slasher

Terrifier 2

El GORE conquista las salas.

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Diggers

Arrastrándose con las ratas

Diggers

Cuando el último tren nocturno viaja por las profundidades del sistema de túneles de Moscú, éste desaparece misteriosamente con todos sus pasajeros. Ante la pasividad de las autoridades, un grupo de los jóvenes se adentran en los túneles para tratar de descubrir qué ha pasado con sus amigos, viajeros de dicho tren.

Últimamente, o eso me ha parecido, nos van llegando más noticias sobre películas rusas, como si tras el chasco, hasta cierto punto, de “Guardianes del Día” el país no comunista se animase a volver a la senda del terror, donde nunca han sido especialmente prolíficos. Por ejemplo, han rondado durante las últimas semanas por los vídeo clubes virtuales (ejem) “III” y “Queen of Spades”, dos títulos independientes que confirman el buen hacer técnico de nuestros camaradas del este. Otra cosa serían sus argumentos y la estructura narrativa, incluso la última versión de “Viy”, que vendría a ser puro folclore, se dejaba llevar por los amaneramientos anglosajones, precisamente igual que esta “Diggers”, un slasher que parece un reflejo de la valorable y conocida “Creep”, de Christopher Smith y con la guapísima Franka Potente de protagonista.

Scare Campaign

Comerciando con el miedo

Scare Campaign

El popular programa de televisión sobre bromas de cámara oculta, “Scare Campaign”, ha entretenido al público durante los últimos 5 años con sus arriesgadas ocurrencias. Pero a medida que entramos en una nueva era de la televisión, los productores se encuentran con más y más competencia online. Así que es hora de subir la apuesta, pero… ¿habrán ido demasiado lejos esta vez y se habrán metido con la persona equivocada?

Cada vez más de moda, todos hemos visto alguno de esos vídeos donde se desarrollan las bromas más rocambolescas para gozo del espectador anónimo, ávido de reírse a costa de los demás. Desde los clásicos de Summers, “Todo er mundo e gueno” y “Todo er mundo es mejor”, hasta la fecha la cosa ha evolucionado bastante, tomando unos derroteros que alcanzan el terror de forma directa, pues lejos de rodar con cámara oculta las reacciones del viandante a un enano encerrado en una jaula, ahora se estila en poner a desconocidos al límite del ataque cardíaco, ya sea con una pandilla de payasos asesinos o un ataque zombie en medio de un metro de Río de Janeiro. Cuando las películas de horror ya no aterrorizan, el nuevo límite es trasladar experiencias de alto voltaje a la vida real, pero, mejor todavía, sin el consentimiento de las víctimas. Uno pasea por YouTube, gran “culpable” de este auge de bromas macabras, y no puede evitar plantearse, entre risa y risa de cabrón, cuál sería su propia reacción ante los sustos a los que algunos son sometidos.

Endor

¡Qué mueran los putos Ewoks!

Endor

Los estudiantes de posgrado Keira y Russ están en un viaje por carretera a Omaha en la celebración de su primer aniversario cuando tienen que parar en una granja local a pedir ayuda con el coche. Después de presenciar allí un asesinato brutal, son perseguidos a través del municipio agrícola de Endor.

Slasher de bajísimo presupuesto (diez mil dólares y gracias) que, lejos de la Luna Santuario, nos adentra en las zonas rurales del centro de Estados Unidos. Con dos protagonistas que rozan la cuarentena ejerciendo de recién graduados, será que les costó terminar la carrera, nos sumergimos en un festival de personajes garrulos, a juzgar de su tráiler, entremezclados en una especie de “road movie” con gore barato y un asesino con peluca. De nuevo me pregunto: ¿cómo? Cómo diablos llegamos a tener noticias de estas películas de rastrillo estando la difusión cultural tan jodida. En España, donde por ejemplo las editoriales suelen descojonarse de los autores que intentan publicar una antología independientemente de su calidad, esto jamás pasaría. El cine amateur, incluso el comercial, se queda cómodamente en casa mientras que los artistas de talento emigran para poder llevarse un mísero mendrugo a la boca. Y no es una reflexión gratuita, si “Endor” tiene cabida dentro de circuitos que hagan ganar dinero a sus autores es porque en otros países, por ejemplo en Francia, el ciudadano medio paga por acercarse a la cultura, cimentando una industria del ocio bien engrasada, al menos con capacidad para subsistir.

Blackburn

De fantasmas, asesinos... y Soska Sisters

Blackburn

Un incendio forestal y un desprendimiento de rocas, dejan a cinco amigos atrapados en un pequeño pueblo de Alaska. Un pueblo fantasma perseguido por una terrorífica historia. Cuando buscan refugio en el interior de una mina abandonada desperatarán las iras de su habitantes. Ahora deberán unirse y luchar juntos por la supervivencia, ya que los habitantes están acabando con ellos… uno tras otro.

Bueeeeno… Esta es una de esas ocasiones en las que, sin encontrarme con nada realmente novedoso (a botepronto parece una mezcla entre Wrong Turn, My Bloody Valentine y el universo de Silent Hill; y pasaré por alto lo de que está basado en hechos reales), lo que acabo de ver… me pone. Un poquito. Y sin ánimo de crear falsas expectativas. Blackburn es una producción canadiense dirigida por Lauro Chartrand que mezcla el relato de fantasmas con el slasher puro y duro. Fantasmas, caníbales, un asesino con pinta de minero y una caterva de cachorros universitarios liderados, ni más ni menos, que por las inefables Soska Sisters (Jen y Sylvia), las afamadas guionsitas y directoras de películas como American Mary.

Emelie

La revancha de la Babysitter

Emelie

La niñera habitual de los Thompson no puede cuidar a los niños esta noche. En su lugar contratan a su amiga Anna para que los cuide mientras los padres salen a celebrar su aniversario de boda. Al principio Anna parece un sueño hecho realidad para los niños, ya que les permite jugar con cosas que, habitualmente, están fuera de sus límites. Pero pronto serán los mismos niños los que se darán cuenta de que las intenciones de Anna son cada vez más oscuras y retorcidas.

No confundir nuestra Emelie con la dulce y algo pirada Amelie de Audrey Tautou (sí… ya sé que nadie lo ha hecho), ni siquiera hay que confundirla con la señora Botz, aquella babysitter criminal que se topó con la horma de su zapato —Bart— en el mítico episodio de la primera temporada de Los Simpson titulado en España “La Babysitter ataca de nuevo”. De hecho ni siquiera me esforzaré en recordar a la sensual y peligrosa Rebecca de Mornay —ya tenemos una edad…— en La mano que mece la cuna (The Hand That Rocks the Cradle, 1992). Nada de eso… Nuestra particular Emelie es una hermosa y sana jovencita que ha decidido tomarse la revancha por la cantidad de cabronadas que han sufrido las babysitters en tantas y tantas películas de terror. En esta ocasión el asesino no lleva máscara, no llama al teléfono en horas intempestivas, ni mira a través de ventanas y ventanales. Ahora el asesino está dentro de la casa, se gana la confianza de los críos y se convierte, de paso, en la peor pesadilla de aquellos padres que dejan entrar a un desconocido en sus casas para que “cuiden” de sus vástagos.

Landmine Goes Click

Pisando fuerte

Landmine Goes Click

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 4/5

Landmine Goes Click

La ganadora de festival de “La mano” de este año reúne todo lo que le gusta a cualquier aficionado de un buen thriller: tensión, giros sorprendentes y una contundente conclusión como broche final. Además es un producto con una factura excelente y buenas actuaciones: así que lo tiene todo.

Alicia y Daniel son una pareja norteamericana de excursión en Georgia (el país). Les acompaña Chris, que vive con el remordimiento de no haber confesado a su mejor amigo que ha tenido una aventura con su chica. En un ambiente cordial en apariencia, pero plagado de secretos, los acontecimientos se precipitarán cuando, haciendo una foto de grupo, Chris pise una mina abandonada. Sin posibilidad de separar su pie del funesto objeto contemplará impotente los amenazantes sucesos que se desencadenarán a su alrededor.

Decía Alfred Hitchcock que el suspense se generaba cuando el espectador era testigo de los acontecimientos pero los observaba hastiado al no poder intervenir en la escena y, aunque no se refería estrictamente a la situación que nos ocupa, las desventuras de Chris ganan en intensidad dada su nula capacidad de acción respecto a lo que le rodea. Como ya pasaba en cintas como Phone Booth o Grand Piano, el espacioso entorno en el que transcurre el film se transforma, con el paso de los minutos, en un claustrofóbico nicho del que, mucho nos tememos, no va a poder salir airoso nuestro protagonista.

Lo mejor: Perfectamente medida. Un villano de los que no se olvidan.

Lo peor: Sus 45 minutos finales son desoladores y muy duros.