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La primera adaptación de la novela de Stephen King Carrie, brillantemente dirigida por Brian de Palma en 1976, fue todo un éxito mundial. El cine de género, tan propenso a repetir fórmulas, comenzó a poblarse en los años siguientes de gente con poderes mentales y con la capacidad de generar daños a distancia, los Scanners de Cronenberg, los Ojos de fuego también de King, o los poderosos psíquicos de The fury (nuevamente de De palma) son buenos ejemplos a los que podríamos sumar a Patrick, que tiene el honor de ser el primer título de horror australiano que logró relevancia internacional… corría por aquel entonces el año 1978. Patrick era hijo putativo de nuestra amiga Carrie White, aunque su naturaleza era mucho más malvada y su poder parecía infinitamente más letal. Su fórmula para llegar al gran público era una buena sucesión de sustos, muertes originales con un punto de gore, y una historia sencilla con cierto regusto a El fantasma de la ópera (donde el monstruo se enamora de la heroína que, al final, será la única con capacidad de neutralizarlo). Tengo que reconocer que, aunque dejó una profunda huella en éste que os escribe cuando era joven, mis recuerdos del original son muy borrosos. Ahora, pasados más de 30 años, llega una nueva versión del ya clásico título de los 70. Mucho me temo que este Patrick no causará el impacto de su predecesor, ya que el film reúne más buenas intenciones que buenos resultados y termina por reafirmar la idea de que los remakes, por lo general, hacen un flaco favor a las obras de las que proceden.
En un hospital centrado en pacientes catatónicos, en un cuarto aislado, habita Patrick (Jackson Gallagher), un joven en estado vegetativo… Pero Patrick no es un paciente más; bajo su aparente fragilidad se esconde un ser furioso con capacidad de mover objetos mentalmente (telequinesis) y doblegar voluntades gracias a la misteriosa sustancia que le inyecta un malvado doctor (Charles Dance), que dirige el centro mano a mano con su hermana (Rachel Griffiths). La llegada de una nueva y curiosa enfermera (Sharni Vinson) lo cambiará todo: la fascinación que siente por Patrick es recíproca y aunque ella no lo sabe, ha despertado en él un poder letal para todos los que la rodean.
Lo mejor: Charles Dance se come a todo el reparto. La ambientación del hospital y la atmósfera general del film.
Lo peor: Personajes de cartón piedra y un efectismo exagerado impiden entrar en la historia.