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RoboGeisha

Vivo ó muerto usted se lo montará conmigo

RoboGeisha

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RoboGeisha

A vueltas, nos encontramos una vez más, con otra muestra del splatter japonés de nueva generación: RoboGeisha, de la mano del incansable Noboru Iguchi. Lejos estamos de los pasos balbuceantes que daban los habitantes de las islas, a mediados de los ochenta, con la infame saga Guinea Pig. A estas alturas de la película, y más de veinte años después, las cosas ya no son iguales en el país del sol naciente. Su cultura milenaria, su serena forma de ver la vida está profusamente infectada por occidente. Las fronteras se difuminan en las regiones civilizadas y se agudizan en el tercer mundo; el trafico de cultura trash por fin es “legal” en Japón. Como resultado de ello, y particularizando en el cine gore, las películas orientales se van alejando de sus lastres pasados para convertirse en obras perfectamente internacionales, con el añadido de una envidiable profesionalidad en todas las facetas de estas producciones.

En esta ocasión quiero hacer hincapié en las dos ramas de la evolución de esta cultura gore, nacidas al amparo de la citada saga y de otras obras de culto como Tokio Snuff ó incluso Tetsuo de Shinya Tsukamoto.
Realmente no creo que en el séptimo arte sea fácil clasificar una producción dentro de un marco cerrado, dado que cada cinta contiene su propia idiosincrasia. Más si cabe cuando estamos hablando de algo tan poco definido como el cine gore; “¿películas donde debemos ver mucha sangre?” Una definición patética sabiendo que cada película es de su padre y de su madre. Sin embargo, para entender mejor (si es que hay algo que entender en tamaña comedia) RoboGeisha, veo necesario hablar un poquito de las dos corrientes más visibles del cine “sangriento”, que nos llega desde el borde oriental del mundo. Además, sobre mi consumido organismo empiezo a notar los efectos de la indigestión provocada por tanto pecho ametralladora, shuriken anal y ojos rasgados. Así pues, considerando esta reseña como mi canto del cisne personal dentro del splatter japonés (al menos en lo que a realizar reseñas se refiere), no veo mejor momento para estas y otras divagaciones. Aunque insisto en que se trata de una simplificación para acercarnos a un género incomprensible y, por si fuera poco, proveniente de un país incomprensible para los occidentales.

Lo mejor: El humor, todo en RoboGeisha está al servicio del mismo. Y sorprendentemente funciona; especialmente por su gamberrísima escatología

Lo peor: Al hacer tanto hincapié en la comedia absurda, para aquel que no sea plato de su gusto, va a encontrar la cinta más odiosa de su vida. Y los clásicos momentos lacrimógenos (buf!)


La Sentencia del Diablo

El asesino viaja en una silla eléctrica

La Sentencia del Diablo

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La Sentencia del Diablo

Que complicado resulta hablar bien de una película como La Sentencia del Diablo. Yo creí que Blood River, película de Adam Mason posterior a La Sentencia del Diablo, pasaba por ser una apuesta controvertida y arriesgada que sin duda despertaría sentimientos muy contradictorios entre el aficionado (… y sigo creyéndolo). Pero esa sensación de que una determinada película pueda convencer a un minúsculo porcentaje de aficionados al cine de terror se acrecienta, de manera exagerada, tras el visionado de La Sentencia del Diablo.

Una cosa me queda clara: ni Adam Mason, ni su colaborador habitual en tareas de escritura Simon Boyes, son tipos que se decanten por el camino fácil. La Sentencia del Diablo no es el baño de sangre ni la monster-movie barata que algunas de sus imágenes pudieran hacernos presagiar. Es algo mucho más complejo que, nuevamente, tiene que ver con la naturaleza violenta del ser humano. Con la locura. Con el reino de lo irracional.

Lo mejor: El final, la presencia de Andrew Howard, el monstruo y la labor de Mason tras las cámaras.

Lo peor: Si el final no convence la experiencia puede resultar un auténtico desastre.


Slice

Santos Pecadores

Slice

Vivir en Tailandia tiene que ser muy jodido. Si pensáis que estoy exagerando, echarle un ojo a esta noticia sobre una mujer que vendía fantasmas de niños, o las escalofriantes cifras de explotación sexual infantil del país, o de vez en cuando echarle un ojo a este periódico. Así que cuando nos llegan películas como esta con una historia tan enfermiza y cruel, uno no puede más que confirmarlo: vivir en Tailandia tiene que ser un infierno.

Chatroom

Los peligros de Internet

Chatroom

Siendo sinceros al 100%, hay que reconocer que esta incursión de Hideo Nakata en Hollywood no da muy buena espina, como suele pasar con casi todos los directores orientales. No sé si es que no se adaptan a la mentalidad disoluta de los americanos, en contraposición con el hermetismo y concienzuda seriedad de los nipones, o que sencillamente aceptan los proyectos para forrarse y luego hacer lo que les de a ellos la gana. Pero, por lo que he leído hasta ahora las críticas se debaten entre mediocre y cojonuda (siendo esta la opinión de los fanáticos del director, entre los que me incluyo desde que vi DARK WATER en VHS, sin subtítulos, y pasé un miedo de tal nivel que casi no recordaba), pero con que este a su nivel habitual me vale.

Heartless

El precio del corazón

Heartless

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  • Título original: Heartless
  • Nacionalidad: Gran Bretaña | Año: 2009
  • Director: Philip Ridley
  • Guión: Philip Ridley
  • Intérpretes: Jim Sturgess, Luke Treadaway, Clémence Poésy
  • Argumento: Jamie nació con una marca en forma de corazón en su rostro, estigmatizándolo socialmente de por vida. Su aislamiento se ve roto al fin, cuando los demonios comienzan a adueñarse de las calles de Londres y de los seres queridos de Jamie.


Heartless

Jamie es un veinteañero londinense que vive a la sombra de su rostro estigmatizado. Una mancha, en forma de corazón, mancillando su rostro y parte del cuerpo, ha marcado su vida no solo en sentido físico. La soledad, el aislamiento; la necesidad acuciante de sentirse amado por una mujer, una pena profunda que le atosiga a donde vaya. En tamaño estado de perpetua depresión, Jamie acude a su puesto de trabajo. Trabajar con su tío como fotógrafo no está mal, pero sigue sintiéndose vacío.

Todo cambia la noche en que contempla, por accidente, como unos encapuchados queman a un hombre y su hijo, en un callejón dejado de la mano de Dios. Aunque los informativos y la policía especulan sobre una banda callejera que ataca a sus victimas bajo mascaras de plástico, Jamie sabe la verdad: Los atacantes no portaban mascara alguna, su rostro era el de demonios rodeados por esas moscas de la locura que liban la sangre de los cadaveres dejados a su paso.

Lo mejor: La atmósfera de las localizaciones genera, con potencia, una vivida imagen del lado oculto y siniestro de Londres.

Lo peor: El final puede resultar manido, especialmente al espectador curtido; el personaje de Jamie resulta demasiado pasivo restándole fuerza a un guión detallista que peca de falta de profundidad.


Eldorado 3D

Musical, terror y comedia... ¿alguien da más?

Eldorado 3D

Hoy os haré una confesión: al margen del terrorífico, mi género cinematográfico favorito es el musical. Dadme a un protagonista que, sin venir demasiado a cuento, se ponga a bailar y cantar como un poseso, y me haréis el tipo más feliz de la tierra (en realidad creo que no estoy descubriendo nada nuevo… algo de esto ya comenté en su momento a raiz de la reseña de Repo! The Genetic Opera).

Es más, si alguien me pregunta cuál es mi película favorita de todos los tiempos (nuevamente al margen del cine de terror), mi respuesta será contundente: The Blues Brothers (John Landis, 1980), conocida en España como Granujas a todo ritmo; mi remedio casero contra la depresión sobrevinida.