La productora de cine Rodar y Rodar se formó en el año 1991, y desde entonces ha ido por el buen camino. No obstante, su bombazo llegó en 2007 con el estreno de El orfanato. Aquella celebrada (y sobrevalorada) ópera prima de J.A Bayona, se convirtió en un fenómeno social tal como había sucedido años atrás con una película de corte similar, Los otros (2001), de Alejandro Amenábar. En 2010 volvieron a probar suerte con el thriller de suspense (con elementos del giallo italiano) Los ojos de Julia, con Belén Rueda de nuevo como protagonista y producción de Guillermo del Toro. La cosa volvió a cuajar.

Un guardia de seguridad causa un atropello y huye de una morgue, tras el cual la policía descubre que en el lugar donde trabajaba éste la puerta de una de las neveras está abierta y el cadáver de una mujer ha desaparecido. Un inspector de policía colaborará con el marido de la difunta quién, no obstante, no descarta para nada su participación de alguna manera en el incidente…

Para que todo quede en familia, Belén Rueda repite en el personaje principal, y Oriol Paulo, guionista de Los ojos de Julia, se encarga una vez más del libreto. Sin embargo, esta vez Paulo también debuta en la dirección. Al reparto hay que añadir los nombres de José Coronado y Hugo Silva. El estreno en salas españolas tendrá lugar el 3 de Enero de 2013, aunque se podrá ver un poco antes, concretamente el 4 de Octubre, en el Festival de Sitges.

Monstruos gigantes y robots no menos temibles frente a frente. Leyendo esto, a más uno se acordará de aquellas películas sobre monstruos orientales, con tíos disfrazados destrozando maquetas. Posiblemente es la imagen que tiene grabada Guillermo del Toro, fan del cine fantástico como el que más y adorador del llamado kaiju. Es el popular cineasta mexicano quién regresa tras las cámaras para contarnos, a partir de un guión de Travis Beacham, como, en el futuro, la humanidad tiene que combatir contra horripilantes criaturas utilizando como arma un ejército de robots. No obstante, esto es una descripción a groso modo. Si queréis saber más, sólo tenéis que acompañarme en las próximas líneas.

¿Qué es el Kaiju?

Kaiju es una palabra japonesa que quiere decir “bestia extraña”, aunque normalmente en ingles se utiliza como “monstruo”. Podríamos decir que es un subgénero o un estilo, dentro del Tokusatsu, que viene a significar “efectos especiales”. La mayoría de espectadores del mundo conocerán, ya sea porque son fans, han visto alguna película, alguna adaptación Made in USA, o simplemente de oídas, personajes kaiju como Gozdilla y Gamera. Pero vamos, que podemos entretenernos con otras variantes de bichos gritones como Mothra, Rodan, Anguirus o el mismísimo King Kong, que en alguna delirante y casposa ocasión ha sido enfrentado nada menos que al citado Gozdilla.

El cine indie estadounidense, aquel que estuvo tan de moda allá por los noventa, prácticamente desapareció. Pero ojito, porque de vez en cuando aparecen cosas como este Martha Marcy May Marlene, que devuelven la esperanza en un cine complejo, sin miedo a deberse únicamente a un reducido tarjet de espectadores, con muchas ideas y, algunas, muy bien ejecutadas. No por casualidad, ha cosechado premios como el de mejor director en Sundance o el Nueva Generación de los críticos de Los Ángeles, así como nominaciones en los Critics Choice Awards a la mejor actriz o en los Independent Spirit Awards a la mejor opera prima, entre otros.

Atormentada por dolorosos recuerdos y dominada por una creciente ansiedad, Martha abandona una secta y se va a vivir con su hermana Lucy y con Ted, el marido de ésta. Intenta adaptarse al estilo de vida de la clase media-alta, pero acosada por constantes pesadillas, no le resulta nada fácil. Mientras asume su soledad, la paranoia resquebraja su existencia. Finalmente, desciende a un vertiginoso estado de pánico cuando comienza a sospechar que alguien sigue todos sus movimientos.

Antes de nada, un aviso: por mucho que el argumento nos hable de sectas, de paranoias y de peligros, y por mucho que esta reseña la leáis en Almas Oscuras, no debéis esperar una película de terror o de suspense. Al menos, no como las conocemos habitualmente. Lo que aquí ocurre es la prueba palpable de que el cine de terror cada vez se encuentra más fusionado, dividido en ramas. Una historia sobre el peligro de las sectas puede contarse con golpes de efecto, sustos, gore y música tenebrista. Pero también puede contarse como un extraño drama, enrarecido hasta la medula, pausado hasta la extenuación y siendo a la vez, cosas de la vida, un cine hipnótico y adictivo.

Dentro de unos meses, el 14 de Octubre concretamente, volverá The Walking Dead a nuestros hogares. Una serie amada y odiada, pero cuyo rotundo éxito la ha llevado hasta una tercera temporada que está empezando a asomar la cabecita. No ha sido un camino de rosas, y a lo largo de los siguientes párrafos descubriréis los motivos, además de encontrar las novedades que aguardan y que, de haber sido fieles al material del que procede, pueden depararnos tensión, personajes icónicos, sangre a borbotones y un apocalipsis cada vez más palpable. Los caminantes no descansan.

Actualmente, mucha gente sigue pensando que Pesadilla antes de navidad (1993) salió de la cámara de Tim Burton. Incluso muchos de sus fans gotico-light, vampiros y emos, creen que él es el director. En realidad, el excéntrico y otrora genial, aunque últimamente muy acabado cineasta, creó la historia y sus personajes y superviso el rodaje desde el puesto de productor. El encargado de dirigirla fue un tipo llamado Henry Selick, que debe estar bastante mosqueado por haber sido ninguneado en su más popular y aplaudida obra. Una rabia que le duraría en años posteriores, pues ni James y el melocotón gigante (1996) ni Monkeybone (2001) se acercaban a la calidad de su primer logro. Además pincharon en taquilla, sobre todo la última. Cuando Selick parecía condenado al olvido, resurgió con la excelente Los mundos de Coraline (2009). Y aquí ya no estaba Burton para poner el nombre con apostrofe, pues en esos momentos se encontraba preparando tres cosas: Alicia en el país de las maravillas (2010), fallida vuelta de tuerca al increíble mundo creado por Lewis Carroll, Sombras tenebrosas (2012), horripilante comedia que insulta la memoria de un clásico televisivo, y la que nos toca, Frankenweenie.

Lo de la saga Resident Evil en el cine es curioso. Cada entrega que se estrena deja un reguero de críticas terribles y nefastos comentarios del público. Si te pones a buscar por la red, pocos dirán, o reconocerán, que les gusten dichas películas. Sin embargo, han pasado diez años y, con la que nos toca, cinco entregas desde que se estrenara la primera. Y lo realmente curioso viene ahora: 102, 129, 147 y 296 millones. Se trata de las cantidades, en dólares, amasadas por cada entrega alrededor del mundo. Efectivamente, su éxito va en ascenso, en lugar del clásico decrecimiento por perdida de interés. Y esto teniendo en cuenta que a casi nadie le gustan. Claro que llegados a este punto, uno se plantea que en gran medida los aficionados de dicha franquicia son los que no han jugado, no suelen hacerlo, o lo hacen pero sin ser fanáticos, a la popular (y genial, salvo excepciones) serie de videojuegos en los que, se supone, se basan. Eso, y qué cojones, que yo y seguro que muchos más aficionados de los juegos nos tragamos cada nueva película porque nos termina picando el gusanillo.