Me confieso un gran admirador de Denis Villeneuve. He visto todas sus películas y ninguna me ha decepcionado. Además, creo que sus trabajos dentro del cine fantástico son de lo mejor que hemos encontrado en estas últimas décadas. Tanto su adaptación de la novela de Saramago: El hombre duplicado: Enemy, como su particular Encuentros en la tercera fase que era La llegada (Arrival) o la secuela de Blade runner: Blade Runner 2049, demuestran que es un excelente narrador, que construye la acción de forma pausada pero rigurosa, tomando muy en serio la profundidad dramática de sus historias y personajes. No se me ocurría, a priori, mejor director para volver a adaptar, por tercera vez si contamos la mini serie de televisión, la novela de Frank Herbert: Dune; tal vez uno de los libros de ciencia ficción mejor valorados por los amantes de este género.
El estreno de la cinta, que se vio alterado por la pandemia, junto con la decisión de Warner de estrenar la película simultáneamente en su plataforma HBO Max, llevaron al bueno de Villeneuve y a Regency, la otra productora implicada en el proyecto, a una amarga pelea dentro y fuera de los tabloides de cine; pelea que ha puesto en peligro la continuidad de la franquicia planificada, como otras grandes sagas, en varias entregas. Finalmente, Dune se podrá ver como su autor planeó en un principio: en la sala de un cine. Y tengo que decir que cuando la ví en la gran pantalla del Kinépolis, con toda su potencia de sonido en marcha, la experiencia fue apabullante.
Muy en alto estaban las expectativas de los fans de la saga, también de los que conocen Arrakis de oídas o de jugar sus videojuegos. Las críticas dispares, tras su paso por el festival de Venecia, han hecho descender el hype varios enteros. Intentaremos ser imparciales y daros una opinión muy meditada de este primer capítulo. En cualquier caso, conviene tener en cuenta que Dune nunca quiso ser una Guerra de las galaxias y que, en su versión en papel, siempre prima la estrategia y la diplomacia por encima de sus componentes de aventura; si esperas acción a raudales y un espectáculo grandioso de efectos digitales, te puedes llevar una tremenda decepción.
Arrakis es un planeta casi desértico. En la superficie de su arena flota la “Especia”, también conocida como “Melange”, un material que altera cuerpo y mente. Los Fermen, moradores del planeta, usan la Especia como un elixir sagrado para su autoconocimiento. El resto de la galaxia, con una organización política casi feudal, emplea la melange para doblar el espacio y así desplazarse por distancias imposibles.