El infierno se ha desatado.
La mayoría de los habitantes de Pedraza han sido declarados dementes y encerrados en un psiquiátrico. En cuanto a Elena, sigue en coma postrada en una cama de un hospital; mientras Paco, abatido por los remordimientos, se desvive por cuidar de ella. Por si fuera poco, un nuevo enemigo aparece en escena. Un ser perverso, temido, incluso, por el mismísimo diablo. Es entonces cuando surgen algunas preguntas, como quién es el padre Vergara; si está vivo o muerto, o dónde se hallan las almas torturadas.
30 monedas fue una grata sorpresa dentro del panorama televisivo español. Una serie de terror muy del estilo de su principal responsable, Alex de la Iglesia, con todo lo bueno, aunque también lo malo de sus películas: la primera temporada empezaba muy fuerte, avanzaba bien y, lastima, concluía de forma precipitada y con algunos excesos poco convincentes. Como digo, para bien y para mal, es marca de la casa. Y la segunda temporada parece invitarnos, ya sin remilgos, a una fiesta de referencias, demonios y látex. De hecho, nos lleva al mismísimo infierno con criaturas que evocan claramente a Silent Hill o los cenobitas de Hellraiser.