impotencia y la rabia. Y no será el único…

Lo mejor: Es entretenida e inteligente; la primera persecución es magistral.

Lo peor: Los momentos “cartoon”.


In a heartbeat

Amor, corazón y vísceras

In a heartbeat

Un dedicado experto en efectos especiales, británico y clon de Joan Lafulla para más señas, cae perdidamente enamorado de una atractiva modelo norteamericana recién llegada a Europa… pero la pasión sólo preludiará la desgracia.

¡Qué bonito es el amor! Te quedas prendado de alguien y por un periodo de tiempo, habitualmente al principio del flechazo y con la duración a la que cada uno quiera someterse, te vuelves un auténtico pelele que abandona los sentidos a los impulsos dictados por el corazón u otro miembro menos casto. ¡Si no preguntarle a la Pantoja! De esta forma pierdes cierta perspectiva de la realidad y eres capaz de pasar por alto que el objeto de tu amor, sea persona, animal u objeto, es un verdadero monstruo.

Eso parece pasarle al protagonista masculino de “In a heartbeat”, una nueva producción inglesa que fue rodada en 2013. Mezcla de horror y romance (¿la peli ideal para ver en pareja?), la cinta escrita y dirigida por un desconocido Raoul Girard nos presenta a un técnico de efectos especiales, interpretado por el sosias de nuestro querido Joan Lafulla – Danny Dyer (“Doghouse”, “Desmembrados”, “Devil’s Playground”) -, rendido ante los pies de una mujer que por lo visto no es lo que parece. Aquí nos podríamos preguntar qué sorpresas depara su argumento cuando ya creemos conocer el “mcguffin” de turno, así mismo también nos gustaría saber que equilibrio se presenta entre terror y amoríos. Por lo menos el tráiler se muestra parco en detalles, lo que deja abierta la puerta a la esperanza.

Another

Rosemary se nos ha hecho mayor

Another

Jordyn comienza a cuestionar su realidad y su propia cordura cuando descubre que podría tener una gemela perversa y oscura. Su curiosidad la empuja a un submundo de posesiones demoníacas y deseo que desgrarrá su alma.

La guapa protagonista de Another descubre, un mal día, que su hermana gemela (si es que realmente existe una hermana gemela) podría ser la mismísima hija de satanás… o belcebú… o el demonio… cómo prefiráis invocarle. Y yo me pregunta: si su hermana gemela es la hija de satanás, ¿ella qué posición ocupa en el árbol genealógico? La respuesta a ésta y otras cuestiones en Another, debut en el largometraje de Jason Bognacki, un joven director norteamericano conocido hasta el momento por un par de cortometrajes con evidentes influencias del giallo italiano de los 70. Y parece ser que Another, a tenor de las primeras reseñas publicadas en la red, sigue el mismo camino que sus precedesoras: “El director Jason Bognacki ha capturado a la perfección la sensación de pesadilla que transmitían las películas del giallo, de manera que tenemos a un personaje protagonista que no distingue entre la pesadilla y la realidad, y a una audiencia que se sumergirà con ella en su terrible dilema”. La película se estrenó hace apenas un par de días en el Festival de Seattle, donde tuvo una excelente acogida que le valió, además, para lograr un contrato de distribución internacional con Epic Pictures (a ver si hay suerte y llega hasta aquí…). Os dejo con el extensísimo tráiler de Another. Por cierto, la película ya ha empezado a recibir las inevitables comparación con La semilla del diablo… ¿una secuela bastarda del clásico de Polanski?.

Big Bad Wolves

Los maníacos solo temen a los maníacos

Big Bad Wolves

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 4.5/5

Big Bad Wolves

Con motivo del estreno de Big Bad Wolves en España, reeditamos la reseña de la película publicada originalmente el 29 de septiembre de 2013.

¿Qué esperar de la que muchas voces señalaban como una de las mejores películas del año? Nadie se imagina la cantidad de veces que me hice esta pregunta antes de ver Big Bad Wolves. Cuando comentamos una película de la talla de Big Bad Wolves (ganadora en diversos festivales, como por ejemplo el Fantasia International Film Festival), generalmente tendemos a malcriar al espectador aumentándole esas odiosas expectativas – siempre y cuando el autor sea partidario de ésta, evidentemente – sin percatarnos en las consecuencias que ello conlleva, y que casi siempre culminan por incitar a los lectores a “recriminar” la crítica, puesto que en esta vida hay gustos y decepciones de toda clase. Yo, como hago siempre, no pretendo engañar a nadie, ni tampoco faltarle el respeto a mi propio criterio, y por lo tanto diré, en primera instancia, que el éxito de Big Bad Wolves no siempre estará garantizado. Empero cercioraré dos cosas más: la primera es que lo que se propone Big Bad Wolves no dista de todas aquellas películas sobre venganzas y pedofilia que hemos visto en ocasiones anteriores (tales como “Asesinato en 8 mm”, “7 days”, “Snowtown”… etcétera); y lo segundo, es que se trata de un ejercicio cinematográfico excelente.

Es inevitable no tener dudas o sentirse desubicado cuando la expectativa que arrastras a la hora de ver una película mide lo mismo que un rascacielos, y no negaré que hubo un par de momentos en los que miré a la pantalla decepcionado. Pero por suerte para mí supe pillar la donosura del juego con celeridad pasada la primera media hora. Entonces sí que tuve la oportunidad de recostarme en mi asiento, sonriente…, la cosa había dado un giro copernicano. Y ésa es la principal razón por la que no le he dado a Big Bad Wolves la máxima nota, precisamente porque la excelente película de Aharon Keshales y Navot Papushado espera con demasiada latencia al espectador bajo un ritmo algo vago – que no extremadamente lento…, en realidad ni siquiera lento – y eso le impide llegar a la deseada perfección. No es hasta bien entrados en la película cuando uno capta cuál es la trama que está siguiendo, y es entonces cuando uno empieza a ser consciente de la volátil bomba de relojería que tiene deslizándose entre las palmas de las manos: tic, tac, tic, tac… Dicho esto podríamos sucintarlo diciendo que Big Bad Wolves se mueve sigilosamente, quizá demasiado (lo que pretendo decir es que de su ritmo dependerá la parcialidad de todo su éxito, es el contrapunto crucial de la película), pero cuando ataca muerde donde más duele y con sangre de por medio.

Lo mejor: Todo. Es una ganadora, tanto como cuando quiere hacer reír, como cuando quiere ir a matar. Difícilmente podrá ser superada, es una cinta de la que sus creadores.

Lo peor: Me parece descarado responder a esto.


Styria

Amor requiere sacrificio

Styria

En 1989, una enajenada joven de 16 años llamada Lara Hill (Eleanor Tomlinson) se adentró junto a su padre (Stephen Rea), un historiador de arte, en un abandonado castillo atravesando la “Cortina de Hierro”. De un acccidente de coche en las afueras del castillo surge la enigmática y bella Carmilla (Julia Pietrucha). Es entonces cuando las dos jóvenes inician una relación tóxica; pero cuando Carmilla desaparece misteriosamente, las heridas mentales de Lara erupcionarán en una pesadilla viviente que consume desde años a la ciudad de Styria.

Hay una cosa que, de entrada, adoro de Styria, y es que un proyecto de esta naturaleza “requiere arriesgarse”; y eso, en cierto modo, suele demostrar la pasión y el esfuerzo que uno pone en el trabajo que realiza. Mauricio Chernovetzky y Mark Devendor afirman ser dos grandes fanáticos de la obra de Le Fanu, Carmilla, novela que inspira la película que hoy nos ocupa. Una obra literaria que he defendido a capa y espada en varias ocasiones y que dio orígen a la que actualmente es una de mis películas favoritas de comienzos de los 70: Lemora, un cuento sobrenatural. En conclusión, era prácticamente inevitable que me fijara en Styria. Sin embargo esa fijación personal por la obra de Le Fanu también comporta un riesgo: suelo mostrarme, quizás, demasiado exigente con este tipo de producciones. No obstante intuyo que Styria propone otro tipo de giros a los habituales cuando se trata de adaptar Carmilla. Más allá de la inocencia corrompida por un ente oscuro y sensual, Styria parece decantarse por el terror psicológico de una mente inestable y lo dificultoso de convertirse en una mujer en un momento insano y tenebroso, cuyas reminiscencias dieron lugar a grandes clásicos del género de casas encantadas como The Innocents. Es posible que esta perspectiva que parece tomar Styria reste parte de esa potencia sexual, lésbica y explícita que contenía la obra de Le Fanu (recordemos que la película de Richard Blackburn, Lemora, fue censurada por contener una escena sexual lésbica con una menor de edad), lo que no implicaría un inconveniente en sí mismo siempre y cuando se supla con ingenio, sagacidad y se sepa sugerir lo debido (véase la propia Lemora, cuya escena sexual anteriormente mencionada jamás vió la luz, y sin embargo la película sigue siendo una genialidad con todas las letras).