En los remolinos de la mente... de otra persona
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Uno de los temas recurrentes de la ciencia ficción es la exploración e invasión de ese universo interior que es la mente humana. Un territorio íntimo, misterioso como cualquier planeta lejano, capaz de generar monstruos , engaños, o pesadillas. Título a título, cinta a cinta, el cine ha ido explorando nuestras conexiones neuronales, nuestra percepción de la realidad, dejando interesantísimos filmes por el camino: desde realidades alternativas implantadas como las de Matrix o los recuerdos injertados de Total recall, al contrabando de sensaciones de Proyecto Brainstorm”, Días extraños o Hasta el fin del mundo; desde la eliminación de episodios traumáticos de Eternal Sunshine of the Spotless Mind a la investigación de los recuerdos de otros en La celda. De la modificación de la voluntad de Origen al terrorismo a través de los sueños de Dreamscape… como vemos una buena colección de títulos (y más que se quedan en el tintero) que, sustentándose en premisas generalmente muy endebles en lo científico, nos abren la puerta a mundos donde todo es posible.
En estos últimos años este género nos está trayendo gratas sorpresas con cintas como la mencionada de Nolan, la ciencia ficción erótico-romántica de Vanishing Waves (una película excelente que merece una reseña, visionado, adquisición… de todo), o la prometedora Real (de Kiyoshi Kurosawa que estará en Sitges 2013)… Pues bien, la que nos ocupa es una cinta pequeña pero tremendamente efectiva que se suma a las anteriormente mencionadas: un película que a poco que te gusten estas historias has de visitar.
Tom (Sasha Roiz) se encuentra en coma desde hace 6 años. Quedó así cuando su experimento científico, que permite viajar por la memoria de la mente de cualquier persona, falló durante una prueba. Desde entonces su cuerpo está deshabitado y su mente permanece atrapada dentro de los recuerdos de Anthony (Dominic Bogart), un ex-toxicómano acusado del asesinato de su novia. Unos recuerdos por los que puede moverse libremente pero sin interactuar con el entorno y sin capacidad de indicar a nadie que se encuentra allí. Su existencia se limita a visitar de forma recurrente distintos momentos de la vida de su anfitrión y hablar con el sistema informático que controla la experiencia. Un día, gracias a una coincidencia, logrará comunicarse con el preso. Ahora cuando Tom viaja a un recuerdo traumático de Anthony, siempre que éste esté pensando también en ese instante, ambos pueden hablar. Juntos buscarán la forma de regresar al científico a su cuerpo…
Lo mejor: Es emotiva pero no ñoña, con buenas actuaciones y algunos aciertos visuales a la hora de mostrar los recuerdos.
Lo peor: científicamente es una bobada. Aunque lo parece, no es un thriller: avisado quedas.