Atticus Black comienza un viaje por carretera en los años 50 junto a su amiga Letitia y su tío George en busca de su padre desaparecido. El viaje se convertirá en una lucha por la supervivencia, afrontando el racismo de la América blanca así como una serie de monstruos que podrían haber salido de un libro de Lovecraft.

En 2016, la novela Lovecraft Country, de Mark Ruff, se convirtió en un éxito a todos los niveles. Era cuestión de (poco) tiempo que la industria audiovisual se interesara por sus derechos para llevarla a las pantalla. Y en este caso, no a la grande sino a la pequeña y en formato serie, de la mano de un trío de ases: HBO, Jordan Peele y J.J Abrams. De hecho, en 2017 comenzó a gestarse este proyecto, que puede describirse como una mezcla de drama sobre el racismo y horror cósmico. El propio Lovecraft, que no tiene qué ver con la novela más allá de su influencia y el título, ya metía el tema del racismo como origen de algunos de sus monstruos.

La tripulación de una embarcación irlandesa pierde su rumbo en alta mar. Su vida corre peligro ya que un parásito ha hecho acto de presencia en su suministro de agua.

De Irlanda sale esta nueva producción de terror marino/submarino, que supone la opera prima para la directora Neasa Hardiman, curtida en televisión con series como Happy Valley, Jessica Jones o Inhumans. Pasó con cierto éxito durante 2019 por festivales como Toronto International Film Festival, Fantastic Fest o el Glasgow FrightFest. La describen como una, bien ejecutada, mezcla de influencias y referencias habituales, y en especial con Alien. Y es que, además de bicho introducido en una nave, en este caso marina, tenemos una improvisada mujer de armas tomar al frente del reparto. Dicha heroína es Connie Nielsen. Otro rostro reconocible es el de Dougray Scott.

Sea Fever es una apuesta de la plataforma de cine de terror, fantástico y ciencia ficción DUST. Además, y puesto que a su estreno limitado en cines USA, previsto para estas fechas, no será posible por el cierre de salas, harán un estreno en live streaming a través de dicha plataforma.

Hoy además de poner la reseña en texto la presentamos en forma de reportaje de video, doméstico y confinado pero que esperemos os guste

Creo que lo mejor que tiene el género de ciencia ficción es esa capacidad de llevar al espectador a lugares únicos, a situaciones que desafían nuestra imaginación y ya de paso nos hacen confrontar retos y cuestiones morales. Con más de lo primero que de lo segundo, “Underwater” se postula como un “Alien el octavo pasajero” subacuático en la línea de títulos como “Leviatan”, “Profundidad 6”, “La grieta”, “Abyss”, “Esfera” o en menor medida “Deep raising”.

En un mundo en guerra entre los fans de Marvel y los de DC. En un mundo, en el que las redes sociales están colapsadas por la llegada de los Avengers, de Disney Plus o del nuevo proyecto de Batman. En un mundo así, necesitamos un superheróe diferente. En un mundo así, necesitamos a… ¡*Psycho Goreman*!

Esto es lo que se le debió pasar por la cabeza a Steven Konstanski, director que obtuvo cierta popularidad en festivales especializados gracias a The Void (2016), aunque su amor por el terror y el fantástico con claro aroma ochentero venía de atrás, con curiosos y locos productos como Manborg y Father´s Day, ambas de 2011. Y es que, para Psycho Goreman parece haber vuelto a esos primeros trabajos de aspecto Troma y nostalgia a base de sintetizador, neones y atrezzo vario, algo que le sentó muy bien a Turbo Kid (2015).

El Pozo Superprofundo de Kola o SG-3 es el nombre que recibe un proyecto de prospección científica de la URSS para profundizar en la corteza terrestre. Está situado en el óblast de Múrmansk, a 12 kilómetros al oeste de la ciudad de Zapoliarni, en el territorio del Escudo Báltico. Su profundidad es de 12.226 metros. A diferencia de otros pozos profundos que se han hecho para buscar petróleo o por exploración, la finalidad del SG-3 fue únicamente la investigación de la litosfera en el lugar donde la discontinuidad de Mohorovičić se acerca a la superficie de la Tierra. Este pozo estaba entre la corteza y el manto superior o sial, hablando de un modelo estático o geoquímico del interior terrestre.

¿Te has enterado? Bueno, con que sepas que es muy profundo, vale. Y es que a partir de este proyecto hiperprofundo de la URSS conocemos la historia de The Superdeep, que está llamada a ser una de las sensaciones del terror y el fantástico en Rusia durante 2020. Veremos si también fuera de allí. Últimamente el cine ruso de gran presupuesto nos está llegando, si bien a cuenta gotas, con mayor distribución de lo que era habitual hace años. Puede que todo empezara con Guardianes de la noche (2004), la primera de una trilogía que consiguió bastante repercusión en en Europa e incluso Estados Unidos. De hecho, su director, Timur Bekmambetov, rápidamente fue fichado por Hollywood para lucir su musculo visual en películas como Wanted (2008), aunque poco a poco perdió fuelle en fiascos tipo Abraham Lincoln: Cazador de vampiros (2012) o *Ben-Hu*r (2016). Pero oye, abrió paso.

Dos míticos actores del cine de acción de los 80 y los 90 son el principal reclamo de la producción China “El misterio del Dragón”. Cinta de acción y fantasía rodada para ser degustada con gafas 3D, en la que estas dos estrellas (Arnold Schwarzenegger y Jackie Chan) aparecen apenas durante 15 minutos de sus interminables dos horas. La cinta supone una nueva aventura del cartógrafo Jonathan Green (Jason Flemyng) que ya nos agotó las pupilas con “Viy” traducida por estos lares como “Transilvania, el imperio prohibido”.

Los trabajos cartográficos de Green son requeridos por el zar de Rúsia Pedro I, lo que lleva a nuestro héroe a un encuentro con el emperador en la corte. Allí descubrirá una misteriosa conspiración y se verá obligado a viajar a la región más desconocida de China, donde descubrirá una aldea subyugada por el extraño poder de una bruja y un temible dragón… Al mismo tiempo en Inglaterra, su prometida (Anna Churina) decide no quedarse de brazos cruzados ante las desventuras de su esposo y emprende la búsqueda de aliados para embarcarse en su propia expedición.