Ravenous
El poder de la carne cruda
- Título original: Ravenous
- Nacionalidad: UK, USA | Año: 1999
- Director: Antonia Bird
- Guión: Ted Griffin
- Intérpretes: Guy Pearce, Robert Carlyle, David Arquette
- Argumento: Tras esconderse entre los cadáveres de sus compañeros, el soldado John Boyd ingiere, accidentalmente, sangre de un muerto.
DIVERSIÓN: | |
TERROR: | |
ORIGINALIDAD: | |
GORE: |
- 4/5
Comenté, durante la pasada edición del Festival de Sitges, lo presente que volvía a estar el western en el cine de género. Cada vez son más las cintas que, o bien se disfrazaban del oeste o que, bajo su capa superficial, esconden una de vaqueros… Pero hubo una época en que esto no era así; una época en la que, excepto el cine de Carpenter o de Walter Hill, era imposible ver cowboys (o algo parecido) en una cinta de género… y no digamos que una historia de terror o fantasía transcurriera en la América del far west ( sólo resuerdo, a vuelapluma, “The valley of Gwangi”). Tampoco es que la película que hoy nos ocupa sea un western en el sentido estricto de la palabra… nada de eso; pero si hay que buscarle un punto de origen a esta rara joya y a esta reseña, que mejor que el de este género que no deja de reinventarse para seguir sorprendiendo a propios y extraños.
Un acto cobarde por parte del soldado John Boyd (Guy Pearce), esconderse entre los cadáveres de sus compañeros, se transforma en una reconquista heroica cuando ingiere, accidentalmente, sangre de un muerto y encuentra el valor que le faltaba. Como recompensa es ascendido a capitán pero, conscientes sus jefes de que la proeza es fruto de la casualidad, es destinado a un remoto fuerte junto con otros perdedores. En lo más crudo del invierno, cuando el tedio y el desinterés domina la estación, la llegada de un desconocido (Robert Carlyne) dará un sangriento giro a sus vidas. La terrible historia que cuenta merece ser investigada…
Lo mejor: Es tan original, única y violenta que no deja de sorprender de principio a fin.
Lo peor: Su extrañeza puede apartar al espectador antes de que empiece lo bueno.