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The dude bro party massacre III

Aquel cine de los 80 que nos mataba de la risa

The dude bro party massacre III

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 3/5

The dude bro party massacre III

Si no has degustado los estúpidos films de terror de Charles Band, alucinado viendo cintas como Terrorvision o Frankenhooker (conocida en estos lares como “Frankenputa”) o la saga de El vengador tóxico, o Festín sangriento; si no te measte de risa con el delirio británico de Baño de sangre en la casa de la muerte, o no te has tragado de principio a fin bochornosas copias de los Gremlins como los Munchies o Ghoulies, es posible que no le encuentres el punto a este film… Pero aún así yo que tu le daba una oportunidad a The dude bro party massacre III, sobre todo si eres de risa fácil, pues nos encontramos ante una gamberrada, de tamañas dimensiones, cargada de humor grueso y gore casposo que hace honor a las cintas mencionadas y a todas aquellas producciones, de ínfimo presupuesto, que tenían como único y sano objetivo hacernos pasar un buen rato sin preocuparse demasiado de la coherencia argumental o del buen gusto.

Con el único fin de descubrir al asesino de su hermano gemelo, nuestro protagonista, Brent (Alec Owen), se infiltra en la hermandad universitaria del difunto y decide salir con ellos a una alocada excursión. Uno a uno, los miembros se irán enfrentado a “Motherface”, archienemigo de la hermandad, a la que creían muerta de las anteriores entregas de la saga. En esta ocasión “Motherface” parece conocer muy bien las flaquezas de cada una de sus víctimas y termina con ellos de la forma que más les amedrenta.

Lo mejor: Me recuerda a mis grabaciones antiguas y me hizo reír más de lo que me esperaba.

Lo peor: Tan payasa que en ocasiones da un poco de vergüenza y ciertos momentos de relleno.


Gutterballs 2: Balls Deep

BBK desencadenado

Gutterballs 2: Balls Deep

En Gutterballs 2: Balls Deep, transcurridos diez años de la masacre original en la bolera, Stacy, pariente de una de las víctimas, está terminando su turno en el local. Un grupito de jóvenes estúpidos aparecen con ganas de fiesta acompañados de una “bola 8” mágica e intentan contactar con BBK. Para su desgracia parece ser que alcanzarán su objetivo… Con la fuerza de un pleno, BBK irrumpirá en escena y empezará a correr la sangre.

Una sentida reverencia para el príncipe de la mugre. Para el rey de lo abyecto. Para el emperador de la repugnancia y la degradación. Regresa el gran BBK (“el asesino de la bolsa de bolos”) de la mano del no menos grande Ryan Nicholson, el director, guionista y especialista en efectos especiales canadiense que ha sido capaz de regurgitar salvajadas del calibre de Live Feed, Hanger, Famine o Collar. Nicholson es un pirado (con todo el cariño del mundo) que lleva el infracine tatuado a fuego en su piel. El tipo hace lo que le da la gana y cuando le da la gana… y quizás por esa razón ha decidido que, justo ahora, es el mejor momento para escupirnos a la cara la secuela de la que quizás sea su obra más “popular”: Gutterballs.

Cut and Run

Cierre de la trilogía caníbal

Cut and Run

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 2/5

Cut and Run

Como reza el epígrafe, este título cerró la trilogía caníbal/selvática del iconoclasta Ruggero Deodato, especialista en sacudir a la sociedad de los setenta y ochenta con su cine extremadamente sádico, gráfico y violento. Se me ocurrió verla después de conocer el homenaje descarado de Eli Roth en The Green Inferno; director, el norteamericano, que por cierto no oculta su veneración por el italiano, a quien otorgó un cameo en la segunda parte de Hostel.

Nunca estrenada en España (de ahí el título en ingles/italiano), esta cinta de 1985 supuso un cambio de registro frente a las brutalmente explícitas Mundo caníbal, mundo salvaje y la madre del cordero, Holocausto Caníbal, tan controvertidamente célebre. Cut and Run: Inferno in diretta se desmarca decididamente de las dos obras anteriormente mencionadas, no sólo porque no hay canibalismo por ningun parte, sino porque Ruggero decidió no cargar tanto las tintas y ofrecer algo que, aun siendo salavaje en términos generales, no levanta cejas para el espectador medio. Es más, su escena más cruenta fue censurada en casi todos los países en los que la película logró estrenarse, pero de eso ya hablaremos más adelante.

Lo mejor: Violencia sin paños calientes.

Lo peor: Historia muy endeble y poco creíble.


Time to Kill

Sara, dulce Sara

Time to Kill

Sara es una hermosa rubia que luce unos espectaculares tatuajes en su piel. Aquejada de una extraña enfermedad, Sara recibe la noticia de que tan solo le queda 24 horas de vida. ¿A qué dedicará Sara su último día sobre la Tierra? Pues a torturar y matar a todos aquellos que le han hecho daño. La venganza está servida. Para Sara no hay tiempo que perder, tan sólo hay… Tiempo para matar (Time to Kill).

Una sinopsis contundente para un nuevo grindhouse-revival de la mano del director, guionista y productor Brian Williams. Supongo que a estas alturas a nadie se le escapa que esta moda, supongo que pasajera, de revisitar las formas raídas y gastadas de los viejos exploits setenteros en ocasiones no es más que un subterfugio para intentar justificar, camuflar o adornar la escasez de medios - principalmente de pasta. Pero también está sobradamente probado que la carencia de medios no está reñida con el talento, y el grindhouse-revival, que tuvo su orígen en aquel doble programa de la mano de Tarantino y Rodríguez, también nos ha ofrecido deliciosas películas en los últimos años (películas que me niego a mencionar por temor a hacerme muy, pero que muy pesado). De manera que un servidor sigue recibiendo, como agua de mayo, propuestas como las de Time to Kill, un exploit revenge en toda regla, en cuyo tráiler (y póster, que podréis ver a continuación) abundan las tetas, los culos, los tatuajes, el gore…, y más tetas, y más culos y baños de sangre (en el sentido más literal de la expresión). Yo me apunto, sin pensármelo, a esta escalada de violencia y sexo sin sentido cogidito de la mano de la dulce Sara. A continuación el póster, algunas imágenes y el póster de Time to Kill.

All Hell Breaks Loose

Moteros del infierno Vs. el tipo equivocado

All Hell Breaks Loose

All Hell Breaks Loose es una historia de amor, cuero y violencia. Cuando los “Pecadores de Satán”, una pandilla de moteros salidos del mismísimo infierno, secuestran a la novia de un hombre, pronto descubrirán que acaban de morder más de lo que pueden masticar. Ahora el hombre está envuelto en una cruzada por salvar a su esposa, sea como sea… incluso si eso significa morir una y otra vez. Con la ayuda de un sheriff paleto, un sacerdote pervertido y un vaquero que sólo puede ser Dios, el infierno acabará vuelto del revés.

El orígen de una película como All Hell Breaks Loose es, cuanto menos, peculiar. Jeremy Garner y Thevocab Ulariast, director y guionista, respectivamente, de la película, tenían un amigo en común llamado Justin Sullivan que cada fin de semana recorría, junto a sus colegas del club de moteros, y a lomos de su flamante Harley, centenares de kilómetros sin un rumbo fijo. Jeremy y Thevocab sumaron dos más dos y llegaron a la conclusión de que tenían el material de partida perfecto para rodar una genuína biker movie de aroma setentero. Reunieron un presupuesto ajustado, le dieron a su colega Jeremy el papel de Dios sobre dos ruedas, papeles secundarios para todos los miembros del club de moteros, contrataron a un par de strippers, aderezaron el conjunto con una generosa ración de gore y violencia, algo de humor negro, posesiones demoníacas, planos desenfocados, arañazos… y ¡Bang!, ya tenemos un jugoso y apetecible plato de neo-grindhouse listo para ser degustado por todos aquellos que somos fanáticos de películas como Hobo with a shotgun, Father’s Day o The Disco Exorcist (tengo la impresión de que siempre acabo mencionando las mismas películas cuando sale el tema del Grindhouse).

Calles Salvajes

Justicieros juveniles

Calles Salvajes

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 3.5/5

Calles Salvajes

Me resulta difícil valorar esta película sin ser subjetivo. Aún así, creo haberme resistido y he puesto las notas que merece, pese a la tentación de hacer lo contrario.

Muchos seres humanos son poco atractivos para el extraño, pero el centro del universo para sus parejas sentimentales. Sirviéndome de la comparación, alguien apasionado de los ochenta, la música rock, las bandas sonoras con sintetizador, las películas sobre la venganza y las chicas con actitud como es quien escribe este artículo, considera a Calles Salvajes un sublime producto, ya que aúna todo ello con maestría y sobre todo, honestidad. Nada es más odioso que un cineasta(s) que tratá de otorgar a su obra una pretenciosidad que no casa con lo que ofrece. En Calles Salvajes, Danny Steinmann no tropieza con esa piedra: él ofrece algo que parece exploitation, huele a exploitation y se inspira en exploitation. Sin titubeos. Sin falsas ínfulas. Sin cinismo. Y es por eso, aparte de por ofrecer toda esa ristra de elementos gloriosos arriba citados, que quiero recomendar esta película.

¿Qué tenemos en Calles Salvajes? Por un lado a Linda Blair, la niña de, para muchos, la mejor película de terror de la historia (El Exorcista) ya hecha toda una mujer, aunque haga de adolenscente por exigencias del guión. También a una scream-queen de primer nivel como es Linnea Quigley (El regreso de los muertos vivientes, Pesadilla en Elm Street 4, Night od the Demons y productos todavía menores). Y a un gran actor, nunca reconocido lo bastante, como es John Vernon. Ellos tres se reparten los papeles menos bidimensionales, ya que el resto no se apartan de los estereotipos del género: matones sin un ápice de humanidad que piden a gritos a lo largo de todo el metraje una muerte lenta y cruel.

Lo mejor: Exploitation sin tapujos ni falsas pretensiones

Lo peor: Quienes no aprecien el género verán excesivos desnudos y violencia gratuita