Un demonio, dos demonios, tres demonios...
Un joven muchacho llamado Roscoe encuentra un portal hacia otro mundo dominado por un demonio ancestral conocido como Dimwos. Dimwos convierte al muchacho en un adulto y le revela algunos secretos acerca de su poder y su magia. Sin embargo existe un oscuro secreto que Dimwos mantiene alejado de Roscoe. Cuando Roscoe descubre que su maestro le ha escondido dicho secreto durante tanto tiempo se revuelve contra él, desatando, sin pretenderlo, la ira de otros tres demonios.
Llevado por la desesperación, Roscoe huye con la intención de regresar a nuestro mundo y provocando que los demonios descubran el portal. Cuando los demonios atraviesan el portal el infierno se desata en la tierra. Uno de los demonios posee la mente y la voluntad de todos los que se cruzan por su camino. Otro transforma a los hombre en bestias asesinas, y el último de ellos lidera un ejército de muertos.
Estamos ante otro flagrante caso de “Juan Palomo, yo me lo guiso yo me lo como”. Y que conste que esto lo digo desde el cariño, el respeto y, sobre todo, desde la más rotunda admiración. Y me estoy refiriendo a la constante aparición de películas de bajo presupuesto tras las cuales figura el nombre de una persona; un esforzado amante del género que lucha contra viento y marea para sacar adelante su visión, su proyecto. En este caso el tipo en concreto responde al nombre de Loup’Rah Garomore (extraño nombre), director, guionista, productor, actor y creador de los efectos especiales y de maquillaje de The Demon’s Rook, producción independiente que se encuentra en fase de postproducción y cuyo estreno se prevé para mediados del 2013.