Has filtrado por autor: Manu

Reverb

Algo pasa en el estudio de grabación

Reverb

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Reverb

Decía Alfred Hitchcock que era preferible partir de un tópico que acabar en uno. Tenía más razón que un santo, claro que también él era un privilegiado que podía permitirse decir eso, frente al resto de mortales que, lo más probable, es que acabemos en un tópico habiendo partido de uno. Dicha la cita culta del día, vamos a por “Reverb”, primera película de Eitan Arrusi.

Alex (Leo Gregory) y Maddy (Eva Birthistle) trabajan como teleoperadores en cualquier empresa de Londres; me refiero con lo de “cualquier empresa” a que, realmente, con verles el escaso minuto que les dedica el metraje a su manera de sobrevivir –todo un acierto- es suficiente para que entendamos que no les gusta su trabajo pero tienen que hacerlo, y que tienen otras inquietudes… (lamentablemente, esta historia es demasiado común); en el caso de Alex y Maddy, lo que los atrae es la música. Así que Maddy lleva a su amigo al estudio de grabación donde trabaja Dan (Luke de Woolfson) para pasar allí la noche. Dan les permite quedarse hasta las siete de la mañana, solos, por un precio por debajo del mercado; Alex quiere terminar una canción que, en sus propias palabras, puede darles fama y hacer que puedan dejar su trabajo.

Lo mejor: Tiene estilo, clase, y un clima muy bien conseguido en su primera mitad.

Lo peor: El clímax, sin ninguna duda.


100 Feet

Una clásica historia de fantasmas en pleno centro de Nueva York

100 Feet

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  • Título original: 100 Feet
  • Nacionalidad: USA | Año: 2008
  • Director: Eric Red
  • Guión: Eric Red
  • Intérpretes: Famke Jannsen, Ed Westwick, Bobby Cannavale.
  • Argumento: Marny consigue que le conmuten el resto de su condena por matar a su marido por arresto domiciliario. Para ello, le ponen un dispositivo electrónico que le impide salir de su casa y, por tanto, también escapar del fantasma de su marido.


100 Feet

La historia de alguien – preferentemente, una mujer – asediado por una presencia sobrenatural en un entorno aislado no es nueva. Es el cuento gótico por excelencia. Por eso, el punto de partida de 100 Feet ya me parece interesante, pues consigue una variante original: Marny (Famke Jannsen) consigue conmutar el resto de su condena por arresto domiciliario, de manera que pasará los siguientes dos años de su vida encerrada en su casa. Para asegurarse de ello, le ponen un brazalete electrónico que comienza a pitar y manda una señal a la policía si ésta se sale de un radio de treinta metros (los 100 Feet del título, más o menos la extensión de su casa). Por tanto, está aislada, a pesar de encontrarse en el mismo centro de Nueva York.

Marny estaba en la cárcel por asesinar a su marido, Mike (Michael Paré), un policía que la maltrataba. De hecho, cuando vuelve a su casa, nadie ha limpiado una mancha de sangre en la pared, señal inequívoca de dónde se cometió el crimen. El policía que va a vigilar la casa y que acudirá en caso de que salte la alarma del dispositivo eléctrico es Shanks (Bobby Cannavale) que, además, era el compañero de Mike y uno de sus mejores amigos. Shanks se ha propuesto hacerle la existencia imposible a Marny, a modo de venganza.

Lo mejor: El penúltimo ataque de Mike.

Lo peor: Que se ve la construcción de la trama en la segunda mitad de la película.


Deadly Little Christmas

Échale un vistazo a una película que he hecho con unos colegas

Deadly Little Christmas

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Deadly Little Christmas

Un día de navidad de quince años atrás, el pequeño Devin sale de su casa con un cuchillo y la cara ensangrentada; en el interior, su padre y la asistenta han sido brutalmente asesinados. Quince años después, su madre Mary (Felissa Rose) y sus dos hermanas, Taylor (Monique La Barr) y Noel (Leah Grimsson) han reconstruido sus vidas. Las dos hermanas están preparando, por Navidad, una representación de la última cena en el centro social del barrio. Sin embargo, Devin se escapa del hospital y comienzan los crímenes.

Si no fuera por los nombres de los protagonistas, desde luego, esto podría ser La Noche de Halloween sin ningún tipo de problema. Incluso, el plano de marras del niño con el cuchillo en la puerta de un dúplex americano está presente. Vale que hay quinientas películas que tienen este mismo argumento, pero en muy pocas el descaro llega hasta extremos como el del mencionado arranque, o al hecho de que Devin ha pasado sus quince años de internamiento psiquiátrico sin decir una sola palabra, por ejemplo.

Lo mejor: Los créditos, por ejemplo.

Lo peor: Como película, realmente es muy mala.


Hermandad de Sangre

Un trabajo duro

Hermandad de Sangre

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Hermandad de Sangre

Jessica (Leah Pipes) encabeza la Theta Pi, una hermandad de chicas cuyas integrantes más cercanas son Cassie (Briana Evigan), Chugs (Margo Harsham), Ellie (Rumer Willis), Claire (Jamie Chung) y Megan (Audrina Patridge). En realidad, son amigas porque están en la misma hermandad, no porque se caigan bien: entre ellas son bastante cabronas. Por eso, cuando Megan fallece por culpa de una broma que las demás quieren gastarle al hermano de Chugs, deciden tirar su cuerpo a un pozo y fingir que nada ha pasado. Incluso, en el discurso de inauguración del año escolar, Jess se permite dedicar unas palabras de cariño para su “hermana” Megan desaparecida. Pero, ocho meses después, todas reciben un mensaje en su móvil que hace referencia a esa noche, y empiezan a morir, una a una, durante la fiesta de la hermandad…

Bien, una película como esta apenas resiste una crítica. No hay nada original en ella, el suspense brilla por su ausencia, es bastante ilógica y, si no supieras el título, prácticamente nada del aspecto técnico te haría pensar –salvo los asesinatos- que estás viendo una película de terror: fotografía, montaje o sonido son, más bien, los de una comedia estudiantil americana.

Lo mejor: Que sí ríe de sí misma, y nosotros con ella.

Lo peor: ¿Seguro que querían hacer una película de terror, aunque haya asesinatos?


Splinter

¡Cuidado, pincha!

Splinter

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Splinter

Seth (Paulo Costanzo) y Polly (Jill Wagner) se disponen a celebrar su aniversario de acampada pero, cuando se les rompe la tienda de campaña, cambian sus planes y buscan un motel. Sin embargo, cometen el error de recoger a Dennis (Shea Whingham), un exconvicto, y su novia Lacey (Rachel Kerbs), toxicómana, que les obligan a llevarles en coche hasta su destino. Cuando paran en una gasolinera, descubren con horror que el dueño de la misma ha sido contagiado por una especie de parásito. Desde ese momento, ambas parejas tendrán que colaborar para conseguir salir de allí con vida.

La amenaza que Splinter presenta es un monstruo bastante interesante, empezando porque no es un monstruo en sí. Es un organismo sin forma, una suerte de alfileres o astillas similares a los de un puercoespín que, si se te clavan, te contagian. Su comportamiento es como el de una célula invasiva cancerígena: su inteligencia no va más allá de la mera expansión o supervivencia, lo que es bastante, por otro lado. Va anexionando a sus víctimas conforme las necesita para seguir activo y con movilidad, y puede lanzar sus púas como un erizo cabrón, de manera que se expande todo lo que quiere y más.

Lo mejor: Lo acertado que está prácticamente todo en la mayoría del metraje.

Lo peor: Es minúscula.


Giallo

Amarillo Pálido

Giallo

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Giallo

Después de El Sídrome de Stendhal (1996), cada vez que Dario Argento se sitúa tras algún proyecto, siempre alguna voz clama: por fin, el regreso del auténtico Dario Argento. Exceptuando su versión de El Fantasma de la Ópera (1998) –esa no había por dónde cogerla-, esto ha sucedido con Insomnio (2001), en El Jugador (2004), los dos capítulos que dirigió para Masters of Horrors, La Terza Madre (Mother of Tears, 2007) y, ahora, en Giallo. Son demasiados títulos dudosos, ¿no?, y más teniendo en cuenta que, en la mayoría de ellos, la supuesta recuperación se basa en destellos brillantes aislados. A estas alturas, a alguien que nos ha entregado películas tan válidas y absorbentes como Inferno o Tenebre no se le exculpa por detalles: se le exigen, como mínimo.

Giallo arranca bien: dos chicas japonesas van a la ópera pero, como es su última noche en Turín y les aburre un poco la representación, deciden irse de juerga. En una discoteca, una de ellas conoce a un chico y la otra decide volverse al hotel. Para ello, pilla un taxi… y ese es el comienzo de su final. Es una escena bien narrada, con clase si me apuras, algo de lo que Argento no suele hacer gala demasiado a menudo. Así, mientras descubrimos que el conductor de ese vehículo no es, precisamente, un taxista, conocemos a Celine (Elsa Pataky) en mitad de un pase de modelos, y a su hermana Linda (Emmanuelle Seigner), que acaba de llegar a la ciudad y se va al piso de la primera a esperar a que termine el desfile.

Lo mejor: breves destellos... sniff.

Lo peor: la desgana y apatía que destila el resto de la cinta.