La maldición de ser un monstruo suburbano
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Outcast (“descastado”) es la opera prima del escocés Colm McCarthy, director con amplia experiencia en la televisión británica; eso sí, en series que no conozco mucho, a excepción de Los Tudor. Esta película, rodada en unos atmosféricos suburbios de Edimburgo, es una coproducción británico-irlandesa de bajo presupuesto y bastante arriesgada en cuanto a los conceptos que maneja. Tal vez demasiada ambición haya podido lastrar el resultado final, dando lugar a una cinta sobrenatural que cojea, principalmente, debido a la descompensada presentación de diferentes géneros: una mezcla un tanto dispar de drama suburbano, brujería celta, romance prohibido y terror sobre “cambiaformas”. Tampoco el desarrollo de personajes ayuda a involucrarnos con ellos, convirtiéndose en otro vulgar intento de terror intelectual; aunque no por ello deje de contener interesantes ideas y secuencias, como el tratamiento realista de la fotografía o los rituales mágicos practicados.
Quiero hacer una puntualización y es que el uso del termino “cambiaformas” no es algo casual. Podríamos decir que Outcast trata sobre licántropos, pero de la misma manera en que lo hacía Con la Bestia Dentro (1982), película de culto que me parece la principal referencia de ésta que nos ocupa. Muchos seguramente os acerquéis a Outcast pensando que los hombre-lobos serán las estrellas de la función… nada más lejos de la realidad.
Lo mejor: El encomiable intento de mezclar varios estilos: el drama suburbano, el cuento mágico, el romance y el terror.
Lo peor: Las partes puramente terroríficas y las apariciones del monstruo “devorachicas” carecen de cualquier pulso.