Terror de nueva generación
No me voy a alargar ni voy a ser muy explícita. No quiero destriparos la experiencia puesto que aun no se ha estrenado la película. Os ofrezco aquí unas simples líneas de ruta y un reflejo de mis sensaciones tras los títulos de crédito. Acudid el día 20 al cine pase lo que pase a continuación.
Nueva década, nueva generación. La que no baja al sótano a oscuras si oye ruidos; aquellos que no se quedan estudiando solos en la biblioteca de la universidad tras una matanza sanguinaria en el campus; los que no contestan al teléfono la cuarta vez que una voz distorsionada desde el otro lado del auricular amenaza con descuartizarlos; la que huye al minuto y medio de una casa en la que suceden fenómenos paranormales; los que no vuelven a un campamento donde el índice de mortalidad de una sola noche supera el de tres temporadas de CSI juntas; la que jamás haría de niñera en la noche de Halloween; y los que, bajo ningún concepto, entrarían en el ático del número 34 de Rambla Catalunya.
Es nuestra generación, somos nosotros. Nos aprendimos las reglas hace mucho tiempo, tenemos un máster en cómo, cuándo, dónde, quién y por qué ocurre lo que ocurre en el cine de terror. Somos testigos de su evolución y perfeccionamiento a lo largo de los años. Estamos familiarizados con todos los trucos y trampas: reflejos en un espejo, líneas de teléfono cortadas, móviles sin cobertura, coches averiados, viejos locos que advierten del peligro, sombras tras cortinas, etc… Hemos asistido a un reciclaje continuo de los rasgos característicos del género y, en cierto modo, nos hemos vuelto inmunes a ellos. Muchos cineastas se han dado cuenta y se han distanciado de lo establecido para trabajar en otras direcciones que buscan el horror a través del impacto (‘Saw’, ‘Martyrs’, ‘A Serbian Film’, ‘The Human Centipede’). Otros, como Wes Craven y Kevin Williamson, se resisten a abandonar sus principios clásicos, reniegan de las corrientes contemporáneas y refuerzan su discurso con un lavado de cara que se adapte a nuevas necesidades y exigencias, las de una nueva generación.
Lo mejor: La primera escena. La fiesta Stab-a-Thon. Las referencias, los homenajes y la parodia (en su justa medida).
Lo peor: Que, en ocasiones, exagere tanto que limite su terreno con las Scary Movie. El segundo acto. El desenlace.