Los überzombies no nos dan miedo
Quiero aclarar que para esta reseña voy a usar indistintamente el término zombie, infectado, no-muerto, etc. Tan solo quería avisar a los más dogmáticos puesto que Devil’s Playground reaviva, más intensamente que otras películas, el cruento debate sobre las preferencias cinéfilas dentro del género zombie. Quede claro que a mi me da igual la velocidad de las hordas de muertos vivientes o si realmente están muertos o no, siempre que la idiosincrasia purulenta de cada cinta funcione correctamente. En este caso, las capacidades atléticas de los infectados nos dejarán con la boca abierta; eso sí, siempre que disfrutemos más con las acrobacias del Parkour que con una amenaza zombie renqueante y algo parapléjica.
Cole, un duro mercenario al servicio de la farmacéutica N-Gen, ha sido infectado con el extraño virus propagado por el propio suplemento energético experimental de la compañía. Esta infección convierte a una simple persona en una bestia de fuerza y agilidad desproporcionadas, cuya única obsesión es comer, comer y comer… carne humana; esparciendo así la pandemia por todo Londres.
Lo mejor: La factura técnica es tan destacable como la agresividad de los infectados. Siendo esta última, otra buena baza para los amantes de la acción "zombie"
Lo peor: Todo es... convencional. De una forma tan aburrida, evidente y exagerada, que cuesta enumerar elementos positivos de valor propio