The Devil Inside se estrenó en los Estados Unidos recaudando unos sorprendentes 33 millones de dólares en el primer fin de semana. Sin embargo, los posteriores descensos fueron tan agudos que el total se plantó en unos, aún así excelentes, 54 millones. Hablamos de una producción de 1 mísero millón de dólares, lo que viene a ser la mitad de la media presupuestaria de, por ejemplo, nuestro cine español. En todo el mundo su total asciende a 101 millones ¿Un exitazo, verdad? Si nos ceñimos a lo económico, no cabe duda. Pero, ¿qué se ha dicho sobre ella? Aquí la suerte da un giro radical. Y es que, no pocos la han escupido, odiado e insultado. Muchos aseguraron que se trataba de la peor película de los últimos años, y muchos otros se sintieron estafados. En IMDB tiene una media de 3,9 mientras que en Filmaffinity no llega a 3,5. En Rottentomatoes únicamente se encontraron un 7% de valoraciones positivas de los críticos, mientras que en Metacritic un 18% dijeron algo bueno. Por todo esto, el aquí firmante comenzó el visionado con las peores expectativas, dispuesto a verla y, justo después, ponerla verde en la reseña que tenéis ante vuestros ojos. La cosa es que…
¿Realmente es tan mala?
Sinceramente, no. Lo que le ha ocurrido a The Devil Inside es el efecto “bola de nieve”. A veces ocurre para bien, y otras veces para mal. Aquí se da el segundo caso. Os pondré un ejemplo: cuando se estrenó El bosque (2004), muchos, entre la crítica y también entre algunos sectores del público, le tenían ganas a su director, M. Night Shyamalan. Estaban esperando que con la siguiente película la cagase y saliera derrotado de una vez por todas. El ser humano es así. Pues bien, la crítica, efectivamente, se cebó con ella. Incomprensiblemente (pues es una producción con factura impecable, buenas interpretaciones, dirección llena de detalles de calidad, banda sonora que pone los pelos como escarpias y guión, no sobresaliente, pero sí interesante) muchos afirmaron sin rubor que se trataba de la peor película del año. El público siguió la bola de nieve. Las opiniones negativas, cercanas al odio, crecían a ritmo vertiginoso. Parecía que la gente iba a verla para criticar, y si no seguías el rollo eras raro o no entendías. ¿No había ese año doscientas películas objetivamente peores que El bosque a las que nadie odiaba? Desde luego, pero eso es lo que pasó.